Por Nora Veiras
En el
Ejército no hay listas de desaparecidos que son, en realidad, muertos que no se sabe
dónde están. Después de seis horas de declaración testimonial ante el juez
Adolfo Bagnasco en la causa abierta por el robo de bebés durante la dictadura, el jefe
del Ejército, Martín Balza, confesó ante la prensa su mortificación e
impotencia por no poder hacer más de lo que ya ha hecho para conseguir que
los ejecutores del terrorismo de Estado informen sobre el destino de los desaparecidos.
Contrariando la sentencia del juicio a las juntas que probó la existencia de un plan
criminal, remarcó que la inmensa mayoría de mis camaradas en retiro tuvo una
conducta honorable y fueron muy, muy, muy pocos los comprometidos en la
represión ilegal. Pertrechado con el libro El último de facto del ex dictador Reynaldo
Benito Bignone a quien respeto mucho, dijo, y con la copia de la
orden de incineración de toda documentación, impartida por el general retirado Cristino
Nicolaides, Balza se preocupó en deslindar toda responsabilidad de investigación en las
manos de Bagnasco.
Usted aseguró que el general Eduardo Cabanillas le dijo que él nunca había estado
en el centro clandestino de Automotores Orletti, pero fue el mismo Cabanillas quien
declaró ante la justicia militar en 1977 que revistaba en la SIDE, de donde dependía ese
centro. ¿Usted no puede hacer nada? le preguntó Página/12
El general Cabanillas me dijo que nunca había estado en Orletti, prestó servicio
durante un lapso creo de 177 días en la Escuela Superior de Guerra en el
Comando General del Ejército y en comisión pasó a la Secretaría de Inteligencia del
Estado. El me dijo que no estuvo, que no presenció ningún acto delictivo, que no tiene
conocimiento de lo que sucedió con el hijo de (Juan) Gelman, de su nuera y de su nieto.
Pero general, puede ser que él personalmente no haya estado en Orletti, pero era
responsable porque ese campo dependía de la SIDE. Evidentemente hay una incongruencia,
una mentira, entre lo que declaró en el 77 y lo que le dijo a usted.
Desconozco la organización de la SIDE actualmente y, obviamente, desconocía la de
ese momento. Pero tenga plena confianza en el juez que está interviniendo, quien
evaluará y dictaminará. No me pida cosas que están fuera de mi competencia
intentó justificar ante el reiterado pedido del poeta y escritor Juan Gelman quien
le reclamó que haga algo para conocer el destino de su nuera y su nieto o
nieta desaparecidos.
Dispuesto a recitar casi de memoria las mismas palabras que había utilizado frente al
juez Bagnasco (ver aparte), Balza se hizo lugar entre la maraña de micrófonos y
grabadores y repitió los argumentos que inauguró el 25 de abril de 1995 en su primera
autocrítica parcial. Calificó de intrínsecamente inmoral la orden de
Nicolaides que el 22 de noviembre de 1983 dio una semana para ejecutar la orden de
incinerar toda la documentación clasificada, sin excepción, relativa a la lucha
contra la subversión. El jefe del Ejército dijo no sorprenderse de que no haya
listas y encontró la explicación en el libro de Bignone, publicado por Planeta en 1992,
que en la página 72 dice que dar listas de desaparecidos sería un error
histórico porque si se dan por muertos, quiere decir que el Estado dispone de las pruebas
para decir quién, dónde y por qué lo mataron. Es decir que estaba decidido no
publicar las listas. Yo quisiera saber a quiénes las entregaron los que estaban en el
78, 79, 80. Lo que es triste aceptar es que en 1999, el Ejército tenga
que dar respuestas que no tiene. El Ejército no está encubriendo nada.
El general recordó las varias órdenes y pedidos que envió a sus subordinados para que
remitan toda información sobre la lucha contra la subversión y la
inexistencia de respuesta. Tengo que apelar no a la obediencia sino a la conciencia
de cada uno. No nos olvidemos que hay leyes (Punto Final, Obediencia Debida, además de
los Indultos) sobre elpasado. No puedo violentar la conciencia y ordenarle a uno a decir
algo, dijo.
Le va a pedir a la conciencia del general Cabanillas que aporte pruebas le
preguntó un cronista.
He apelado oportunamente a la conciencia de todos.
