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UN RECONOCIDO ONCOLOGO SUGIERE INVESTIGAR EL USO MEDICO DE LA MARIHUANA
“Tener en cuenta la dignidad de vida”

El oncólogo Abel Canónico, presidente de la Asociación Argentina del Cáncer, abrió el debate: propuso estudiar aquí el uso de la marihuana en enfermos terminales, ya experimentado en EE.UU. Otros médicos se oponen.

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Abel Canónico, un prestigioso oncólogo que preside la Asociación Argentina del Cáncer.
“No creo que lo de la marihuana demore demasiado, salvo que haya resistencias de origen, digamos, moral.”

Por Pedro Lipcovich

t.gif (862 bytes) La polémica sobre los usos medicinales de la marihuana aterrizó en la Argentina. Abel Canónico, un prestigioso oncólogo, presidente de la Asociación Argentina del Cáncer, destacó “las potencialidades terapéuticas” de la hierba como paliativo de síntomas en casos avanzados de cáncer –en línea con un informe de la Academia de Ciencias norteamericana–, y propuso “investigar el tema” en la Argentina. Otro prestigioso especialista en cáncer sostiene, en cambio, que “los actuales medicamentos hacen innecesario el uso de la marihuana”. En cuanto al sida –para algunos de cuyos síntomas se debate también la utilidad de la cannabis–, los especialistas consultados coincidieron en desestimar el empleo de la marihuana, y observaron que es un tema “especialmente sensible y delicado en nuestra sociedad”.
“El uso terapéutico de la marihuana forma parte del tratamiento del huésped –explicó Abel Canónico, ex director del Instituto Roffo y miembro de la Academia de Ciencias de Nueva York–: no se la usa para curar el tumor, que se trata con los métodos ya conocidos como la radioterapia, la quimioterapia o la cirugía, sino para atenuar los malestares del paciente: pero esto constituye casi un 50 por ciento del tratamiento del enfermo de cáncer.”
Canónico destacó que el paciente con cáncer avanzado suele padecer, “durante un período que no es corto, trastornos muy penosos para él y su familia: náuseas intensas, falta de apetito hasta llegar a la anorexia, y por lo tanto desnutrición; sufre también porque no puede trabajar, tiene angustia, depresión, estrés. Hay quienes sobrellevan aceptablemente la enfermedad, pero otros padecen consecuencias que llegan a ser dramáticas en el plano psicosomático”.
Por supuesto, existen medicamentos convencionales para paliar esos síntomas, pero “para un 10 o 15 por ciento de estos pacientes, los resultados no son bastante satisfactorios. Cada médico decide qué hacer en estos casos, es un problema que la oncología todavía no tiene resuelto”, confesó Canónico. “Entonces, en Estados Unidos se lanzó la idea de, en esos casos difíciles, probar con la marihuana, y los resultados fueron, en muchos casos, satisfactorios.”
“Pequeña euforia”
La hierba tiene “un principio activo llamado dromarinol: ensayos hechos desde hace tiempo en Estados Unidos, especialmente en California, sobre pacientes con cáncer avanzado, mostraron en proporción muy alta la capacidad de mejorar el apetito, contrarrestar las náuseas, que es uno de los síntomas más desagradables, y combatir la depresión, permitiéndoles un estado de pequeña euforia que a su vez le permite compartir mejor su vida con el entorno familiar, que no lo ve ya siempre deprimido y en estado lastimoso”, comentó el especialista.
En Estados Unidos el dromarinol ha sido sintetizado en tabletas “para mejor dosificación y porque se pensó que darla a fumar al paciente podría contribuir a trasmitir el hábito a otros miembros de su familia. No se comprobó que fuese así pero, bueno, hay razones psicológicas para que los médicos hayan procurado una presentación distinta”, aunque “en los estudios que se hicieron en Estados Unidos no se probó que el consumo de marihuana por el enfermo de cáncer funcionara para otros miembros de su familia como estímulo para utilizar a su vez la sustancia”, observó Canónico.
–¿Las pruebas efectuadas incluyeron análisis de toxicidad?
–La marihuana tiene efectos tóxicos; puede tener propiedades cancerígenas, lo cual no nos preocupa en enfermos que ya padecen tumores avanzados e incurables. Por lo demás, en los muchos años que llevo como oncólogo, no he visto en la Argentina pacientes con cáncer atribuible al consumo de marihuana, ni hay precedentes de ello en nuestras convenciones médicas y artículos publicados; sí los hay, por supuesto, en el caso del consumo de tabaco o alcohol.
Canónico señaló que “en Estados Unidos también se utiliza la marihuana como paliativo en enfermos de sida en etapas muy avanzadas; no sólo porque muchos de estos pacientes contraen a su vez cáncer, sino porque en algunos casos, que no toleran las terapias hasta ahora conocidas, la enfermedad llega a un curso irremisible, y en esa etapa terminal utilizan la marihuana para mejorar su calidad de vida en esa etapa ya irreversible”.
