Por Cecilia Sosa
"Todas las
federaciones estudiantiles de América latina luchan por lo mismo: la defensa de la
educación pública ante el avance de la privatización." Con esa convicción,
Yosvani Díaz Romero (cubano, 26 años) y Alejandro Urízar Cabrera (guatemalteco, 20)
pelean desde la cúpula de la organización que nuclea a los estudiantes de
Latinoamérica, la Oclae. Ambos llegaron al país para encabezar una reunión del
organismo (ver recuadro) y dialogaron con Página/12 acerca de los temas que conmueven a
los universitarios de estas latitudes y de las sorpresas que se llevaron en los claustros
porteños. Y no ahorraron elogios para el sistema de educación superior cubano.Cada frase de Díaz Romero, presidente de la Organización Continental
Latinoamericana y Caribeña de Estudiantes, es heredera de la revolución del '59:
"Los cubanos nos aferramos mucho al discurso tradicional. Nos da muy buenos
resultados", dice. Y sonríe. Urízar Cabrera es hijo de un dirigente estudiantil
asesinado a fines de los `70 y habla desde la experiencia de haber dejado su país para
estudiar en la Universidad de La Habana. "Fui a Cuba a romper un montón de mitos
--comenta el vicepresidente de la Oclae--. En Guatemala hasta se dice que Fidel Castro se
come a los niños. Quedé muy asombrado cuando, al llegar, me dieron libros y cuadernos
sin tener que pagar un centavo."
--¿Qué nuclea a los movimientos estudiantiles latinoamericanos?
--Díaz Romero: Los discursos pueden ser diferentes, pero el trasfondo
es el mismo. Todos defendemos la educación pública. Se lucha contra el avance de la
privatización, la falta de presupuesto y la caída de la participación estudiantil.
--Urízar Cabrera: Ni en Guatemala ni en Cuba los alumnos tocan
tambores como en Argentina. En las universidades salvadoreñas y guatemaltecas no se ven
carteles tan bonitos como acá. Pero en todos lados se defiende lo mismo. Y no es
casualidad. Los enfrentamientos a las políticas neoliberales surgen de una misma realidad
continental.
--¿Cómo afecta a la universidad cubana la crisis económica?
--D. R.: A Cuba hay que verla desde Cuba. En pleno período especial,
no cerró un aula, al contrario, la matrícula universitaria aumentó. Sus 75 mil
estudiantes son una muestra de la fortaleza de la revolución. Mientras los alumnos de
otros países pagan un hospedaje para estudiar en las ciudades, los cubanos tienen
residencias estudiantiles: becas gratuitas que brindan desayuno, almuerzo y cena. El
movimiento estudiantil no tiene que luchar por más presupuesto y reconocimiento, porque
ya los tenemos. Puede haber escasez de pintura, o el libro que se entrega de manera
gratuita puede no ser nuevo. Pero prevalecen la creatividad y la fidelidad a la
revolución.
--U. C.: El alumno cubano no trabaja y, pese a que la exigencia es
altísima, lleva una vida tranquila. Por eso, se queja de que el refresco tiene poca
azúcar o de que ya no aguanta el chícharo. Pero la universidad le asegura comida y, en
comparación con la realidad guatemalteca, no se entiende por qué protesta.
--¿Cómo está organizado el sistema universitario cubano?
--D. R.: Hay cuatro tipos de universidades: Ciencias Médicas; Cultura
Física; Institutos Superiores Pedagógicos, y las que dictan carreras de perfil amplio,
ciencia, tecnología y humanidades. Desde el '59, las 15 provincias cubanas tienen una
sede universitaria. Además, todos los graduados tienen empleo asegurado. Para
garantizarlo, el acceso a la universidad está planificado por el Estado. Cada alumno
elige cinco prioridades y rinde una prueba de ingreso, según el perfil elegido. Los
resultados y el promedio de los tres años del preuniversitario constituyen un orden de
prioridad para elegir carrera, donde no priman la condición social, la raza ni el sexo.
--¿Las carreras de ciencias sociales se limitan a estudiar corrientes
marxistas?
--U. C.: No solamente. La universidad es un campo de debate muy
fuerte. El marxismo nace de otras corrientes sociológicas y se contrapone con otras. Pero
nunca vi a un estudiante que dijera `yo no creo en lo que dijo Marx'.
