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Página/12 en Francia Por Eduardo Febbro desde París Por el momento no se puede discernir el más mínimo debilitamiento de las fuerzas yugoslavas, dijo en tono neutral el Ministro francés de Defensa, Alain Richard. En momentos en que el operativo Fuerza Aliada de la OTAN ingresa en su quinta semana, los informes de los servicios especiales sobre la moral y la resistencia de las tropas serbias son escasamente alentadores. Los bombardeos debilitaron el complejo militarindustrial de Yugoslavia sin amenazar la solidez de un ejército que, según fuentes francesas, en vez de disminuir su presencia en Kosovo la incrementó, pasando de 43.000 a 50.000 hombres. Los estrategas constatan en París que en el plano político el operativo de la OTAN tuvo el mismo efecto que en el humanitario: en vez de debilitar a Milosevic, Fuerza Aliada acrecentó los apoyos del presidente yugoslavo, y en vez de impedir una limpieza étnica la aceleró. Semejante situación precipitó un cambio de estrategia de la OTAN. Incluso si nadie acepta abiertamente la posibilidad de una ofensiva terrestre generalizada, el tipo de material que está llegando a la región testimonia de un tímido pero real acercamiento terrestre. Lo más significativo fue la llegada a Albania de los helicópteros Apache. Dotados de un cañón de 33 milímetros y misiles antitanques Hellfire o bien Tow, los Apaches, apodados también los asesinos de tanques, constituyen la primera fuerza de sustitución de los ataques aéreos. Según varias fuentes militares francesas, la presencia de los helicópteros norteamericanos va a permitir, muy cerca de la tierra, controlar vastas zonas de Kosovo donde las fuerzas serbias ya no podrán pasearse como en su casa. De hecho, los militares de París emplean el término de zona gris para definir la fase actual. Entre una guerra totalmente aérea y una guerra 100% por 100% terrestre la Alianza amplió sus recursos en vez de reemplazar un dispositivo por otro. Los helicópteros Apache vienen a ser ese punto de equilibrio. Los norteamericanos se sirven de los combatientes del UCK para obtener informaciones precisas y recientes sobre la evolución militar en el terreno. Ayer trascendió que la guerrilla del UCK contaba con teléfonos satélites suministrados por EE.UU. mediante los cuales transmitía sus informaciones. Además de los Apaches, la administración estadounidense desplegó en Albania lanzamisiles múltiples. Instalados en la frontera con Kosovo, estas armas tienen la misión de realizar tiros de saturación para neutralizar a los tanques serbios antes de que entren en acción los helicópteros. Capaces de disparar ráfagas a una distancia de 150 kilómetros, los lanzamisiles de cabeza múltiple aparecen igualmente como un paliativo a la intervención terrestre. Se trata más bien de un complemento a la guerra aérea antes que un plan definitivo de ocupación, señaló a Página/12 un observador militar. Analizadas unas tras otra, ninguna de las fuerzas actuales permite asegurar que se prepara una invasión terrestre de gran envergadura. Por el momento, esa posibilidad no cuenta con el apoyo completo de ninguno de los principales dirigentes de la OTAN. Tanto más cuanto que el estado en que se encuentra el ejército yugoslavo es poco propicio para los occidentales. Con la destrucción de los puentes y otras vías de comunicación, las tropas serbias quedaron dispersas. El general Kelche, jefe de las fuerzas francesas, asegura que los occidentales ya no ven concentraciones importantes de tropas: sólo quedan unidades o compañías nunca superiores a 150 hombres. Pero un experto militar francés constata no obstante, quesi bien el ejército está algo desarticulado y los tanques ya no circulan más como antes, como se mantienen en posiciones emboscadas y defensivas es muy difícil llegar hasta ellos. La complejidad inmediata de una guerra en tierra es tanto más ardua cuanto que la OTAN parece también haberse equivocado en la manera en que atacó a las fuerzas yugoslavas. Al cortar las vías de comunicación, aisló al ejército sin destruirlo por completo, dejando así en pie un dispositivo militar mucho más difícil de hacer salir de la ratonera. Según el cálculo de un miembro de la fuerza aérea de la OTAN, las fuerzas dispersas son casi invisibles. Para destruir un solo cañón escondido en una colina hacen falta por lo menos seis aviones. Ir al combate hombre a hombre en esas condiciones es un suicidio, comenta otro experto militar que ironiza diciendo que la única salvación a corto plazo sería que en Yugoslavia ocurriese lo mismo que en Irak, es decir, que el ejército yugoslavo huya dejando hasta los zapatos en los campamentos. Algo improbable si se cree lo que afirma un coronel francés: los serbios son guerreros temibles. ¡Les hicieron frente a 23 divisiones alemanas!.
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