El oncólogo observó que “ya se presentó un proyecto parlamentario para que la autorización, ya vigente en varios estados, se apruebe en todo Estados Unidos, y la Academia Nacional de Ciencias lo avaló. El requisito es que el médico haga la indicación fundamentada en un formulario especial, acompañado de una breve historia clínica. Esa indicación iría al organismo oficial equivalente al banco de drogas de nuestro Ministerio de Salud Pública, que eventualmente pide detalles antes de autorizar y suministrar la droga”. Esto se hace ya con bastante fluidez en varios estados norteamericanos, entre ellos California y Texas.
Canónico subrayó que “son enfermos potencialmente incurables, con procesos crónicos irreversibles; no se administra en otros casos. Y en esas condiciones estaría justificado hacerlo también en nuestro país”.
En la Argentina, “todavía no se ha investigado el tema. Creo que con el tiempo esos ensayos se van a hacer, en la medida en que las autoridades lo deseen, así como en el ámbito del Ministerio de Salud Pública se continúa investigando la crotoxina”.
–Pese a que la crotoxina no vino precedida de los antecedentes internacionales que usted mencionó para la marihuana.
–Efectivamente es distinto. En todo caso, en el Ministerio de Salud hay organismos que controlan los productos que pueden servir para enfrentar los trastornos producidos por el cáncer. No creo que el tema de la marihuana pueda demorar demasiado, salvo que haya resistencias de otro origen, digamos, moral. Esto me hace acordar a lo que pasó con la morfina: hace 20 años no podíamos usarla porque parecía que hacíamos algo muy tóxico, después se demostró que, racionalmente usada, es un excelente producto para el dolor. Si la morfina puede ser útil, ¿por qué no emplearla? Se aprendió la dosificación, y hoy es posible recetar morfina, bajo prescripción médica estricta y con una serie de exigencias del Ministerio de Salud Pública, como tratamiento para dolores intensos como los de la pancreatitis aguda. Y nunca vimos que por ese motivo hayan surgido morfinómanos. Es posible que dentro de unos años suceda lo mismo con la marihuana.
Canónico, que a los 80 años está en plena actividad y es profesor emérito de la UBA, vincula su llamado con “la función del humanismo médico: no conformarse con sumar esos pacientes a una estadística de casos fatales sino tener en cuenta su dignidad de vida”.
Drogas... ¿para qué?
No obstante otro destacado oncólogo, el doctor Reinaldo Chacón -presidente de la Fundación para la Investigación y Prevención del Cáncer (FUCA)–, dijo a este diario que “los actuales antieméticos (medicamentos contra los vómitos) han llevado a dejar de lado totalmente el uso de la marihuana”.
Según Chacón, “hace 25 años, en cáncer se usaban la marihuana y la heroína: la primera para evitar las náuseas y la segunda contra el dolor. La heroína se dejó de lado desde que empezaron a utilizarse nuevas maneras de aplicar morfina, por vía oral y en distintas formas farmacéuticas, lo cual facilita el control del dolor sin recurrir a fármacos con efectos secundarios demasiado indeseables”. En cuanto al control de las náuseas, “desde fines de los 80 aparecieron nuevos antieméticos, muy efectivos, porlo cual el uso de la marihuana quedó olvidado. En los foros terapéuticos habituales, el tema no se puntualiza como de interés particular”.
No obstante, el mes pasado el Instituto de Medicina dependiente de la prestigiosa Academia Nacional de Ciencias estadounidense (NAS) se pronunció a favor del uso medicinal de la marihuana, en respuesta a un pedido de asesoramiento del gobierno norteamericano. Según el informe, componentes de la marihuana “reducen las náuseas y los vómitos” y estos efectos podrían beneficiar a personas con sida o que, por padecer cáncer, reciben quimioterapia.
El jefe del Programa Nacional de Cáncer del Ministerio de Salud y Acción Social, Roberto Loiácono, prefirió “tener mucho cuidado y ser muy cauto antes de emitir opiniones”, y remitió la cuestión al director de la Administración Nacional de Medicamentos y Tecnología Médica, Pablo Bazerque. Este señaló que en la ANMAT “no hacemos directamente investigaciones, sino que controlamos los ensayos clínicos que proponen los grupos interesados en hacerlos”, lo cual no ha sucedido hasta ahora con la cannabis. En caso de que el dromarinol fuese aprobado en Estados Unidos, su eventual producción en la Argentina se atendría “al decreto concerniente a medicamentos aprobados para su uso en países que se suponen de alta tecnología, entre ellos Estados Unidos, por el cual la aprobación debería ser automática”, explicó Bazerque. En caso de ser así, el medicamento “entraría en la categoría de los psicotrópicos y debería venderse bajo receta archivada”, precisó el funcionario.

