La guerra y
la paz continúan jugándose en una intensa guerra de facciones dentro del gobierno
yugoslavo. Vuk Draskovic, el vicepremier yugoslavo, reiteró ayer que el presidente
yugoslavo Slobodan Milosevic había acordado con el mediador ruso Viktor Chernomyrdin al
despliegue de una fuerza internacional de paz bajo la bandera de la ONU. Estamos
listos para que lleguen las tropas del Consejo de Seguridad, afirmó. Pero el líder
del Partido Radical Serbio (SRS) Vojislav Seseli, negó que hubiera un acuerdo de este
tipo, y acusó a Draskovic de traidor y antiserbio. La ofensiva también
pareció ir contra el canal Studio B, que responde a Draskovic, el cual fue brevemente
intervenido ayer por el ejército. Draskovic amenazó a Milosevic quien mantiene un
riguroso silencio desde la semana pasada con llamar a marchas de protesta si
respalda la orden. Ante esta confusión, los países de la OTAN expresaron escepticismo
sobre las declaraciones de Draskovic, y parecen alistarse para una nueva fase de la
guerra. Estados Unidos llamó a filas a 33.000 reservistas, y el vocero de la OTAN Jamie
Shea afirmó que los barcos de guerra de la OTAN desviarán por la fuerza a buques que
pretendan violar el bloqueo petrolero a Yugoslavia, no obstante la negativa de Rusia a
obedecer el embargo.
La posición común de Milosevic y Chernomyrdin es que estamos dispuestos a aceptar
una fuerza de la ONU en Kosovo, aseguró ayer Draskovic a los medios. Milosevic no
se ha pronunciado al respecto, y las declaraciones de Draskovic presentan varias
dificultades. En principio, se basa en una propuesta que fue rechazada públicamente por
la propia cancillería yugoslava (aunque no por Milosevic) cuando fue planteada la semana
pasada por el mediador ruso Chernomyrdin. El canciller yugoslavo Zivadin Jovanovic afirmó
en ese entonces que su país sólo aceptaría inspectores civiles. Asimismo, Seseli
que comparte con Draskovic la cartera de vicepremier desestimó por completo
la propuesta de su colega. Ninguna persona seria en Yugoslavia aceptará la
presencia de tropas extranjeras de cualquier nacionalidad declaró
tajantemente porque significaría la ocupación y aniquilación de nuestra
patria. Serbia agregó es perfectamente capaz de lidiar tanto con
una amenaza externa como de ajustar cuentas con quienes operan como sus lacayos.
¿Cuál de estos políticos representa la posición del gobierno yugoslavo? El
interrogante es imposible de responder debido al silencio del presidente Milosevic. Por
ahora, sin embargo, los signos apuntan en contra de Draskovic. El vicepremier admitió que
la última vez que habló con Milosevic fue la semana pasada, y que sus recientes
declaraciones se basan en una conversación telefónica con Chernomyrdin.
Y Draskovic parece en este momento estar en vía de choque con el presidente a raíz de la
intervención de la radiotelevisora Studio B. La medida fue ejecutada por el ejército,
que actuaba por las órdenes de Alexander Vucic, el ministro de Información. Los
censores se retiraron luego, pero Draskovic amenazó con vaciar las
calles y manifestar contra esta decisión antidemocrática si Milosevic no
desautorizaba la medida. El gobierno no es propiedad de él ni de nadie,
remató.
Confrontados con una propuesta de paz hecha por alguien cuya posición en su gobierno es
delicada, y que se basa en una propuesta que fue rechazada la semana pasada, la OTAN ha
tomado la propuesta con pinzas. Es un paso en la dirección apropiada, afirmó
cauto el vocero del Departamento de Estado norteamericano James Rubin, quien expresó
dudas acerca de la validez de Draskovic como portavoz de la opinión del gobierno de
Milosevic. El ministro de Relaciones Exteriores alemán Joshka Fischer calificó las
propuestas de irresolutas e inmaduras, y consideró que no era claro
exactamente qué quería decir Draskovic y a quién representaba.
Por lo pronto, el costado militar de la OTAN no está dando ninguna señal conciliatoria.
Los bombarderos de la Alianza destruyeron ayer la sede del partido de Milosevic, y
volvieron a bombardear los puentes sobre el Danubio en Novi Sad. El ministro de Relaciones
Exteriores británico Robin Cook aseveró que la moral del ejército serbio era muy
baja, y queesperaban deserciones masivas. El presidente norteamericano Bill Clinton
ordenó ayer el llamado a filas de 33.000 reservistas de su país para apoyar a la
OTAN y a las operaciones estadounidenses en relación al conflicto en Kosovo. Los primeros
2000 serán movilizados inmediatamente, y serán destinados a los servicios
logísticos de las fuerzas aéreas. El resto se irá sumando paulatinamente a las fuerzas
de la OTAN en la región. La última vez que se movilizaron reservistas fue durante la
Guerra del Golfo de 1991.
Los anuncios oficiales de la OTAN apuntan a una mayor tensión con Rusia a raíz del
bloqueo petrolero contra Yugoslavia. El portavoz Shea anunció oficialmente que la armada
de la OTAN en el mar Adriático escoltaría, si fuera necesario por la fuerza, a todo
buque sospechado de transportar petróleo a Yugoslavia. Rusia había calificado el bloqueo
de ilegal, y declaró que se rehusaría a obedecerlo. Pero como Rusia es uno
de los mayores proveedores de petróleo a Yugoslavia, si ellos logran evadir el embargo,
la medida perdería todo sentido. Moscú todavía no reaccionó ante el anuncio.
