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COMO ES EL CURSO QUE SIGUEN AHORA QUIENES QUIEREN INTEGRAR LA BONAERENSE
La mujer que forma la futura policía

Ana María Clement dirige el equipo encargado de cambiarle la cara a la Bonaerense. Dice que al principio la subestimaron, “pero las distancias se fueron acortando”. No sólo pretende mejorar las prácticas, sino darles “una formación humana integral”.

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Por Eduardo Videla

t.gif (862 bytes)  Ya no son cadetes sino alumnos, y el lugar donde cursan ya no se parece a un cuartel, aunque los guardias tienen incorporado, casi como un reflejo, el saludo con la venia ante el paso de propios o extraños. “Estamos cambiando la policía del año 2015”, dice Ana María Clement, directora de Formación y Capacitación Policial, una de las responsables de cambiarle la cara a la Bonaerense. Clement forma parte de un grupo de mujeres, designadas por el ministro León Arslanian, que conducen el proceso de formación y reentrenamiento policial, después de vencer las primeras resistencias de la oficialidad masculina. En virtud de los cambios de planes, en el Instituto Juan Vucetich los futuros policías no sólo hacen prácticas de tiro, defensa personal y técnicas de aprehensión. “También se debate sobre derechos humanos y violencia de género, se recortan del diario los casos de muerte de policías y se analizan los errores, y se discute hasta la sindicalización policial. Acá no hay nada de lo que no se hable”, asegura Clement, en una entrevista con Página/12.
Licenciada en Ciencias de la Educación y docente en la Universidad de Quilmes, Clement no tiene experiencia en seguridad pero sí en diseño de planes de estudio. “Al comienzo hubo muchos obstáculos, problemas de subestimación. Primero porque éramos civiles y, además, mujeres. Nunca se explicitó, pero flotaba en el ambiente la pregunta: ‘¿Qué me puede venir a decir a mí esta mujer?’”, recuerda la especialista, que llegó al ministerio a fines de 1997 pero que fue nombrada en el cargo en enero último. “Hubo demoras, resistencia para brindar información –precisa la funcionaria–. Pero con el tiempo se comprendió que la relación era entre profesionales, y las distancias se fueron acortando.”
En la Vucetich cursan hoy 1050 alumnos. De ellos, 600 ingresaron este año. Al cabo de dosna16fo02.jpg (9924 bytes) años egresarán como técnicos superiores en seguridad policial, con el grado de oficial ayudante. Durante el curso, harán pasantías como agentes en comisarías o delegaciones. Como consecuencia de la reforma, la escuela ya no forma suboficiales: los actuales cabos y sargentos serán los últimos de su especie. “El objetivo es terminar con la división en castas, que asigna al suboficial las tareas duras y los sueldos bajos”, argumenta Clement.
Aunque cueste creerlo, este año hubo un record de aspirantes a ingresar a la policía: 3400 inscriptos en toda la provincia. De ellos, sólo 1200 pasaron las evaluaciones médica, psicotécnica e intelectual. Pero ingresaron 600 –el cupo máximo permitido–, de los cuales el 40 por ciento son mujeres. “La cantidad de inscriptos es notable, porque en los últimos años no pasaban de 1800”, dice Clement. La especialista admite que esta explosión obedece más que nada al elevado índice de desocupación. “La policía garantiza estabilidad en un momento en que no hay trabajo”, afirma. Pero interpreta, además, que el fenómeno responde a que la gente “tiene más expectativas en la policía”.
–Las encuestas la muestran, sin embargo, entre las instituciones menos confiables para la sociedad –señaló Página/12.
–Esta situación ya se está revirtiendo. Hay un incremento de la relación entre la comunidad y la policía. Ante la situación de desamparo que se ha instalado, la gente apuesta a la integración, que se da por ejemplo en los foros vecinales o en las demandas de seguridad a las comisarías, donde hay un espacio abierto que antes no existía.
–¿Qué cosas hay que hacer para cambiar el perfil de una policía que se hizo famosa por el gatillo fácil?
–En principio, se apunta a una formación humana integral, no sólo como policías. Se estudia y se debate sobre derechos humanos y violencia de género, que son temas con los que se van a enfrentar todos los días y antes ni se tocaban. Se trabaja en el tema de las enfermedades sociales, como la adicción a las drogas, para que no se trate ese asunto sólo con criterios represivos. Y sobre todo, se pone el acento en la prevención y el uso racional de la fuerza. No formamos tiradores al blanco. Lospolicías tienen que saber que sólo deben usar el arma en situaciones de alto riesgo y que no pueden ir por la calle tirando a mansalva.
–¿Qué relación hay entre la serie de asesinatos de policías y la falta de capacitación?
–Muchas de las muertes son por fallas en la capacitación. En el 90 por ciento de los casos las víctimas pertenecen al escalafón de suboficiales. Por eso estamos profundizando el tema del reentrenamiento en las 18 departamentales de la provincia. Hay que tener en cuenta que en la Vucetich casi no se hacían prácticas de tiro: en un balance de los años ‘80, se gastaron en un año 2200 cartuchos para 1110 cadetes, a razón de dos tiros por año cada uno. Ahora, cada alumno dispara 200 cartuchos por mes.
–¿Qué otros cambios tuvo que hacer en los planes de estudio?
–Se eliminaron las prácticas de desfile, que demandaban el 30 por ciento de las horas de estudio. Algo que tenía que ver con una institución altamente militarizada. En cuanto a la instrucción, ya no se hace en compañías de 150 personas sino en grupos de 30. Para apuntar a una formación más personalizada, además, se impuso el régimen de tutorías: cada docente es tutor de un grupo de alumnos, para contribuir a resolver los problemas que se les presenten. Además, los varones y las mujeres estudian juntos, algo que no ocurría antes.
–¿Cuándo cree que se verán los cambios en la policía?
–Sabemos que los cambios profundos son a largo plazo. Pero ya pueden verse dentro de la fuerza. Por ejemplo, se nota el choque entre el personal nuevo, que va a hacer las pasantías a las comisarías. El viejo personal manifiesta alguna resistencia pero también se siente controlado. Con 600 egresados anuales, se va a demorar años en renovar una fuerza de 47 mil hombres. Pero además se están haciendo cursos de reentrenamiento, a razón de 840 efectivos por semana. Ya llevamos reentrenados más de 6100 efectivos.
–¿Cómo se siente manejando la instrucción de una fuerza integrada mayoritariamente por hombres?
–Me pregunto si Arslanian lo pensó en el momento de designarme –bromea–. La situación es fuerte. Pero al final se ha impuesto una relación de trabajo de tipo profesional.

