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Por Mariana Carbajal Un hombre del riñón de la asesora presidencial Eva Gatica asumirá hoy al frente del Consejo Nacional del Menor y la Familia, tras ser desplazado ayer sorpresivamente del cargo Alejandro Molina. El flamante titular es Marcelo Jalil, quien fue asesor de Gatica cuando la ultramenemista hija del mítico boxeador estuvo al frente del Consejo y debió renunciar meteóricamente corrida por una serie de denuncias por corrupción. La designación de Jalil a ocho meses del cambio de Gobierno a la cabeza de un organismo que maneja un presupuesto de 79 millones de pesos sería el pago de Carlos Corach al apoyo que Gatica habría brindado, a través de sus dos agrupaciones, a la lista del ministro del Interior en la reciente interna peronista de la Capital Federal. El decreto del nombramiento lleva precisamente la firma de Corach. Hasta ayer, Jalil se desempeñaba como defensor de menores ante la Cámara Civil, pero hace tiempo que venía coqueteando con la actividad política. Fue parte de la convulsionada intervención que comandó Gatica en el Consejo, por apenas tres meses, hasta mayo último, cuando fue reemplazada por Molina. En el ámbito de la justicia de menores llamó la atención el desplazamiento de Molina, teniendo en cuenta que se trata de un técnico en la materia y venía desarrollando una gestión prolija en un organismo que estuvo signado por denuncias de malversación de fondos. Gatica llegó al Consejo el 30 de enero de 1998 de la mano del presidente Menem, que premió su fidelidad de menemista de la primera hora nombrándola interventora. Según sus propias palabras, su única experiencia en el tema provenía de lo que había vivido su padre, el recordado boxeador José María Mono Gatica, como chico de la calle. Gatica reemplazó a Atilio Alvarez, que estaba al frente el organismo desde 1989 y culminó su gestión también con varias acusaciones de irregularidades en el manejo del presupuesto. Antes de asumir en el Consejo, Molina actuaba como defensor de menores y profesor de Derecho Civil en la UBA. Ayer, minutos después de recibir una copia del decreto 370 con la designación de Jalil y sorprendido por su desplazamiento, Molina recibió a Página/12. ¿Cómo encontró las cuentas del Consejo cuando se fue Gatica? El Consejo tenía históricamente una situación deficitaria que no había podido ser reorganizada en esa primera parte de la intervención que encabezó Gatica durante tres meses. Si los gastos continuaban por los carriles que iban se proyectaba un déficit al finalizar 1998 de 42 millones de pesos. Con importantes ahorros en la gestión y quitas significativas en las deudas con los acreedores pude concluir el año con una ayuda presupuestaria de sólo 12 millones de pesos. Cuando Gatica renunció se dijo que había nombrado 110 personas con sueldos de entre 1700 y 4000 pesos, entre ellas las viudas de Rubén Cardozo y Deolindo Felipe Bittel. Eran más, aproximadamente 170. En aquel momento, el diputado frepasista Ramón Torre Molina señaló la posibilidad de que el Consejo fuera un instrumento de implementación de la política partidista menemista ¿Usted qué opina? Eso corre por cuenta del diputado. Yo le puedo decir que el Consejo, operativo como en estos momentos, es un recurso necesario para generar lo que nosotros llamamos en términos de política social un muy adecuado mecanismo para la protección especial de los niños que padecen circunstancias especiales, como la maternidad en adolescentes, o que pertenecen a familias gravemente disfuncionales, o no tienen familias y viven en la calle, o son abusados o sufren enfermedades tempranamente por el mal cuidado familiar. Al final del circuito estos chicos son, en algunos casos, los que conocemos como infractores a la ley. Más allá de las cuentas en rojo ¿cómo funcionaba el Consejo cuando usted asumió? La situación era muy compleja y desordenada, se trabajaba sin ninguna racionalidad. No había una conducción. Las familias sustitutas que tenían niños, por ejemplo, no estaban cobrando el dinero que les correspondía.
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