Por Horacio Verbitsky El ex presidente de la
delegación de Asociaciones Israelitas, Rubén Beraja, acusó de antisemita al presidente
del Banco Central, Pedro Pou, en una presentación realizada ante el juez federal Gabriel
Cavallo, quien investiga una denuncia por asociación ilícita e incumplimiento de los
deberes de funcionarios públicos de todos los miembros del directorio del Central,
presentada por los diputados socialistas Alfredo Bravo, Héctor Polino y Jorge Rivas. La
ley antidiscriminatoria agrava hasta en la mitad las penas por otros delitos cuando hayan
sido cometidos con esa motivación. Cavallo ya citó a declaración indagatoria a Pou,
quien se negó a declarar. La denuncia de Beraja sostiene que fue por antisemitismo que
Pou fomentó la caída de bancos conducidos por miembros de la colectividad judía, para
lo cual habría traficado información tendenciosa con el propósito de provocar corridas
en su contra. Hasta ahora se conocían una frase de Pou adversa a lo que llamó
bancos étnicos y su imposición a Beraja de visitarlo en horario de plegarias
en el Día del Perdón. La presentación judicial de Beraja suministra detalles
escandalosos y entre la larga nómina de testigos que propone figuran el ministro de
Economía Roque Fernández, el Gran Rabino José Chebebar, todo el directorio del Banco
Central y el funcionario de la Policía Federal encargado de la custodia del ex banquero.
Su texto también ofrece un asombroso panorama acerca de los manejos de la autoridad
monetaria durante la crisis desatada por el default mexicano en 1994 y 1995.Según Beraja,
Fernández convocó a las entidades bancarias, con cuyos directivos se acordaron
fusiones, compras y transferencias de entidades, tendientes a evitar pánico en el
mercado, por lo que cada operación debía realizarse contra reloj, sin poder valorarla
con detenimiento ni realizar las prolijas auditorías que las operaciones de este tipo
requieren. De ese modo el Banco Mayo, que Beraja presidía, resolvió absorber el
Banco Cooperativo de La Plata. Su balance indicaba un patrimonio positivo de 10 millones
de pesos, mientras la primera auditoría del Mayo arrojaba un saldo negativo de 30
millones. Beraja agrega que advirtió de esa diferencia a Roque Fernández, a quien
le subrayamos que el Banco Central hacía cuatro años que no realizaba las inspecciones
que obligatoriamente debe efectuar cada año. Fernández nos contestó que
atento a la urgencia con que debía realizarse el traspaso, lo tomáramos conforme a los
valores de libro y que, si nuestros auditores tenían razón, se nos compensaría la
diferencia permitiéndonos pagar los redescuentos que tomáramos con títulos públicos a
valor nominal. Pou estuvo presente en esa reunión, pero cuando Fernández asumió
el ministerio de Economía, desconoció el compromiso. ¿Lo tiene por escrito?
preguntó. Cuando Beraja le recordó que él mismo había participado de la
reunión, el nuevo presidente del Banco Central replicó:Con la experiencia que
usted tiene no puede ignorar que la palabra de funcionario no vale nada. Beraja agrega que
el Banco Mayo debió hacer frente al quebranto que afectaba al 25 por ciento de su capital
social. Cuando Beraja reclamó ante Fernández, el ministro le dijo que no podía
modificar la decisión de su sucesor: Como usted bien sabe, el Banco Mayo es un
proyecto querido para mí, pero no lo es para Pou, le dijo. Según el ex presidente
de la DAIA, Pou también le expresó hostilidad hacia ABAPPRA, la entidad de bancos
pequeños, cooperativos y de provincias, que Beraja presidía, porque afirmaba que esas
entidades no tenían viabilidad ni correspondían a la actual realidad económica y
crediticia.La denuncia agrega que en agosto de 1997, cuando el directorio del Banco