 

No al policía de 24 horas
“Hay que modificar la concepción doctrinaria de que el policía debe tener estado policial durante las 24 horas”, dice el director del Instituto Juan Vucetich, comisario inspector Roberto Silva. Se refiere a los policías que están de franco, quienes están obligado por la ley a “actuar a todo riesgo para evitar la comisión de un delito”.
Silva –quien además es profesor de Historia, graduado en la Universidad de La Plata– consideró que esa exigencia implica “un desprecio total por la vida, no sólo del policía, ya que lo obliga a actuar con su arma, por ejemplo, ante el robo de una bicicleta”. Por eso, se pronunció por “la modificación de la doctrina y de la ley”. El fin de semana, el ministro León Arslanian adelantó a Página/12 que “estamos cambiando el estatuto para que esto deje de ser obligatorio”.
Silva relató una experiencia que vivió hace poco durante un viaje a Alemania, donde los policías pasan a ser civiles cuando dejan el servicio: “Vi que un policía terminaba su horario de trabajo, y dejaba el arma en la repartición antes de irse a su casa. Le pregunté qué haría si presenciaba un asalto. Me contestó: ‘Llamo a la policía. Los que vengan van a estar mejor preparados que yo para actuar’”.

Dos años de carrera
La carrera de Técnico Superior en Seguridad Policial, que reemplaza al viejo curso de oficiales, tiene una duración de dos años. Está compuesta por tres módulos, que duran entre cuatro y cinco meses cada uno, más una pasantía de seis meses. La carga horaria total es de 1852 horas cátedra.
Cada módulo está dividido en dos áreas: una práctica, que incluye tiro, entrenamiento físico, defensa personal, procedimientos policiales y criminalística; y otra teórica, que contempla disciplinas como Derecho Penal y Procesal, Derechos Humanos, Sociología, Etica, Relaciones con la Comunidad, Minoridad, Planeamiento en Seguridad y Manejo de Grupos.
Los requisitos para ingresar a la carrera son tener entre 18 y 30 años, estudios secundarios completos y ser argentino nativo o por opción. Los aspirantes deben aprobar un examen de ingreso que incluye evaluación médica, de aptitud física, psicológica e intelectual.
El programa de estudios, aprobado este año por la Dirección General de Escuelas bonaerense, fue diseñado por el equipo que encabeza la subsecretaria de Formación y Capacitación del Ministerio de Seguridad, Haydée Barletta, y que integran Ana María Clement y María Gabriela Hernando, entre otros.

 

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