Por Eduardo Galeano Recientemente, estalló un escándalo en Gran Bretaña. Se reveló que las universidades más prestigiosas, los institutos de caridad más piadosos y los principales hospitales invierten los fondos de pensión de sus empleados en la industria armamentista. Los responsables de la educación, la caridad y la salud explicaron que colocan su dinero en las empresas que rinden mayores ganancias y ésas son, precisamente, las empresas de la industria militar. Un vocero de la Universidad de Glasgow lo dijo con todas las letras: --No hacemos distinciones morales. Nos preocupa que las inversiones sean rentables, no que sean éticas. Si las bombas que están cayendo sobre Yugoslavia pudieran hablar, además de estallar y matar, ¿confesarían la verdad? --Señoras bombas, ¿son ustedes los mortales instrumentos del Bien? --Más respeto caballero. Nosotras somos un gran negocio.
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