Página/12 en EE.UU.
Por Mónica Flores Correa desde Nueva York
Solitarios, ensimismados,
asociales, ocasionalmente agresivos y, sobre todo, llenos de odio. Un odio tan enorme, tan
devastador, que terminó devorándolo todo, a sus compañeros de colegio y a ellos mismos.
Este es el retrato que ayer se fue configurando de Eric Harris y Dylan Klebold, los dos
adolescentes que en una presunta misión suicida perpetraron el martes una
masacre, sin precedentes en su desmesura, en la escuela secundaria Columbine de Littleton,
Colorado. Antes de suicidarse, los dos chicos asesinaron a 15 personas no 25, como
se había estimado en la noche del episodio e hirieron a otras 23. Y en las siete
horas que duró el atrincheramiento, cubrieron la escuela con por lo menos 30 bombas,
atando algunas de ellas a sus propios cuerpos. Al cierre de esta nota, patrullas de SWAT y
del FBI continuaban revisando el colegio en busca de explosivos escondidos, mientras el
país aún en estado de shock especulaba acerca de la motivación de los dos jóvenes sin
encontrar una explicación satisfactoria. Uno de los investigadores dijo que debido a la
magnitud del ataque, las fuerzas de seguridad no descartaban que otras personas podrían
haber intervenido en el planeamiento de la misión.
Aunque la policía todavía no confirmó la pertenencia de Harris (18 años) y de Klebold
(17 años) a una pandilla, los estudiantes de Columbine dijeron que eran parte de la
mafia de los impermeables, un grupo de unos diez jóvenes que intentaba
destacarse vistiendo siempre impermeables negros, invierno y verano, y usando un
maquillaje blanco y delineador negro. Se sentían atraídos por la onda gótica y la
estrella de rock Marilyn Manson. Según testigos, eran ofensivos en sus palabras pero
inofensivos en sus actos.
Sus resentimientos, sin embargo, deberían haber llamado la atención. Hacían comentarios
denigratorios sobre los compañeros hispanos, negros, judíos y acerca de los estudiantes
que sobresalían en los deportes, a los que detestaban por su popularidad. Eran diestros
con las computadoras y tenían una pasión obsesiva por las armas y los juegos de guerra.
Algunos de los miembros de la mafia portaban svásticas y expresaban simpatía
por Adolf Hitler. Significativamente, el ataque a la escuela coincidió con el aniversario
del nacimiento del genocida del Tercer Reich. Se los consideraba raros
varios compañeros los describieron como parias pero inteligentes.
No parecían capaces de llevar a cabo acciones agresivas, pero de vez en cuando, muy de
vez en cuando, salía a la superficie su rabia.
Los vecinos ofrecieron una descripción distinta de los chicos asesinos. Dijeron que eran
pibes tranquilos, inteligentes y hasta talentosos. Odiarían a los atletas, quizá, pero
Klebold había jugado en un equipo de béisbol y los dos se habían anotado juntos en una
clase de bowling. También contaron que la familia Harris se había mudado al suburbio de
Denver hacía dos años. El padre de Harris, Wayne, es un militar recientemente retirado.
Los vecinos aventuraron que Eric podría haber hecho el ataque con las armas de su padre.
En la casa de Harris la policía detonó un explosivo y se llevó materiales para armar
bombas, documentos, posters y una computadora. La casa de Klebold también fue allanada y
cercada con una cinta policial que limita su acceso.
Paradójico como puede parecer, en las últimas horas de su vida, uno de los muchachos
demostró que podía sentir también simpatía por alguien que no fuese Hitler. Brooks
Brown, un estudiante de Columbine, tropezó con su amigo Eric Harris apenas unos momentos
antes de que empezara la masacre.
Hola, man, le dije, recordó Brown. Harris entonces le advirtió:
Brooke, yo te quiero mucho. Andate ahora mismo, andate a tu casa, ya!. Brown
no prestó mucha atención y se abocó a conseguir el cigarrillo que buscaba, pero
entonces empezaron los disparos y yo corrí, corrí sin parar hasta mi casa y llamé
a la policía y le dije que sabía quién había sido.
Harris y Brown eran amigos desde que ambos tenían cinco años. Un año atrás se habían
peleado y Harris había amenazado con matar a Brown. Poniendo en evidencia su personalidad
perturbada, Eric puso un mensaje en Internet preguntando si había algún interesado en
asesinar a Brown. La familia de Brooke llamó a la policía tres veces, pero nunca supo si
las autoridades habían registrado formalmente sus quejas.
Este año, después de compartir nuevamente algunos cursos, la amistad de los dos chicos
se reanudó. El había sido últimamente muy agradable conmigo. Era un tipo raro
pero agradable. Se comportó mal por un tiempo, pero básicamente el hijo de puta me
salvó la vida, dijo ayer Brown al Denver Post.
