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COMO ERAN LOS DOS ADOLESCENTES QUE PROTAGONIZARON LA MASACRE EN DENVER
La historia de un odio devastador

Odiaban a hispanos, negros y judíos. Expresaban simpatías por Hitler, pero también por el estilo gótico. Eran antisociales, apasionados por la guerra y las armas. Y sin embargo, uno de ellos salvó a un amigo al que un día quiso matar.

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Algunas estudiantes del colegio de la masacre ayer esperaban noticias, aún bajo shock.
La policía dijo que el número de muertos fue 15, y no 25, como se informó originalmente.

Página/12 en EE.UU.
Por Mónica Flores Correa desde Nueva York

t.gif (862 bytes) Solitarios, ensimismados, asociales, ocasionalmente agresivos y, sobre todo, llenos de odio. Un odio tan enorme, tan devastador, que terminó devorándolo todo, a sus compañeros de colegio y a ellos mismos. Este es el retrato que ayer se fue configurando de Eric Harris y Dylan Klebold, los dos adolescentes que en una presunta “misión suicida” perpetraron el martes una masacre, sin precedentes en su desmesura, en la escuela secundaria Columbine de Littleton, Colorado. Antes de suicidarse, los dos chicos asesinaron a 15 personas –no 25, como se había estimado en la noche del episodio– e hirieron a otras 23. Y en las siete horas que duró el atrincheramiento, cubrieron la escuela con por lo menos 30 bombas, atando algunas de ellas a sus propios cuerpos. Al cierre de esta nota, patrullas de SWAT y del FBI continuaban revisando el colegio en busca de explosivos escondidos, mientras el país aún en estado de shock especulaba acerca de la motivación de los dos jóvenes sin encontrar una explicación satisfactoria. Uno de los investigadores dijo que debido a la magnitud del ataque, las fuerzas de seguridad no descartaban que otras personas podrían haber intervenido en el planeamiento de la “misión”.
Aunque la policía todavía no confirmó la pertenencia de Harris (18 años) y de Klebold (17 años) a una pandilla, los estudiantes de Columbine dijeron que eran parte de la “mafia de los impermeables”, un grupo de unos diez jóvenes que intentaba destacarse vistiendo siempre impermeables negros, invierno y verano, y usando un maquillaje blanco y delineador negro. Se sentían atraídos por la onda gótica y la estrella de rock Marilyn Manson. Según testigos, eran ofensivos en sus palabras pero inofensivos en sus actos.
Sus resentimientos, sin embargo, deberían haber llamado la atención. Hacían comentarios denigratorios sobre los compañeros hispanos, negros, judíos y acerca de los estudiantes que sobresalían en los deportes, a los que detestaban por su popularidad. Eran diestros con las computadoras y tenían una pasión obsesiva por las armas y los juegos de guerra. Algunos de los miembros de la “mafia” portaban svásticas y expresaban simpatía por Adolf Hitler. Significativamente, el ataque a la escuela coincidió con el aniversario del nacimiento del genocida del Tercer Reich. Se los consideraba “raros” –varios compañeros los describieron como “parias”– pero inteligentes. No parecían capaces de llevar a cabo acciones agresivas, pero de vez en cuando, muy de vez en cuando, salía a la superficie su rabia.
Los vecinos ofrecieron una descripción distinta de los chicos asesinos. Dijeron que eran pibes tranquilos, inteligentes y hasta talentosos. Odiarían a los atletas, quizá, pero Klebold había jugado en un equipo de béisbol y los dos se habían anotado juntos en una clase de bowling. También contaron que la familia Harris se había mudado al suburbio de Denver hacía dos años. El padre de Harris, Wayne, es un militar recientemente retirado. Los vecinos aventuraron que Eric podría haber hecho el ataque con las armas de su padre. En la casa de Harris la policía detonó un explosivo y se llevó materiales para armar bombas, documentos, posters y una computadora. La casa de Klebold también fue allanada y cercada con una cinta policial que limita su acceso.
Paradójico como puede parecer, en las últimas horas de su vida, uno de los muchachos demostró que podía sentir también simpatía por alguien que no fuese Hitler. Brooks Brown, un estudiante de Columbine, tropezó con su amigo Eric Harris apenas unos momentos antes de que empezara la masacre.
“Hola, man, le dije”, recordó Brown. Harris entonces le advirtió: “Brooke, yo te quiero mucho. Andate ahora mismo, andate a tu casa, ya!”. Brown no prestó mucha atención y se abocó a conseguir el cigarrillo que buscaba, pero entonces empezaron los disparos “y yo corrí, corrí sin parar hasta mi casa y llamé a la policía y le dije que sabía quién había sido”.
Harris y Brown eran amigos desde que ambos tenían cinco años. Un año atrás se habían peleado y Harris había amenazado con matar a Brown. Poniendo en evidencia su personalidad perturbada, Eric puso un mensaje en Internet preguntando si había algún interesado en asesinar a Brown. La familia de Brooke llamó a la policía tres veces, pero nunca supo si las autoridades habían registrado formalmente sus quejas.
Este año, después de compartir nuevamente algunos cursos, la amistad de los dos chicos se reanudó. “El había sido últimamente muy agradable conmigo. Era un tipo raro pero agradable. Se comportó mal por un tiempo, pero básicamente el hijo de puta me salvó la vida”, dijo ayer Brown al Denver Post.