--¿Qué les llamó la atención de la universidad argentina?
--D. R.: Buenos Aires es una ciudad muy linda pero me sorprendió lo
rápido que vive y lo poco que duerme la gente. También fue la primera vez que vi a la
policía preparándose para enfrentar a los universitarios. Fue en una marcha de la FUA,
en la inauguración de la Feria del Libro. En Cuba la policía jamás saca las armas
contra los estudiantes.
--U. C.: Salir de las calles de Buenos Aires y entrar a la Facultad de
Ciencias Económicas fue casi un respiro. Cualquier universidad pública siempre inspira
compañerismo, ganas de compartir. Me sorprendió lo bien vestida que va la gente a la
facultad. Y lo lindas que son las mujeres argentinas.
Contra el presupuesto
Por Fortunato Mallimaci *
El modelo neoliberal impulsado por el gobierno nacional está produciendo una sociedad
cada vez más desencantada, injusta y empobrecida. Ricos cada vez más ricos a costa de
pobres cada vez más pobres. Frente a esto, la universidad pública debe replantearse su
misión y sus objetivos a corto plazo. Tanto la aceptación pasiva como la negación sin
propuestas alternativas al modelo neoliberal la están llevando a caminos sin salida.
Sólo un amplio debate interno y el diálogo con actores del Estado y la sociedad podrá
sacarla de la actual parálisis. Mientras tanto, es necesario crear culturas y normas
institucionales que vayan formando el clima propicio para la transformación necesaria. La
discusión sobre el presupuesto universitario es un ejemplo: se trata de una herramienta
para mantener y aumentar la calidad académica y una oportunidad para mostrar cuáles son
las prioridades. Por eso, el año pasado estuve entre los impulsores del reclamo al Estado
de mayores fondos para la educación pública, al mismo tiempo que pedía una amplia
discusión del modo en que los recursos se distribuyen y generan al interior de la UBA y
de la Facultad de Ciencias Sociales. Debemos ser claros: hay inequidades flagrantes en
cómo se distribuye históricamente el presupuesto nacional, el de la UBA y el de nuestra
facultad. La discusión acerca de la distribución de los fondos para 1999 en la UBA
generó una amplia reflexión entre los miembros del Consejo Superior. Es importante para
una nueva distribución tener criterios de solidaridad y equidad, y dar respuesta a las
situaciones de emergencia que atraviesan algunas unidades académicas. Los dos primeros
criterios se han tenido parcialmente en cuenta al satisfacer necesidades comunes para el
conjunto. Sin embargo, no fueron consideradas las necesidades de las facultades en
emergencia. Ciencias Sociales mantiene en los últimos años prácticamente el mismo
presupuesto, habiendo aumentado sus estudiantes de 8564 a comienzos de 1996 a 17.486 en el
primer cuatrimestre de 1999. El crecimiento explosivo de la matrícula generó además
otros problemas: hacinamiento, dado que aún no se cuenta con el edificio único para la
facultad; planteles docentes con sueldos de 150 pesos promedio con comisiones cada vez
más numerosas; laboratorios inexistentes o trabajando en su mínima expresión por
escasez de equipos; bibliotecas desactualizadas, etc. Estamos ante un panorama que exige
respuestas urgentes y audaces. El Ministerio de Educación prometió fondos para la
construcción de la nueva sede de nuestra facultad que nunca llegaron. Primó el ajuste
fiscal sobre la necesidad educativa. El Rectorado y el Consejo Superior prometieron fondos
para la emergencia que aún no se han distribuido. Primó el criterio de satisfacer
necesidades de unidades académicas ya "instaladas" y no las de aquellas con
necesidades básicas insatisfechas y sin posibilidad de generar recursos propios
suficientes. Mañana se votará un presupuesto en la UBA que mantiene relaciones de
inequidad entre las unidades académicas. Existe incapacidad para dar respuesta a la grave
situación de la que son víctimas, sobre todo, los más de 17.000 estudiantes de Ciencias
Sociales que tienen los mismos derechos y deberes que el resto de los alumnos de la UBA.
Por esta razón, en defensa de la excelencia académica que es un capital que nuestra
facultad no puede perder, no votaré el presupuesto 1999 de la UBA.
* Decano de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA). |
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