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Algo empieza a moverse en la negociación rusa

Rusia y Estados Unidos parecían estar acercando posiciones ayer tras la visita del vicesecretario de Estado norteamericano Strobe Talbott a Moscú. Y hay una nueva misión rusa en marcha a Belgrado.

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El País de Madrid
Por Rodrigo Fernández y Javier Valenzuela desde Moscú y Washington

t.gif (862 bytes) La visita a Moscú del vicesecretario de Estado norteamericano, Strobe Talbott, ha sido un éxito a juzgar por las declaraciones hechas por ambas partes. Talbott dijo haber tenido “conversaciones constructivas, serias y francas”, mientras que Igor Ivanov, el ministro ruso de Exteriores, señaló que en muchos puntos referentes a la crisis de Kosovo las posiciones de Rusia y EE.UU. “coinciden o son cercanas”. Al mismo tiempo, las divergencias continúan: Rusia se sigue oponiendo a los bombardeos de la OTAN y advierte que ignorará el embargo petrolero que la Alianza ha decidido imponer contra Yugoslavia.
El viaje de Talbott a Moscú, acordado durante la conversación telefónica que el domingo mantuvieron los presidentes Boris Yeltsin y Bill Clinton, era muy importante para el Kremlin, puesto que para continuar sus esfuerzos mediadores en la crisis balcánica necesitaba sentir que se lo escucha y que sus opiniones y propuestas son tomadas en cuenta. Y uno de los objetivos principales de Talbott era precisamente aliviar la tensión surgida en las relaciones entre Moscú y Washington debido a los ataques de la OTAN contra Yugoslavia. “Por supuesto que Rusia y EE.UU. están trabajando juntos en este problema” [de encontrar una solución pacífica a la crisis de Kosovo], declaró Talbott al finalizar su larga reunión con Viktor Chernomyr-din, el enviado especial del Kremlin para los Balcanes. Aunque Talbott no reveló el contenido de su conversación, Chernomyrdin seguramente le dio detalles sobre las nuevas propuestas que su equipo ha elaborado para tratar de llegar a un compromiso con Belgrado.
Uno de los temas delicados que fueron tratados entre los rusos y Talbott fue el del embargo petrolero contra Yugoslavia, que Rusia ha decidido ignorar. La posición del Kremlin al respecto es clara: sólo la ONU puede aprobar sanciones o embargos y si otra organización lo hace, son obligatorios sólo para sus miembros.
Mientras tanto, el ministro de Defensa ruso, Igor Serguéyev, anunció ayer que, como consecuencia de la reciente cumbre de la OTAN, Rusia tendrá que revisar su propia doctrina militar. Moscú, señaló Serguéyev, está preocupada ante todo por dos puntos de la nueva concepción estratégica de la OTAN: “La posibilidad de usar las fuerzas de la Alianza fuera de los límites de su zona de responsabilidad en todo el espacio euroatlántico, y de hacerlo sin la sanción de la ONU”. “Esto nos obliga a revisar muchos puntos referentes a nuestra propia seguridad militar”, dijo el mariscal ruso, agregando que habrá que introducir “correcciones” no sólo en las fuerzas estratégicas nucleares, sino también en las convencionales.
Por otra parte, Alexandr Solzhenitsin unió su voz a la de los que condenan los bombardeos de la OTAN. El famoso escritor acusó a Occidente de hipocresía. “Si la defensa de los oprimidos realmente los preocupara más o menos seriamente, en estos 40 años habrían defendido al Tíbet, a su pueblo aplastado, a su religión y finísima cultura antigua, pero no movieron ni un dedo por cobardía” de tenérselas que ver con China. El Premio Nobel de Literatura también recordó el destino de los kurdos, “divididos en diferentes países y aniquilados”. Occidente ha tenido medio siglo para defenderlos, “pero no lo hizo, porque Turquía es su aliado” y domina importantes estrechos, señaló el cronista del Gulag, los campos de concentración soviéticos.
Chernomyrdin anunció que no viajará hoy miércoles a Belgrado tal como habían anunciado fuentes del Consejo de Europa, ya que debe reunirse en Moscú con el ministro de Exteriores griego y el de Defensa alemán. En elcontexto de los esfuerzos diplomáticos para encontrar un compromiso en el conflicto balcánico, esta semana también visitarán Moscú el secretario general de la ONU y el canciller de Canadá.

 

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