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OPINION
Inseguridad y propaganda
Por Eduardo Aliverti

A ningún cuerdo se le ocurriría negar que existe un auge delictivo, de calidad inédita. Pero la sensatez tampoco dejaría de advertir los intereses propagandísticos que se mueven tras la “ola de inseguridad”. Dos semanas atrás debutó con una acusación del menemismo al gobierno bonaerense: habría caído el volumen de incautación de droga. Un día después, aún en medio de esa polémica, se conoció que Menem redoblaba la apuesta: ordenó investigar si hay irregularidades en la gestión del gobernador. Luego, llegó el tercer mandoble. El PE sacó a difusión varios asaltos sufridos por algunos de sus miembros hacía ya varios días. Y lo hizo de modo conjunto al manifestar que el miedo tiene razón de ser, quitándose de encima toda responsabilidad y colocándose en papel de víctima como el que más. Se propagandizó también, y hasta con diálogo literal de la reunión de gabinete, una supuesta reprimenda presidencial al ministro Corach, por haber dicho éste que la inseguridad no es una certeza sino una sensación. Los medios y periodistas adictos completan la tarea pidiendo mano dura y respaldan la “actitud” del jefe de Estado, quien convoca al Consejo de Seguridad Nacional como si el país fuese Kosovo. Bingo. En un puñado de días, Menem volvió a arreglárselas para seguir ocupando el centro de la escena en tres asuntos de fuerte sensibilidad pública: consumo de droga, corruptela e inseguridad. Y de yapa, borró de la agenda periodística una situación económica dramática.
Es muy probable que el próximo índice de desocupación tenga un piso del 18 por ciento. La recesión está al galope, el campo de paro y los industriales pidiendo salvavidas. Hay hampa de uniforme, y el crecimiento descomunal de la portación de armas por parte de civiles. Ese marco convierte en disparate la búsqueda de soluciones por vía del aumento de penas, y el de la mentada “mano dura”. Si cada vez son menos los que tienen más y cada vez más quienes no tienen nada de nada, ¿a quién se le ocurre que quienes delinquen podrán preocuparse por modificaciones del Código Penal o por una policía más agresiva, si precisamente ya no tienen nada que perder?
Se le ocurre al Gobierno, que en verdad tampoco cree en ello pero que montándose en la inseguridad puede perseguir el justificativo de una ofensiva de represión: la delincuencia como excusa para el control social en momentos de angustia económica. Y a la Alianza, que es capaz de proponer las mismas recetas para satisfacción del menemismo.

 

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