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Melchor posse, intendente de san isidro
“Si Graciela no fuera pituca, no me gustaría”

El compañero de fórmula de Fernández Meijide se define como “nacional y popular” y “muy provinciano”. Hijo de obreros, desarrollista y luego radical, se centró en la “inseguridad”.

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Por José Natanson

t.gif (862 bytes) Melchor Posse se siente incómodo en el microcentro. El ruido de los autos y los colectivos, sumado a la gente que camina apurada, perturban al compañero de fórmula de Graciela Fernández Meijide para la gobernación bonaerense. “Es que soy muy provinciano”, explica. Después de pedir una gaseosa dietética en un bar de Sarmiento y Maipú, el intendente de San Isidro aceptó dialogar con Página/12 de los temas de hoy y de los de siempre: la inseguridad, la Alianza, su relación con la diputada frepasista, la necesidad de acercarse a los sectores obreros y las ideas desarrollistas que aún sigue defendiendo. A continuación, sus principales definiciones.
–¿Cuál cree que es la mayor preocupación del electorado bonaerense?
–La inseguridad. Ya no hay un bonaerense o un argentino que viva tranquilo, sabe muy bien que la llegada a su casa es un robo casi imposible de detener. Además es peligroso, porque el exceso de droga que se ha lanzado sobre la sociedad convierte al delito en muerte.
–¿Por qué pidió la renuncia de León Arslanian?
–Nosotros hemos conversado y apoyado todas las reformas policiales, desde el comienzo hasta ahora. Yo siempre digo que la única verdad es la realidad. Y la realidad es que ha fracasado todo. Se puede visualizar en la calle. Por eso yo he avanzado en el pedido de renuncia, con todo el dolor, porque lo considero un buen dirigente, un buen profesional, un hombre que peleó por los derechos humanos. Nosotros creemos que el responsable de todo es (Eduardo) Duhalde. Es el verdadero responsable de la cantidad de armas y drogas que están en circulación. Por lo tanto, reformando y poniendo leyes duras no se va a solucionar este tema.
–Pero eso es lo que propuso la Alianza.
–La Alianza propone modificar la tenencia de armas y modificar las leyes, pero la verdadera solución es atacar violentamente la droga y la exclusión social.
–¿No cree que la renuncia de Arslanian trae riesgo de frenar la reforma de la ex Policía Bonaerense?
–La reforma para atrás no puede ir. Tiene que ir para adelante y mejorada. Debe jerarquizarse la policía, debe mejorarse el salario, la tecnología, apoyar la descentralización, sacar las manzanas podridas que quedan. Pero Arslanian no puede seguir tapando la realidad de la droga con su presencia. Esto no se soluciona con policías más bravas, con leyes más duras o con hacer otro tipo de modificaciones. Esto se soluciona concretamente cuando se vayan (Carlos) Menem y Duhalde.
–¿Cree que puede haber vínculos entre algún sector del PJ bonaerense y el narcotráfico?
–(Duda unos instantes) Es una pregunta difícil de responder. Yo puedo decir, de nuevo, que la única verdad es la realidad. Se ha triplicado la droga en los últimos siete años, se ha triplicado la venta de armas ilegales. Yo no sé si el poder político o qué fuerzas extrañas están amparando su circulación.
–Antes de la constitución de la Alianza, cuando Graciela anunció su pase a la provincia, usted la descalificó, dijo que era una “pituca de Barrio Norte” ¿Sigue pensando lo mismo?
–Yo soy radical, ella es frepasista. Irrumpía en la provincia. (Raúl) Alfonsín, (Leopoldo) Moreau, yo, todos le pegamos con lo que teníamos. Luego se hizo la Alianza y allí terminó. En ese momento había que atacarla, era otro partido. Ahora juntos fijamos un objetivo: el desarrollo económico y el desarrollo social. Y empujamos con todo. Es cierto que le dije pituca. A mi mujer también le digo pituca y me siento bien. Además, si no fuera pituca no me gustaría.
–¿Su mujer?
