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![]() En las elecciones de ayer participó el 60 por ciento de los inscriptos en el padrón electoral, un número alto considerando que se trataba de un comicio no obligatorio y completamente novedoso para los uruguayos. Hasta hace apenas tres años, el sistema electoral de Uruguay se regía por la Ley de Lemas, en la que cada partido ofrecía varios candidatos y en el cual el sublema ganador del partido ganador se quedaba con la victoria. La reforma electoral realizada en 1996 triplica lo que antes era una sola elección: ahora los uruguayos votaron en las internas, votarán en octubre y lo harán de nuevo en noviembre ante la casi seguridad de una segunda vuelta. Para el Frente Amplio se perfila la posibilidad más seria de alcanzar el poder desde su fundación en 1971. Luego de la fuerte disputa interna de los últimos dos años, en la que incluso Tabaré Vázquez se fue temporariamente de la coalición y el senador Rafael Michelini creó un nuevo partido, la coalición de izquierdas logró unirse y para octubre algunas empresas de opinión pública le otorgan el 36 por ciento de los votos: es decir, un lugar seguro en el ballottage. La reforma electoral tiene algo que ver en esto. El sistema de lemas y sublemas reducía por principio la perspectiva de terceras fuerzas que pudieran disputarles el poder a los dos partidos hegemónicos: el Colorado y el Blanco (Nacional). Sin embargo, hay dos cuestiones que pueden limitar las chances del Frente Amplio. La primera tiene que ver con lo que harán los candidatos perdedores: si apoyan al candidato ganador o buscan alianzas extrapartidarias. En el caso del Frente Amplio, las divisiones existentes multiplican este peligro. El senador Danilo Astori, que obtuvo ayer el 22 por ciento de los votos, se entiende bien con ciertos sectores de derecha, y Tabaré Vázquez fue terminante: si Astori se convierte en su compañero de fórmula, nuestro abrazo no se lo creerá ni la Caperucita Roja. La segunda cuestión es una posible alianza entre el Partido Colorado y el Nacional en caso de que haya una segunda vuelta. Ambos ya llevan cinco años de gobierno juntos, el que ahora encabeza Julio María Sanguinetti, y es probable que lo repitan si, como en las elecciones presidenciales de 1994, el Frente Amplio amenaza con un triunfo.
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