EL ESTILO GOTICO, AL QUE SUPUESTAMENTE
ADSCRIBIA EL GRUPO
Marilyn, rock e imágenes satánicas
Por Cristian Alarcón
Un cóctel de iconos
juveniles rodea el ambiente en el que existían Erick y Dylan, los adolescentes asesinos
de una quincena de pares. Por un lado se los señala como fans de la superestrella de rock
Marilyn Manson, quien ha sabido encarnar un estereotipo de satánico en aras de vender
discos y burlarse del conservadurismo norteamericano, para transformarse en el ultimo año
en un andrógino glamoroso. También se dice de ellos que son adeptos a Internet y a
juegos de rol con reminiscencias medievales, Dungeon and Dragons, verdadera
pasión de multitudes entre norteamericanos jóvenes. Y, finalmente, según la definición
de varios de sus compañeros, los chicos malos eran básicamente marginales,
góticos. La mezcla de estímulos elegidos por la banda de los impermeables negros
es moneda común entre ciertos adolescentes norteamericanos y la mayoría de los
fenómenos a los que se los liga culturalmente son modas que cunden como el hastío.
Cualquiera que lea el fenómeno Manson desde la superficie adulta puede llegar a creer que
de verdad el cantante tenga algo que ver con lo nazi. Sobre todo si ve alguno de los
videos de Antichrist Superstar, el disco en los que el Reverendo hace el saludo hitleriano
ante la masa enardecida. O ve a sus músicos tocando en un recital con cascos prusianos.
Pero es de esa manera en la que Manson se mofa de la derecha de su país, a la que
vitupera en cada entrevista con escupitajos satánicos. Manson ha elegido esos símbolos
para reírse del neofascismo norteamericano.
En Antichrist Manson se dedica a provocar con un revoltijo de sadomasoquismo, una
filosofía inspirada en el superhombre nietzscheano y una imaginería entre satánica y
ortopédica (su cuerpo deformado por la imposición de aparatos metálicos y serpientes
saliendo de su interior). Con Mechanical Animals, su última producción, Manson se ha
movido a la androginia y las drogas, que aparecen en sus letras casi tanto como el
maquillaje en su glamorosa cara de estrella. De esta manera ha conseguido ríos de prensa
y el odio de lo más conservador de los americanos. En pueblos como Littletone sus giras
han sido boicoteadas por las iglesias cristianas y en algunos estados sus discos no se
venden en las cadenas que adhieren a esos postulados religiosos.
Así como Manson es furia de multitudes en Estados Unidos también se ha masificado lo
gótico. Lord Byron, Mary Shelley, Poe, Baudelaire y los románticos ingleses o los
clásicos medievales, han devenido en remozados clásicos. Amén de autoras modernas como
Anne Ryce Entrevista con el vampiro, o Poppy Z Brite, quien en realidad es dos
mujeres que escriben en clave de terror erótico. Una oleada de adolescentes visita esos
libros, pero tiene mucho más contacto con la producción gótica de Hollywood. Desde el
Drácula de Coppola, se sucedieron una decena de films de dientudos sangrientos.
Respecto a Dungeons and Dragons, el juego de rol en el que participaban Erick y Dylan,
roza con lo gótico por los monstruos medievales, las espadas, los mitos que hay en él.
Pero comparado a los juegos de rol que se multiplican en Internet, con nombres como
Spellfire o Ars Magica, es francamente cándido. En Estados Unidos y en Europa, la cultura
alternativa lo fusiona todo. También lo siniestro. Extrañamente, los góticos no
consideran a Marilyn Manson como un alma a adorar. Lo miran con cierto asco por su amor
por el mercado.
Porque por sobre todo un gótico deberá estar en los antípodas de la banalidad y del
negocio. Y no rehuirá a ningún sentimiento, aunque desaprobado por al sociedad, al
estilo descarnado de los románticos ingleses que desgarraban sus ropas por una pasión.
En ese sentido no es negativa la tristeza ni la furia, como tampoco el placer por lo
bizarro, sencillamente porque no hay sentimientos buenos o malos entre los góticos. Y
aún por sobre eso ponderará la diversidad. Lo gótico implica filosóficamente la
libertad de pensamiento, de religiones y de sexo. Nohay pecado sexual para un gótico: se
debe asumir el placer en cualquiera de sus formas. Ser lesbiana o gay, masturbarse o
trasvestirse debe ser aceptado por la sociedad, sin más. Nada tan alejado de las ideas
que impulsaron a los muchachos de negro a matar a sus compañeritos.
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