Central analizaba las consecuencias de la caída del Banco de Crédito de La Plata, Pou
dijo: Si cerré un banco católico no me va a temblar la mano para cerrar bancos
judíos. Añade que en varias ocasiones Pou me manifestó que no terminaba de
entender a los judíos, que para develar su incógnita iba a tener que leer el Talmud. Era
difícil, por el trato desfavorable que observaba especialmente al hablar de esos temas,
saber cuánto había de ironía en sus dichos. Mientras Beraja negociaba con el
fondo Newbridge la venta de la tarjeta Provencred, Pou le preguntó si también los
miembros de Newbridge eran judíos. En otra ocasión le dijo: Si esto sale como
usted dice, me va a tener que recomendar un rabino, para ver cómo hacen estas cosas. Cada
vez que se refería a alguna persona que profesa tal religión, subrayaba especialmente
esa circunstancia, dice Beraja. En julio de 1998, Pou le dijo que los bancos
étnicos, cooperativos y de familia no tienen lugar en el normal desarrollo de la banca y
en el actual contexto económico. Como la concepción en sí misma era discriminatoria, le
contesté en forma violenta, y pretendió darle un sentido técnico a su frase, diciendo
que el carácter cerrado de dichas entidades les impedía la capitalización, pero en
ningún momento se desdijo en relación al término étnico utilizado. Aunque
parezca sobreabundante merece subrayarse que cuando decía étnicos se trataba sólo de un
eufemismo, pues no existen otras entidades bancarias a las que pueda denominarse así,
salvo las judías. Beraja explica que no formuló la denuncia en aquel momento
ya que podría entenderse que buscaba beneficios personales utilizando mi carácter
de dirigente de la colectividad. A su juicio la valoración más precisa de
tales dichos surge de un análisis de lo ocurrido poco después: la desaparición
secuencial de los cuatro bancos étnicos al decir de Pou, que por entonces
existían. Ello sucedió, según Beraja, porque Pou traficaba información con
determinados periodistas generando una cadena de noticias que terminaban modelando la
conducta de los usuarios. Lograba de manera oculta manipular las reacciones, violando un
deber fundamental de todos los funcionarios públicos. Las reacciones del mercado, que él
pretendía soberanas, eran determinadas por la tropia información que hacía trascender,
él en forma personal y no el Banco Central como entidad.Beraja describe con
especial molestia las humillaciones que Pou le impuso el Día del Perdón, o Iom Kipur,
una de las altas festividades religiosas judías. Tanto en la colectividad como
fuera de ella no se ignora que soy desde los doce años practicante de mi religión. Por
eso ese día debía realizar a partir de las 18 horas ayuno de líquidos y
alimentos. Para eso debía prepararse en una cena familiar que le permitiría
transcurrir ese día y el siguiente sin comer ni beber nada más. Esa cena estaba prevista
a las 17 en casa de los suegros de Beraja, cuya secretaria había avisado al Banco Central
que de ser necesaria alguna reunión debía concluir antes de esa hora. A las 17,
precisamente, fue citado en el Banco Central. Cuando Beraja trató de postergar esa
reunión recibió contestaciones en tono amenazante por lo que, luego de
avisar a su esposa con franca violencia moral concurrí al Central. Luego de
una larga amansadora fue introducido a la reunión, en la que manifestó su disgusto
por lo que entendía un trato agraviante y les dije que en cualquier país donde se
respeten las minorías religiosas esa reunión no hubiera tenido lugar. Reclamé por la
libertad de conciencia. El funcionario Javier Bolzico replicó: Usted tendrá
sus intereses particulares, y yo mis intereses públicos. Recién le permitieron
retirarse sobre las 20.30, sin la menor expresión de consideración por el
