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DIEZ RAZONES PARA  QUE BOCA ESTÉ ALETA
Ser grande no es lo mismo que agrandarse

Después de la fiesta contra Racing y antes del pálido triunfo contra Platense, el plantel de Boca pareció
embriagarse con el elixir del éxito e ingresó en una peligrosa exposición pública. Está todo bien, pero...

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Por Juan José Panno y
       Facundo Martínez

1Boca le ganó bien a Platense, pero jugó mal. Lejos de su nivel. La imagen futbolística que dio el equipo empalidece en la inevitable comparación con el show del toque que había montado una semana atrás frente a Racing. El sábado a la noche, en Liniers, contó con la mano que le dio Madorrán cobrando un penal inexistente y navegó sin rumbo en gran parte del segundo tiempo. Si Boca juega contra River, San Lorenzo o Vélez tal como lo hizo con Platense sus posibilidades de ganar se reducirían a cero. Es nada más que una hipótesis basada en datos muy subjetivos, pero el malestar larvado de Bianchi con sus jugadores se debe ubicar en ese contexto. El equipo anda tan derecho que gana bien aun jugando mal, pero no parece buena idea quedarse a dormir en los brazos de la racha.

2Fue evidente el fastidio de Guillermo Barros Schelotto. Esta vez no sólo se las agarró con el árbitro y los rivales, como es su costumbre, sino que metió en la misma bolsa a sus compañeros. El Mellizo es uno de los jugadores clave de Boca, pero cuando se preocupa más por quejarse que por desequilibrar con su gambeta, pierde efectividad. Ojo.

3El equipo tropezó con dos piedras, Gimnasia y Platense. Estos dos equipos fueron los que más complicaron al campeón. Ambos eligieron un planteo mezquino, retrasado, y en el abroquelamiento defensivo lograron anular la iniciativa de Boca. La estrategia de estos rivales se centró en anular el juego de Juan Román Riquelme. Andrés Yllana fue el verdugo de los de La Plata, y Cristian Bravo, el celador entre los de Saavedra. El resultado quedó a la vista: sin Riquelme el equipo pierde inteligencia y concentración, se desconecta. Las alternativas que Bianchi improvisó en los dos partidos –Basualdo y Cagna como enganches– no alcanzan para recuperar la pérdida. El equipo tendrá que buscar otros caminos para hacer circular la pelota. Riquelme puede convertirse en el talón de Aquiles.

4El capitán Diego Cagna sueña con irse a jugar al fútbol europeo pero tanto el técnico como los dirigentes lo consideran indispensable para el equipo. El presidente Mauricio Macri le dio el visto bueno al jugador ante la alternativa de que el club reciba un buen ofrecimiento por el pase. Pero cuando esa posibilidad estuvo cerca, Boca se negó a soltarlo. El Espanyol le ofreció al club 4 millones por el volante y Boca no bajó sus pretensiones de 4,5 millones. Ahora, el Espanyol volvió a la carga pero, según trascendió, con una oferta inferior en 1 millón de dólares. En el club se especula con el interés de los españoles y también con que el capitán se quede, un juego de nunca acabar. Cuidado: la ambición desmedida en las eventuales ventas puede volverse una contra grande.

5En los inicios de la década del ‘80, cuando Bianchi todavía se ponía los cortos, la hinchada de Vélez le cantaba: “Juntemos todos, juntemos cinco lucas // para comprarle a Carlito una peluca”. Una muestra de afecto expresada en una cargada inocente de quienes lo idolatraban. Por entonces, Bianchi respondía con una sonrisa franca parecida a la que captan las cámaras de Fútbol de Primera cada vez que lo escrachan después de un gol de Boca. Casi 20 años después, la incipiente calvicie avanzó inexorablemente: Bianchi es hoy un señor pelado. Luce, eso sí, una graciosa (por no decir ridícula) peluca que no le compraron los hinchas de Vélez ni los de Boca y que le fue impuesta como parte de una publicidad que filmó para una entidad crediticia. El entrenador de Boca, con peluquita y casco de motociclista, apareció la semana pasada en la tapa del diario deportivo Olé. Curioso. Llamativo si se tiene en cuenta el perfil bajo que pregona el entrenador.

6 Al poco tiempo de asumir en Boca, Bianchi reprendió al arquero Roberto Abbondancieri que había aparecido disfrazado, prestándose al grotesco en el programa Atorrantes que conducía el Pato Galván. “Pregúntese qué necesidad tiene de hacer estas cosas”, le dijo. Al llegar al entrenamiento del día siguiente, el arquero admitió: “Lo pensé y creo que usted tiene razón; no lo voy a hacer más”. ¿Qué habrá pensado Abbondancieri al verlo a Bianchi con peluca y casco en la tapa de Olé?

7También uno podría preguntarse ¿qué habrá pensado Bianchi al ver que el martes, en la tapa del suplemento de La Nación, aparecieron Abbondancieri, Serna y Basualdo disparando con arco y flecha en una producción fotográfica presentada como “Boca le apunta al título”. ¿No es contradictorio con el mensaje unívoco del torneo anterior, cuando el técnico había prohibido que se hablara de título?.

8Bianchi tiene todo el derecho de hacer la publicidad que quiera y aprovechar el buen momento, tal como lo hacen Guillermo con Pepsi o como el colombiano Córdoba cuya imagen ocupó varias páginas de Clarín en una producción de modas con la escultural modelo Eva Herzigova. Y si Palermo quiere bailar vestido como mujer en el programa de Tinelli nadie debería alarmarse. Pero así resulta imprecisa la línea que trazó el propio Bianchi al pedirles a sus dirigidos que evitaran cualquier forma de exposición pública que se saliera del juego mismo.

9Hoy es el cumpleaños número 50 de Bianchi. Según sus palabras –un poco irónicas, un poco arbitrarias– el entrenador tendrá que levantar la veda contra el periodismo, después de más de un mes de silencio. A mediados de marzo, el Virrey se enojó con el diario Olé porque publicó algo que el técnico dijo –que Boca se podía comparar con la Juventus o el Borussia Dortmund– pero no quiso decir, y dispuso no volver a hablar con los medios hasta la fecha de su cumpleaños. Con el silencio no le fue mal, hasta que el diario La Razón publicó una entrevista al técnico, que él no había autorizado. Hoy tiene que hablar, pero hay quienes creen que, montado sobre este segundo incidente, Bianchi volverá a imponer la veda hasta quién sabe qué ocurrencia.

10 Palermo parece haber entendido la lección en esto de las exposiciones públicas y su festejo del gol de penal contra Platense fue muy sobrio. Algunos supusieron que se había quedado tan conmocionado por el resbalón antes del disparo (le pegó con la zurda, la pelota le dio en la derecha y entró casi con vergüenza) que no se atrevió a ninguna exteriorización, temiendo tal vez que no le convalidaran la conquista. Pero lo cierto es que no hubo bajada de pantalones, ni simulacro de coito ni nada de eso que no le conviene ni a Palermo ni a Bianchi, ni al equipo mismo. Además de todo, Palermo también está alerta luego de los dos golazos de Barijho contra Racing. Saludable. Tan saludable como que Boca se mantenga en la vía de la humildad que tan buenos resultados le dio hasta acá.

 

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