Si la Justicia cita a declarar a Cabanillas, ¿qué actitud tomará el Ejército?
indagó otro.
¿A usted qué le parece? retrucó
De colaboración.
Por supuesto que va a ser ésa remató el general.
¿Qué más puedo hacer?, se preguntó Balza y advirtió que el
Ejército no va a poder reconstruir el pasado. Acompañado por sus colaboradores, el
general apuntó contra Nicolaides, el militar que lo desafió a mostrar la información
que dice que tiene el Ejército pero que ayer evitó el virtual careo ante Bagnasco. Dijo
que la orden de incinerar privó al Ejército y a la sociedad toda de conocer lo
actuado entre 1976 y 1983, reiteró sus críticas a la lucha fratricida
de los 70, pero por primera vez señaló que debemos ser sinceros con nosotros
mismos y decir que el Ejército respondió a una agresión.
Antes de despedirse, Balza leyó algo que no comparto para nada, una
resolución del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas que en 1987 señaló que
existió una guerra revolucionaria en la que el gobernante liberó su energía
política, la sujetó a su imperio y la liberó del condicionante jurídico y, en
ocasiones, del ético. Esto es espantoso y quizás nos podamos responder por
qué no hay listas, señaló el general contradiciéndose a sí mismo sobre los
muy, muy, muy pocos que ejecutaron el terrorismo de Estado.
Graciela pide investigación Por A.M.
La candidata a gobernadora bonaerense de la Alianza,
Graciela Fernández Meijide, manifestó a Página/12 que Balza es un funcionario
público que puede y debe hacer un sumario administrativo para deslindar, dentro de su
ámbito, las responsabilidades de su subordinado. Meijide se refirió así respecto
del jefe del II Cuerpo del Ejército, general Eduardo Cabanillas, señalado por el
escritor Juan Gelman como responsable mediato de la desaparición de su nuera y su nieto o
nieta, durante la dictadura. Cumplido este trámite, la Justicia puede solicitar el
texto. O sería más pertinente que Balza remitiera el resultado del sumario al magistrado
correspondiente, agregó la candidata. |
DECLARO EN TRIBUNALES Y NO APORTO DATOS
Otra vez la historia oficial
Por Adriana Meyer
El general Martín Balza
aseguró ante la Justicia que el Ejército sufre por no poder dar
algunas respuestas que la sociedad y la Justicia reclaman. En efecto, el
militar que había lanzado una autocrítica parcial sobre el terrorismo de Estado y trató
de cultivar una imagen de democrático, no colmó las expectativas de quienes
lo interrogaron en su declaración testimonial ante el juez Adolfo Bagnasco, aunque desde
el juzgado calificaron sus dichos como útiles para la causa. Balza reiteró
que toda la documentación referida a la lucha contra la subversión fue
incinerada y que tampoco existen actas de esa destrucción, como había sugerido el ex
jefe del Ejército, Cristino Nicolaides. Y le aseguró al magistrado que la Jefatura II de
Inteligencia le informó que en el allanamiento realizado a fines de enero en el edificio
Libertador no existe ninguna documentación relacionada con este tema.
El centenar de cintas de computación que están bajo custodia en la cintoteca
del séptimo piso aún no pudieron ser peritadas porque la información que contienen
está en un formato por ahora ilegible. Pero los investigadores no se
conformaron con las afirmaciones de los subordinados de Balza y aseguraron a este diario
que avanzarán con el análisis de ese material. El allanamiento no perjudica al
Ejército en absoluto, respondió Balza a una pregunta de Bagnasco. Es una
muestra del respeto que siente el Ejército por las instituciones de la República, porque
es uno de los más interesados en que se clarifique la cuestión relacionada con los
desaparecidos, agregó.
El escenario no podía haber sido más caótico. Ayer coincidieron en los tribunales
federales de Retiro los desocupados que fueron a apoyar a su líder Raúl Castells, con
Carlos Perro Santillán incluido (ver página 8), los ahorristas que
concurrieron para repudiar al presidente del Banco Central Pedro Pou (ver página 11),
además de un reducido grupo de militantes de agrupaciones de izquierda que se confundían
en un paisaje de carteles, móviles de medios de prensa, vallas y cordones policiales.