atropello, que le impidió concurrir al Templo y lo obligó a transgredir mis
convicciones religiosas, realizando una magra ingesta tardía para poder sobrellevar el
día siguiente de ayuno.Cerca de medianoche, tres personas llegaron a la casa de
Beraja transmitiéndole la dispensa y la solidaridad del Gran Rabino. Durante la ceremonia
del día siguiente, el Gran Rabino rompió con las tradiciones e invitó a Beraja a
pronunciar el sermón de cierre. Beraja dijo con la voz quebrada que algunos padecen
ayuno, pero no hay padecimiento mayor que verse privado por quienes tienen el ejercicio
del poder público, del alimento de la oración, que es el peor de los ayunos. A la hora
más solemne, la caída del sol, momento en el cual se abre el Arca para guardar los
libros sagrados y la congregación desfila acercándose a los rollos sagrados pidiendo por
sus familias y las personas queridas, habiendo tenido el honor de presidir tal desfile, me
encontraba parado al lado del Arca. En ese momento el bedel le informó que el
custodio lo llamaba con urgencia. Ante tan insólita demanda pido a otra persona que
ocupe mi lugar y salí, siendo anoticiado de que Pou llamó insistentemente por teléfono
exigiendo que le contestara en forma personal, pese a que él le explicó que me
encontraba en medio de la ceremonia. Ante los dichos del sargento López decido retirarme
una cuadra del Templo, ya que se encuentra prohibida la utilización de teléfonos, como
de cualquier aparato que no utilice energía natural y contesto el llamado. Lo increpo y
me manifiesta que debía firmarse sin falta ese día la transferencia del banco, a fin de
evitar mayores consecuencias. El desprecio total por mis convicciones religiosas y el
despotismo de la exigencia, me determinó a contestarle que hiciera lo que creyera
oportuno pero que ese día no iría, que concurriría al Central a la mañana
siguiente. Beraja ofreció como testigos a todos los asistentes al Templo y pidió
que se solicite a Movicom las llamadas desde el Banco Central a sus teléfonos celulares
aquel día, con sus respectivos horarios. Esta presentación tiene como objeto
colaborar con la investigación, no exclusivamente en relación al sentimiento antisemita
del presidente del Central, que surge manifiesto tanto en sus dichos como en su
actuación, sino a la incidencia que ese sentimiento tuvo en la caída de las
instituciones bancarias que él consideró étnicas, concluye la
denuncia. La presentación de Beraja ingresó al juzgado el martes 22 de abril. El
miércoles 23 Pou dijo ante el juez que las acusaciones por discriminación racial
son falsas, de falsedad absoluta y constituyen una infamia. Según
el acusado Beraja rara vez pronuncia una mentira total, pero acostumbra decir
verdades parciales que, como todo juez sabe, permiten llevar a quien lo escucha a
interpretaciones falaces. En este caso, dice varias mentiras, como lo que está resaltado
en el punto 6 de su escrito y algunas verdades parciales. En este sentido, el documento
mencionado es una obra maestra de esta técnica.
Cómo terminó el banco de Beraja
La caída al infierno del Mayo
Por Claudio Zlotnik
Del cielo
al infierno sin escalas. Rubén Beraja llegó a su apogeo como banquero cuando su entidad
financiera, el Mayo, absorbió al quebrado Patricios. En ese momento, a mediados del
98, no se imaginaba que apenas unas semanas más tarde en octubre del año
pasado se quedaría con las manos vacías, involucrado en una de las quiebras
bancarias más conmocionante de los últimos años. La historia de la caída del Mayo
incorporó datos que trascendieron lo que podría suponerse como un mal negocio. Fue
acusado de tener una mesa de dinero clandestina y de otorgar préstamos a empresas
vinculadas a su grupo de ejecutivos. La caída del Mayo empezó en agosto del 98.