Claves Las
declaraciones del vicepremier moderado yugoslavo Vuk Draskovic ayer y anteayer, criticando
al presidente Slobodan Milosevic y aceptando el envío de tropas internacionales a Kosovo,
son el signo más fuerte hasta el momento de que la unidad del gobierno podría estar
fracturándose bajo el peso de las toneladas de bombas lanzadas desde el inicio de la
operación.
En un eventual arreglo negociado como el que acepta Draskovic,
Rusia está llamada a jugar un papel crucial, primero como negociadora y luego como
participante plena de la fuerza militar de paz que entraría a la provincia rebelde.
Moscú operaría aquí como una garantía ante sus hermanos eslavos del sur.
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UN DEPURADOR ETNICO SERBIO CUENTA TODO SOBRE
KOSOVO
Yo limpié mi país de albaneses
The Guardian de Gran Bretaña
Por Maggie OKeane desde Belgrado
Sus vecinos lo llaman
el limpiador. Pero el limpiador quiere hablar de derechos humanos. Dos
perritos amarillos juegan en una cucha en la cocina de su casa de Belgrado mientras Milan
Petrovic explica las reglas que un limpiador étnico debe seguir en Kosovo. No nos
permiten matarlos ni golpearlos, y tampoco podemos mutilarlos, cuenta sobre los diez
días que pasó en Kosovo, pidiendo a las familias albanesas que se fueran de sus casas.
A la mayoría les damos 24 horas para que se vayan. Era más difícil expulsar a los
ricos que son unos delincuentes, con televisión satelital y casas grandes.
Pero si uno los presiona, al final se van. Son unos cobardes, esos albaneses, huyen como
conejos. La mayor parte de la limpieza ya estaba hecha cuando llegamos. Milan tiene
50 años pero sólo dos dientes en su mandíbula inferior. En su departamento, una
televisión gigante está prendida en una cocina atiborrada de cosas. Mientras habla,
alisa con la mano un mantel a cuadros. Los medios occidentales dijeron un montón de
mentiras sobre lo que hicimos en Kosovo. Nosotros respetamos los derechos humanos,
dijo.
Al principio, insiste en que no hubo violaciones. A un soldado serbio no le interesa
violar mujeres albanesas. No está en nuestra naturaleza. No me malinterprete. Había
algunas lindas. Pero el ejército no nos autorizaba a violarlas. Después, su
historia cambió. Su hija Daniela entra en la conversación: Las mujeres albanesas
huelen mal porque comen mucha grasa de cordero y eso pasa por los poros a la piel.
Petrovic juega con su encendedor Zippo entre su índice y su pulgar y anuncia que mañana
vuelve a Kosovo para seguir limpiando. En su vida cotidiana, maneja un camión
para vivir, pero cuando empezó la guerra, se alistó en el ejército. Todo serbio
debería alistarse y mostrar nuestro repudio a la OTAN. Dos mil voluntarios se
encontraron en la ciudad sureña de Nis, el punto de partida rumbo a Kosovo. Vinimos
de todo el país. Apareció un hombre de 72 años. Le dijeron que era demasiado viejo, que
la edad límite eran 65 años.
Petrovic es un hombre de familia. Busca en el fondo de los bolsillos de sus pantalones
negros unos pocos dinares para su hija mayor que sale con su novio, mientras su mujer, que
no manifiesta ningún interés por lo que estamos conversando, pasa por la cocina. A
Petrovic le dan pena esos niños que expulsó de Kosovo, pero si eran albaneses no tenían
ningún derecho a estar ahí. Yo tenía que cumplir órdenes, y sabía que alguien
recibiría a esas mujeres y niños.
¿Y los hombres? Si yo hubiera estado a cargo, hacía ejecutar a los terroristas del
Ejército de Liberación de Kosovo (UCK) con sus familias, pero tenía órdenes de
entregarlos al ejército. No sé qué les hacían. Probablemente guardarlos como
prisioneros de guerra.
A veces, concede Petrovic, los limpiadores voluntarios cometen deslices. Una de cada
cien veces, diría, había matanzas o violaciones. Pero no más. A seis de mi unidad se
les fue la mano una noche y empezaron a matar albaneses. Pero sólo habían matado a unos
cuatro cuando se decidieron a ver qué se podían llevar de los hogares kosovares. Al día
siguiente, el ejército no los dejó seguir y se los llevó.
De la guerra de la OTAN, el señor Petrovic vio muy poco. Oíamos a los aviones
zumbando sobre nuestras cabezas, pero pienso que se estaban concentrando en Pristina, la
capital de Kosovo, así que no nos causaron ningún problema. Petrovic cree que el
buen limpiador étnico es como un psicólogo. Es fácil distinguir a los albaneses
inocentes de los terroristas. Uno lo ve en la expresión de los ojos, desde el momento en
el que abren la puerta. Están aterrados y se huele el sudor del miedo.Primero les
preguntamos: ¿Tienen armas? Y después los miramos a la cara y ya sabemos la respuesta.
Si nos dicen la verdad, sólo uno de nosotros entra a la casa a revisar. Si no, nos los
llevamos. A los que no son terroristas, pero que no tienen derecho quedarse, les decimos
que se vayan en 24 horas. Dragon también es un serbio de Belgrado. Tiene 26 años.
Cuando tenía 18 lo mandaron a luchar en la guerra de Croacia. Sólo tres de sus nueve
amigos en la guerra sobrevivieron. No vale la pena morir por Kosovo. No forma parte
del siglo XX, le dijo a su amiga Marina cuando le pidió que lo escondiera de las
autoridades. Marina vive en la misma casa que el limpiador y cada día le va a resultar
más difícil ocultarlo.
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