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LE GANO 2-0 A PLATENSE, SIN JUGAR BIEN, PERO CON JUSTICIA
Boca, fiebre de sábado a la noche

Transitoriamente, alargó su ventaja a ocho puntos, extendió su racha invicta a 33 partidos oficiales, les dio a sus hinchas la mejor excusa para quedarse bailando en Liniers hasta la madrugada, aunque no haya brillado. Palermo, de penal, y Arruabarrena, los goleadores.

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Riquelme y Arruabarrena forcejean con Verón, que va al piso para frenar el ataque de Boca.
Los de Bianchi no brillaron como en el partido contra Racing, pero volvieron a mostrar su contundencia.

Por Adrián De Benedictis

t.gif (862 bytes) No fue la fiesta que sacudió a la Bombonera una semana atrás, con el 4-0 contra Racing. Pero a Boca le alcanzó con poco para superar a un rival ordenado pero inofensivo. Así, sin jugar bien, se llevó un triunfo de Liniers, cuya justicia puede medirse por la eficacia antes que por la calidad de su fútbol. A los hinchas no les importó tanto: con ocho puntos de ventaja –por lo menos hasta hoy–, el invicto estirado a los 33 partidos, y el título más cerca, gozaron en las tribunas, aunque futbolísticamente haya dejado que desear.
Boca tomó la iniciativa desde el arranque, manejando la pelota a partir de Riquelme, y con Serna como abanderado de la recuperación. Pero no podía inquietar a Cancelarich. Eso sucedía porque Platense lo esperaba con dos líneas de cuatro bien plantadas en la puerta del área, y así, a Riquelme se le complicaba porque lo cerraban bien entre Verón y Bravo, y perdía precisión en los pases, Palermo caía atrapado en un embudo entre los centrales Erbín y Loyola y, de esa manera, el Mellizo Guillermo quedaba desentendido del juego.
A los 9 minutos, cuando Boca no podía golpear, Palermo lo tuvo de zurda después de un toque corto de Cagna; haciendo una comba, la pelota se le fue al lado del palo izquierdo de Cancelarich. Platense seguía ahogándole la salida, y aprovechaba para adelantarse un poco en el terreno, aunque Godoy quedaba solitario arriba, y nunca con peso ofensivo suficiente. Boca seguía manejando la pelota y Platense buscaba de contra. Después de un pase largo de Chatruc, el delantero tuvo su mejor chance: la paró y le pegó de media vuelta, pero se fue cerca del arco.
A los 14 se lo perdió Boca dos veces en la misma jugada, cuando Cancelarich tapó primero el disparo de Bermúdez y luego el rebote que tomó Palermo. El puntero empezaba a perder el orden por la desesperación de llegar al gol.
Platense seguía agrandándose, entre los 30 y los 40 disfrutó sus mejores minutos, y a los 31 tuvo su situación más clara, cuando después de un corner la pelota quedó boyando y Chatruc la mandó por arriba.
Fue en ese período, cuando el local estaba mejor parado en el campo, que llegó la polémica del penal a favor de Boca. Un presunto foul de Loyola sobre Palermo, tocándole el pie de apoyo, que Madorrán vio falta dentro del área, aunque desde afuera no diera la misma sensación. Palermo le pegó resbalándose y le salió un tiro al medio que no pudo retener Cancelarich.
Con el gol, Boca se tranquilizó y empezó a tocar más, sin tirar tantos pelotazos. Obligado por el resultado, Platense salió a buscar la hazaña del empate en el segundo tiempo; se desprendieron sus volantes y Lenguita comenzó a generar los circuitos ofensivos. Boca se vio acorralado en su área, había perdido el control de la pelota y los defensores despejaban de punta para arriba. Aunque de contragolpe, a los 52, Riquelme pudo haber aumentado con un tiro libre. Platense seguía bien parado para marcar y le dificultaba el trabajo a Boca. A los 55, una volea de zurda de Formidabile se transformó en la chance más clara de los locales. Y hasta allí llegó su predominio.
Con el ingreso de Pereda, Boca lateralizó más porque Basualdo no pudo pesar en el partido. El peruano le cubrió el sector izquierdo a Riquelme, dejando que se juntara con los atacantes. El volante destiló pequeños toques de su clase, aunque fue uno de sus peores partidos en el torneo. Palermo pudo haber aumentado cuando le pegó de derecha, algo mordido. Boca estaba recuperado. Dos minutos más tarde, Samuel salió desde el fondo, proyectándose por izquierda, eludió a Váttimos y tiró el centro, que Arruabarrena anticipó, dejando parado a Cancelarich.
Con el control del resultado, Boca siguió presionando y Palermo tuvo dos situaciones más, con tiros desde el borde del área chica, conjurados por el arquero local. Ya no importaba. La historia estaba escrita.

 

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