Mientras allí afuera el cansancio comenzaba a vencer a los manifestantes, que empezaban a
cambiar los pañales de sus hijos o a buscar baños y comida, en los pisos tercero, cuarto
y séptimo debatían sus asuntos judiciales Pou, Balza y Castells, respectivamente. El
general llegó puntual y saludó a todos los empleados del juzgado. Su secretario, Hernán
Prieto Alemandi, se hizo convidar un mate.
El abogado Alberto Pedroncini, representante de la querella, interrogó a Balza en base al
dossier que los organismos de derechos humanos presentaron el mes pasado a las Fuerzas
Armadas, el cual fue agregado al expediente. Si bien el general manifestó haberlo
recibido, luego dijo que era la primera vez que veía los documentos que lo integran
porque lo están analizando en la secretaría general de su fuerza. Balza
argumentó durante la audiencia que aunque se hubieran confeccionado (las actas), no
agregarían nada a lo que la Justicia requiere. Manifestó que cree que
pudieran haber existido órdenes verbales para que no se confeccionara o se
destruyera el acta, pero insistió en que actualmente no existen. En ese momento
Pedroncini empezó a mencionar los documentos del dossier: el inventario de destrucción
de documentación confeccionado por el jefe de la Policía de Córdoba, el informe de un
juez de Santa Rosa que señaló que no fue destruida toda la documentación, las
Instrucciones contra personal de la Iglesia Católica, el Procedimiento
a seguir con menores de edad, hijos de dirigentes desaparecidos y el informe al
Estado Mayor del Ejército que precisaba que en La Pampa y en el II Cuerpo las pruebas del
terrorismo de Estado no fueron incineradas. Balza se desconcertó, pero terminó de
descolocarse cuando Pedroncini le mostró la orden de secuestro del matrimonio
Zaffaroni-Islas, que es un formulario elaborado por el Batallón de Inteligencia 601 donde
actuaron el I Cuerpo del Ejército y la SIDE. Ese documento roza el caso Cabanillas y
quizás por eso Balza no pudoocultar el escozor que recorrió su extensa humanidad.
Las respuestas del extenso interrogatorio no resultaron satisfactorias para el abogado del
poeta Juan Gelman, Albor Ungaro, quien manifestó a Página/12 que a pesar de la
buena voluntad que demostró lo que dijo no conduce a nada, porque aseguró que no conoce
nada o no estaba en el país cuando sucedieron los hechos que nos interesan. Según
el letrado, el jefe del Ejército se mostró comprometido emocionalmente pero
al mismo tiempo dijo que no podía hacer lo que le estamos pidiendo.
Una autoridad judicial aseguró tal como adelantó Página/12 que el juzgado
estudia la posibilidad de citar al jefe del II Cuerpo del Ejército, general Eduardo
Cabanillas, aunque aún no estableció si pedirán una declaración testimonial o
indagatoria porque el militar no figura entre los imputados inicialmente por las Abuelas
de Plaza de Mayo, querellantes en este proceso que busca establecer si existió un plan
sistemático de apropiación de los hijos de los desaparecidos durante la dictadura.
Nicolaides no participó de la audiencia. Su abogado, Alejandro Zeverín, coincidió con
Ungaro en destacar la buena disposición de Balza, pero deslizó su molestia
por haber podido formular sólo 12 de las 47 preguntas que tenía preparadas. Sin embargo,
dio su consentimiento para que éstas sean respondidas por escrito, de modo que el general
no deberá volver al juzgado de Bagnasco, al menos, por este motivo. Zeverín destacó que
Balza ratificó el procedimiento de destrucción de documentación, que el
comandante en jefe podía hacerlo y que se concretó a través de actas que fueron
archivadas, pero el destino de esas actas sigue siendo un misterio. El
abogado considera que no hubo una orden de destruirlas.
Balza aportó los radiogramas que recibió con las respuestas negativas a su pedido de
información referida a la represión ilegal, formulado en 1995 y presentó también una
copia del mensaje enviado a todos sus subordinados, en el que ordena que si se
dispone de directivas, órdenes, actas, registros, listas, legajos, etc. relacionados con
la lucha contra la subversión, deben ser entregados directamente al secretario general
del Ejército antes del 21 de abril. Dos días antes de su declaración testimonial,
como para tratar de llegar ante el juez sin las manos totalmente vacías.
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