 


 

EL ESTILO GOTICO, AL QUE SUPUESTAMENTE ADSCRIBIA EL GRUPO
Marilyn, rock e imágenes satánicas

Por Cristian Alarcón

t.gif (862 bytes) Un cóctel de iconos juveniles rodea el ambiente en el que existían Erick y Dylan, los adolescentes asesinos de una quincena de pares. Por un lado se los señala como fans de la superestrella de rock Marilyn Manson, quien ha sabido encarnar un estereotipo de satánico en aras de vender discos y burlarse del conservadurismo norteamericano, para transformarse en el ultimo año en un andrógino glamoroso. También se dice de ellos que son adeptos a Internet y a juegos de rol con reminiscencias medievales, “Dungeon and Dragons”, verdadera pasión de multitudes entre norteamericanos jóvenes. Y, finalmente, según la definición de varios de sus compañeros, los chicos malos eran “básicamente marginales, góticos”. La mezcla de estímulos elegidos por la banda de los impermeables negros es moneda común entre ciertos adolescentes norteamericanos y la mayoría de los fenómenos a los que se los liga culturalmente son modas que cunden como el hastío.
Cualquiera que lea el fenómeno Manson desde la superficie adulta puede llegar a creer que de verdad el cantante tenga algo que ver con lo nazi. Sobre todo si ve alguno de los videos de Antichrist Superstar, el disco en los que el Reverendo hace el saludo hitleriano ante la masa enardecida. O ve a sus músicos tocando en un recital con cascos prusianos. Pero es de esa manera en la que Manson se mofa de la derecha de su país, a la que vitupera en cada entrevista con escupitajos satánicos. Manson ha elegido esos símbolos para reírse “del neofascismo norteamericano”.
En Antichrist Manson se dedica a provocar con un revoltijo de sadomasoquismo, una filosofía inspirada en el superhombre nietzscheano y una imaginería entre satánica y ortopédica (su cuerpo deformado por la imposición de aparatos metálicos y serpientes saliendo de su interior). Con Mechanical Animals, su última producción, Manson se ha movido a la androginia y las drogas, que aparecen en sus letras casi tanto como el maquillaje en su glamorosa cara de estrella. De esta manera ha conseguido ríos de prensa y el odio de lo más conservador de los americanos. En pueblos como Littletone sus giras han sido boicoteadas por las iglesias cristianas y en algunos estados sus discos no se venden en las cadenas que adhieren a esos postulados religiosos.
Así como Manson es furia de multitudes en Estados Unidos también se ha masificado lo gótico. Lord Byron, Mary Shelley, Poe, Baudelaire y los románticos ingleses o los clásicos medievales, han devenido en remozados clásicos. Amén de autoras modernas como Anne Ryce –Entrevista con el vampiro–, o Poppy Z Brite, quien en realidad es dos mujeres que escriben en clave de terror erótico. Una oleada de adolescentes visita esos libros, pero tiene mucho más contacto con la producción gótica de Hollywood. Desde el Drácula de Coppola, se sucedieron una decena de films de dientudos sangrientos.
Respecto a Dungeons and Dragons, el juego de rol en el que participaban Erick y Dylan, roza con lo gótico por los monstruos medievales, las espadas, los mitos que hay en él. Pero comparado a los juegos de rol que se multiplican en Internet, con nombres como Spellfire o Ars Magica, es francamente cándido. En Estados Unidos y en Europa, la cultura alternativa lo fusiona todo. También lo siniestro. Extrañamente, los góticos no consideran a Marilyn Manson como un alma a adorar. Lo miran con cierto asco por su amor por el mercado.
Porque por sobre todo un gótico deberá estar en los antípodas de la banalidad y del negocio. Y no rehuirá a ningún sentimiento, aunque desaprobado por al sociedad, al estilo descarnado de los románticos ingleses que desgarraban sus ropas por una pasión. En ese sentido no es negativa la tristeza ni la furia, como tampoco el placer por lo bizarro, sencillamente porque no hay sentimientos buenos o malos entre los góticos. Y aún por sobre eso ponderará la diversidad. Lo gótico implica filosóficamente la libertad de pensamiento, de religiones y de sexo. Nohay pecado sexual para un gótico: se debe asumir el placer en cualquiera de sus formas. Ser lesbiana o gay, masturbarse o trasvestirse debe ser aceptado por la sociedad, sin más. Nada tan alejado de las ideas que impulsaron a los muchachos de negro a matar a sus compañeritos.

 

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