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LA ALIANZA ATLANTICA EN UN CINCUENTENARIO EMBARAZOSO
Los bombarderos son derechos y humanos

Ayer empezaron a festejarse los 50 años de la OTAN. Fue en Washington, en ceremonias ensombrecidas por la guerra contra Yugoslavia, que la Alianza ratificó su voluntad de ganar. Los 19 reivindicaron su derecho a combatir violaciones a los derechos humanos mientras las bombas seguían cayendo en Belgrado.

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Página/12
en EE.UU. 

Por Mónica Flores Correa
Desde Nueva York

t.gif (862 bytes)  Pompa y circunstancia. El título de la marcha del inglés Edward Elgar podría sintetizar el espíritu que marcó ayer el inicio de la celebración del cincuentenario de la OTAN en Washington. A pesar de los discursos autoelogiosos, los aplausos, los brindis, la recepción nocturna en la Casa Blanca y un clima definible como “allegro moderato”, los líderes occidentales no pretendieron ocultar que la festividad se hallaba ensombrecida por la circunstancia de la crisis en la ex Yugoslavia. Crisis que amenaza la reputación de eficacia de la Alianza y también su integridad. Pero de estas amenazas no se habló, desde ya, y la Declaración de la cumbre reivindicó el derecho de la Alianza a combatir las violaciones a los derechos humanos.
Todo lo contrario: el secretario general Javier Solana dijo en la conferencia de prensa que siguió a la reunión matutina a puertas cerradas de los 19 miembros de la organización, que había “total determinación y total unidad” para continuar la campaña aérea contra el gobierno de Slobodan Milosevic y la limpieza étnica de los albanos-kosovares. “Iremos hasta el fondo. Seguiremos adelante hasta que tengamos éxito”, afirmó el funcionario español. Por su parte, Bill Clinton, anfitrión de la cumbre de tres días de la Alianza y líder supremo de la campaña militar contra los serbios, dijo a sus aliados que, “cuando nosotros luchamos, lo hacemos para triunfar” y reiteró la decisión de “sostener los ataques aéreos todo el tiempo que sea necesario”. La OTAN rechazó la propuesta de Milosevic de admitir observadores civiles de Naciones Unidas en el territorio kosovar a cambio del cese de los bombardeos, dijo que intensificará los bombardeos y anunció la imposición de sanciones económicas. Con respecto a la intervención de tropas de tierra en el conflicto, una especulación que había crecido fuertemente en los últimos días, los líderes dijeron que no figuraba “en la agenda” y en la declaración conjunta de tres páginas no se hizo mención de dicha posibilidad.
Sin embargo, pese a esta renovación de la aparente negativa a incluir la infantería, el Wall Street Journal publicó ayer una nota en la que se señalaba que los estrategas del Pentágono consideran que queda poco tiempo para organizar una campaña terrestre, que debería llevarse a cabo antes de que comience el invierno europeo. “Considerando el ‘peor escenario’ de que se necesite una lucha de tres meses, las fuerzas de OTAN deberían entrar en la provincia a comienzos de julio”, habrían indicado los oficiales del Pentágono. La escalada en el bombardeo “pareciera reflejar el miedo de las principales capitales de la Alianza de que la campaña aérea no esté funcionando”, señaló el matutino. “A medida que se habla más de enviar tropas de tierra, los países de la OTAN van escalando más el bombardeo aéreo”, comentó un alto funcionario estadounidense.
Tropas terrestres era justamente lo que pedían ayer los albanosamericanos en una manifestación frente a la Casa Blanca. “Envíen tropas de tierra a Kosovo hoy; mañana será muy tarde”, decía un cartel, mientras que en otro se leía: “Gracias, OTAN” y en otro: “Milosevic es el Hitler de los Balcanes”. En cambio, en el monumento a Washington hubo una protesta en contra de los bombardeos que no fue organizada por los serbios sino por el Fourth Freedom Forum, un grupo opuesto a la proliferación nuclear. Pero en conjunto, las manifestaciones fueron muy escasas y pobremente atendidas, para tener en cuenta el número de naciones con problemas cuyos representantes se hicieron presentes.
Las medidas de seguridad se extremaron, limitándose el acceso a las calles cercanas al edificio Ronald Reagan en el que, también por seguridad, se centralizaron casi todas las actividades de la cumbre. Cadaentrada del edificio estuvo custodiada por miembros del servicio secreto, acompañados por perros entrenados para detectar bombas. Para evitar el congestionamiento, que no pudo soslayarse del todo, unos 90.000 empleados públicos que trabajan en el área gozaron de un día de asueto. Los negocios de la zona céntrica también cerraron, pero las avenidas Pennsylvania y Constitution se vieron atestadas por las limusinas y autos oficiales de los 1700 dignatarios de los 42 países que asisten a la celebración.
El primer día de la cumbre se desarrolló en torno de un acto central e innumerables “briefings” dena17fo03.jpg (17083 bytes) los líderes asistentes para los medios de comunicación. En el mismo salón, el Andrew Mellon Auditorium, donde el 4 de abril de 1949 once naciones habían firmado el Tratado de la Alianza del Atlántico Norte, los gobernantes de los 19 países que actualmente integran esta fuerza militar firmaron la llamada Declaración de Washington sobre el futuro de la Alianza, entre cuyos principios establecieron “estamos decididos a actuar contra los países que violan los derechos humanos, llevan adelante guerras y conquistan territorios”. La Declaración no incluyó ninguna explicación que atenuara la alarma que semejante afirmación pudiera despertar en otros países no privilegiados con la pertenencia al club del Atlántico norte.
Al cierre de esta nota, la Casa Blanca ofrecía una recepción con una nota de sobriedad: por respeto a la tragedia de Kosovo y a la situación de guerra contra Belgrado, los prominentes invitados no se vistieron con ropas de etiqueta para la ocasión. Sólo trajes oscuros y vestidos de tarde para brindar por los derechos humanos.