 

Sobre el sida

En cuanto al sida, Pedro Cahn, presidente de la Sociedad Argentina de Sida, afirmó que “las indicaciones planteadas para la marihuana, como mejorar el apetito, combatir las náuseas o mejorar el bienestar, las logramos con las actuales terapias antivirales”.
“Si el dromarinol estuviera disponible en nuestro país, creo que no tendría ningún paciente al cual indicárselo –dijo Cahn–. No es por razones morales, sino porque no sería necesario. Con las actuales terapias, es muy raro que necesitemos utilizar estimulantes del apetito en algún paciente. Contra las náuseas, cuando es necesario, nos bastan otros productos. Tampoco el dolor es un problema frecuente en nuestros pacientes. En fin, la marihuana no aportaría mucho a nuestro espectro terapéutico.” Para Jorge Benetucci, jefe de Infectología del Hospital Muñiz, el uso terapéutico de la marihuana “es especialmente sensible y delicado en nuestra sociedad. En algunos casos, la marihuana estimula el apetito y quita la sensación nauseosa, pero esto se puede obtener también con otros medicamentos”.


En Estados Unidos, el debate tiene dos caras

Mientras que el gobierno federal se opone férreamente, el Instituto Nacional de Salud norteamericano recomendó la aplicación medicinal de la marihuana.

Clinton se opuso totalmente al uso médico recomendado.
La Cámara de Representantes votó contra la legalización.

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t.gif (862 bytes) El debate sobre la marihuana en Estados Unidos está sembrado de contradicciones. Mientras que en seis estados los norteamericanos ya decidieron, a través de un referéndum, legalizar esa hierba para uso medicinal, la administración del presidente Bill Clinton se opone a la legalización de cualquier droga e intenta bloquear la aplicación de la medida. En las idas y vueltas del debate, los ex presidentes George Bush, Jimmy Carter y Gerald Ford se han expedido en contra. Entre quienes apoyan la medida se encuentra el empresario George Soros, que aportó medio millón de dólares para la promoción del referéndum que triunfó en California, en noviembre de 1996. Pero hace apenas un mes, la administración de Clinton recibió el mayor embate en el historial del polémico tema: el informe del Instituto de Medicina de la Academia Nacional Estadounidense –realizado a pedido de la propia Oficina de Políticas de Control de Drogas de la Casa Blanca– se expidió a favor de la marihuana, porque consideró que su uso puede ser potencialmente eficaz para contrarrestar algunos síntomas de enfermedades graves como el sida y el cáncer.
En noviembre de 1996, en un referéndum simultáneo con las elecciones generales, el 56 por ciento de los californianos le dieron el sí a la legalización del uso medicinal de la cannabis sativa. Por lo cual, desde entonces es legal consumirla, siempre que haya una receta médica de por medio. Junto con la ley, llamada Proyecto 215, proliferaron los cultivadores y los clubes de consumidores dejaron de ser clandestinos. Y aunque con mayores restricciones, también se aprobó el uso médico de la droga en el estado de Arizona. “Todavía tenemos una ley federal que dice que la marihuana no tiene valor médico y que es ilegal cultivarla, distribuirla y prescribirla como medicina”, dijo en ese momento Barry McCafrey, director de los programas de control de drogas de la Casa Blanca.
Y hoy, a pesar de que la ley federal de Estados Unidos sigue prohibiendo su consumo, ya son seis los estados que, en diferentes grados, legalizaron el uso médico de la hierba: en noviembre de 1998, ganó el sí en los referendums realizados en Alaska, Colorado, Nevada, Oregon y Washington. En ese momento, y ante la posibilidad de que la medida se hiciera masiva, los opositores a la legalización reclutaron a los tres ex presidentes George Bush, Jimmy Carter y a Gerald Ford, e incluso a la ex primera dama, Barbara Bush, para que se expresaran en contra. Y, derrota de por medio, el Congreso volvió a mostrarse inflexible. A fines del año pasado, la Cámara de Representantes aprobó por 310 a 93 una resolución que califica de droga peligrosa y adictiva a la marihuana e indica que no debería ser legalizada.
Por otra parte, entre los médicos tampoco hay consenso. Estudios realizados en la Universidad de Harvard recomiendan el uso de la marihuana para gran variedad de enfermedades como el cáncer, el sida, el glaucoma y los dolores crónicos. Pero las instituciones más tradicionales, como la American Cancer Association, consideran que no está probado que esta droga sea más eficaz que los medicamentos que ya se conocen y advierten sobre los peligros del consumo.

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