–Claro. Con Graciela nos llevamos muy bien. Yo soy hijo de obreros, sigo viviendo en un barrio obrero. Me tocó ser intendente de un lugar muy difícil, en donde está lo muy rico y lo muy pobre. Aprendí a conducir. Unode los elementos básicos de la relación entre los políticos es fijar un objetivo y complementarse. Ella toma una definición, yo aporto lo mío, y en el momento de la decisión yo apoyo con todo.
–¿Usted sigue siendo desarrollista?
–Yo soy nacional y popular. Yo nací en el partido de (Hipólito) Yrigoyen, que era nacional y popular. Luego los radicales se equivocaron y apareció (Juan) Perón y se quedó con los trabajadores. Nací radical pero siempre entendí que mis aliados eran los trabajadores y la clase media. Hay que tenderles una mano a los trabajadores para empezar una etapa nueva, como alguna vez la quisieron construir Yrigoyen y Perón. Estoy mucho más allá de la alianza electoral. Creo en la alianza social. Una alianza electoral da votos. Pero después hay que gobernar. Hay que poner la intelectualidad al servicio de un proyecto de ser nacional.
–¿No cree que el corpus teórico del desarrollismo está un poco demodé, no es una teoría inaplicable a la realidad actual?
–Por eso me fui del desarrollismo como partido e ingresé, en 1981, de la mano de Alfonsín, en la UCR. Pero siempre en la búsqueda de que el desarrollo económico se uniera al desarrollo social. Si no se desarrollan las fuerzas productivas de nuestro país no tiene destino nadie.
–¿Se siente más cerca de Alfonsín o de De la Rúa?
–En el partido, de Alfonsín. En la posibilidad de gobierno, de De la Rúa. Nunca fui alfonsinista, nunca fui delarruista. Creo en el objetivo de cada momento histórico. Una figura como la de De la Rúa, hoy, va a dar un gobierno de equilibrio entre las fuerzas en pugna. Además de atacar la corrupción hay que mejorar el tema del trabajo y de la seguridad, no sea cosa que hagamos un gobierno muy honesto pero incapaz de gobernar.
–¿Como el de Arturo Illia?
–Lo que pasó con Illia es que no tenía mayoría. Un gran tipo, honesto, que gobernó con el 25 por ciento, sin resortes de poder. Por eso De la Rúa va a ser un gran presidente. Va a tener más del 50 por ciento, muchísimos peronistas van a votar por él.
–También van a tener en contra importantes resortes institucionales: el Senado, varias provincias, la Corte Suprema.
–Por eso hablo de que hay que construir una alianza social.
–La necesidad que usted plantea de captar a los sectores obreros, ¿se podría traducir en el pase de algún dirigente del PJ hacia la Alianza?
–Si no fue responsable de la corrupción y de la injusticia social, sí. Los que más interesan son los muchachos de mi barrio y de todo el país que adoran a Perón y a Eva y que se dan cuenta de que Menem y Duhalde los han traicionado.
–¿Por qué usted y Leopoldo Moreau se odian?
–Es una pelea de barrio. El problema es que, en el ‘81, cuando yo me voy del desarrollismo y él me presenta a Alfonsín, Leopoldo quería ser candidato a intendente de San Isidro. Hay una elección, le gano y a partir de ahí él no olvidó nunca la pelea. Yo insistí siempre porque soy un dialoguista, lo apoyé para que sea senador nacional y a los tres días se dio vuelta y trabajó en contra. No tiene reglas de juego.
–¿Qué opina de las declaraciones de Alfonsín en las que dijo que si Domingo Cavallo entraba a la Alianza él se iba?
–Yo tengo un gran aprecio por Alfonsín. Yo creo que en algún punto lo comparto. Pero como Cavallo es un buen técnico, yo llegaría a decir que, director de algún banco, si nosotros somos poder, se podría dar. Tomarlo como lo que es: un ejecutivo. Lo mismo que (Ricardo) López Murphy.
–¿Quién le gustaría que fuera ministro de Economía de una eventual gestión de De la Rúa?
–(Adalberto) Rodríguez Giavarini. Es un industrialista.
–¿Y en la provincia?
–Depende de Graciela. Yo puedo aportar nombres, pero la decisión es de ella. Yo no le voy a pelear un solo ministro a Graciela.
–¿La vicegobernación es un paso para la gobernación?
–No. Yo ya no tengo biología. Tengo 66 años. Si Graciela gana y quiere volver a ser candidata a gobernadora yo la voy a apoyar.

 

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