PROTESTA INTERNACIONAL POR LAS OPERACIONES
La TV en la mira del ataque

The Guardian
de Gran Bretaña

Por Richard Norton Taylor
Desde Londres

t.gif (862 bytes) Los líderes de la OTAN se apresuraron ayer a justificar el bombardeo a una estación de la televisión serbia en Belgrado, que dejó varios empleados civiles muertos y marcó una nueva ampliación de los objetivos que la Alianza considera “legítimos”. El ataque al edificio en el centro de Belgrado fue condenado ayer por organizaciones internacionales de periodistas y el canciller italiano Lamberto Dini.
Periodistas en el lugar de los hechos afirmaron ver el cuerpo casi decapitado de un hombre colgando entre los escombros, y el cadáver de un maquillador. Otro hombre quedó atrapado entre dos bloques de concreto. Los doctores le amputaron ambas piernas en el acto, pero no sobrevivió. La agencia oficial yugoslava Tanjug afirmó que alrededor de 150 personas estaban dentro del edificio cuando se produjo el ataque. El ministro sin cartera Goran Matic declaró que además de 10 muertos y 18 heridos, se temía que hubiera al menos 20 personas atrapadas bajo los escombros. La estación de televisión restableció sus transmisiones luego de seis horas, pero una conexión satelital con Eurovision –usada por periodistas extranjeros para enviar información al exterior– fue destruida, según funcionarios yugoslavos.
El ataque fue el último en una serie de bombardeos contra objetivos polémicos, que incluyó el martes el bombardeo de la casa del presidente yugoslavo Slobodan Milosevic, y el día anterior contra la sede central del oficialista Partido Socialista Serbio, donde se encontraban las oficinas de los canales de televisión controlados por la familia de Milosevic o gente cercana a su régimen. El premier británico Tony Blair insistió durante la cumbre en Washington por el 50 aniversario de la OTAN que el bombardeo contra las estaciones de televisión estaba “totalmente justificado”, ya que éstas eran parte de la “estructura de poder dictatorial de Milosevic”. Sin embargo, el canciller italiano Lamberto Dini consideró que la operación fue “desastrosa”, y dijo que “yo, desapruebo”. “En mi opinión –agregó– la cuestión de la televisión no formaba parte de los planes”.
Hace dos semanas, el portavoz militar de la OTAN David Wilby había calificado a la cadenana17fo02.jpg (6596 bytes) estatal serbia RTS como “un objetivo legítimo que desde hace años llena el aire de odio y mentiras”. Sin embargo, el vocero de la OTAN Jamie Shea negó que RTS fuera un objetivo, y distinguió entre instalaciones ordinarias de transmisión y “transmisoras integradas en el sistema (militar) de comunicaciones de mando y control”. Shea había asegurado el 12 de abril al secretario general de la Federación Internacional de Periodistas (FIP), Aidan White, que la OTAN “sólo atacaría objetivos militares. Solamente se atacarán antenas de televisión y radio si están integradas con instalaciones militares, lo que ocurre frecuentemente en Yugoslavia”. Pero luego subrayó que “no hay ninguna política concreta para atacar transmisoras radiales y televisión”.
Un comunicado oficial de la FIP condenó el ataque, advirtiendo que podría culminar en represalias contra los periodistas independientes
que estaban militando contra los controles impuestos por el gobierno de Milosevic. “Hemos estado intentando rastrear a los periodistas que han desaparecido o que fueron detenidos por las autoridades serbias. Su situación sólo se ve agravada por el ataque”.

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