Fue en ese momento cuando Víctor Lineado, por entonces vicepresidente de la entidad,
pidió una licencia extraordinaria a su cargo por problemas de salud. Para los
ahorristas más importantes del banco, su alejamiento fue tomado como un indicio de que
algo andaba mal. De hecho, disparó la sangría de fondos de las off shore del Mayo, que
llegaron a administrar más de 200 millones de dólares desde sus domicilios legales en
Uruguay (Trust Inversions SA) y en las Bahamas (Mayflower International). Los
depositantes, que se favorecían con tasas de interés más altas que las de un plazo fijo
en el sistema oficial, canalizaban sus ahorros a través de una oficina puesta
especialmente para esos trámites, en el barrio de Once.La bola de nieve se fue
agrandando. Los rumores de que el Mayo estaba tambaleando inundaron la city porteña y la
corrida se precipitó. La venta fallida de la tarjeta de crédito Provencred, acaso el
activo más importante que tenía la entidad financiera, al fondo de inversión
estadounidense Newbridge no hizo más que oscurecer el panorama del Mayo. De poco sirvió
la ayuda oficial, otorgada a través de redescuentos por 326 millones de dólares
otorgados por el Banco Central. El 9 de octubre, el banco de Beraja fue suspendido y 166
mil ahorristas vieron cómo sus fondos quedaban atrapados en la entidad. En pocos días,
el Mayo había perdido casi 400 millones de dólares de sus depósitos, aproximadamente la
tercera parte de las colocaciones totales. Los veedores del Central pusieron manos a la
obra en la entidad por entonces intervenida. Y descubrieron sorpresas. En su informe, los
funcionarios del Central detallan que, en medio de una importante caída de depósitos,
el tratamiento dispensado (por el Mayo) a Icatur (una empresa vinculada) resultó un
drenaje de fondos inconcebible en una prudente administración. Sólo durante
setiembre, un mes antes de la debacle, el banco asistió con préstamos a ocho clientes
todas empresas vinculadas al grupo por un total de 27,5 millones de pesos. En
total, los autopréstamos sumaron 50,2 millones. Según los información recabada por el
Central, todos esos pagos fueron autorizados por el propio Beraja a través de su firma en
el extremo inferior de los cheques, tal como relató el tesorero general del banco,
Héctor Macagno a los funcionarios.A mediados de noviembre, el Citibank se hizo cargo de
54 sucursales del Mayo. Y otras 25 se repartieron entre un grupo de 11 entidades, entre
las que figuró el Nación y el Galicia. De los 3000 empleados del grupo Mayo, 2010
mantuvieron sus puestos.
Generoso y
solidarioágape en el Hotel Alvear
El COAS premió a catorce empresas
por sus aportes solidarios. Carlos Menem, que a la mañana había dado por producida la
tormenta ética, saludó la llegada de la Argentina solidaria.
Carlos Menem, de punta en blanco, junto
a la anfitriona Daisy Krieger Vasena de Chopitea.
Solidaridad, generosidad, dijo el Presidente con voz vibrante con
música sinfónica de fondo. |
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Por Luis Bruschtein
¡Solidaridad! ¡Generosidad!, voz profunda y vibrante, fondo de
sinfónica trepidante en los altavoces, el presidente Carlos Menem culminaba así una
mañana de palabras fuertes. Primero fue en la Biblioteca Nacional, donde anunció el
tronar de la tormenta ética. Y luego en el Roof Garden del Alvear Palace, donde el COAS
premió a catorce grandes empresas por sus aportes a hospitales y el Presidente saludó la
aurora de la Argentina solidaria y felicitó a quienes dan sin esperar nada material
a cambio, sólo el amor de la gente. Hemos desatado la tormenta ética que
prometimos a la sociedad, informó Menem al público concentrado en el auditorio
Jorge Luis Borges de la Biblioteca Nacional al inaugurar oficialmente el Primer Foro
Internacional sobre el Fortalecimiento de la Etica Pública en el Estado de Derecho.
Explicó que la tormenta ha sido sólo el primer paso, ya que su aspiración es convertir
a esta democracia en una verdadera eticracia.Enumeró los
componentes de la tormenta ética en transición a la eticracia, como la aprobación del
código de ética pública donde se da carácter público a las declaraciones juradas
patrimoniales y financieras de los funcionarios públicos, así como el funcionamiento de
once organismos de control, que están realizando permanentemente auditorías del
manejo de los fondos públicos.Entre quienes lo escuchaban se encontraban Stephen
Potts, director de la Oficina Gubernamental de Etica Pública de los Estados Unidos; Nancy
Zucker Boswell, de Transparency International, y Carlos Borelli, consultor internacional
del Perú; el embajador de Venezuela, Edmundo González, y representantes de otros países
latinoamericanos.Menem les subrayó que el fortalecimiento de la ética fue
una prioridad desde el primer día de mi gestión de gobierno y ensalzó la
labor realizada por la Oficina de Etica que conduce magistralmente Luis
Ferreira, quien también participa del Foro. Hablando de la ética y refiriéndose
elípticamente a la oposición, el Presidente terminó en lo que bien podría ser un
versito de la hinchada: Mientras otros la predican, el Gobierno la practica.
Al mediodía en el Alvear, la Cooperadora de Acción Social (COAS), que preside la señora
Daisy Krieger Vasena de Chopitea, entregó las distinciones COAS a la
Solidaridad-1998, a los amigos de COAS. Los distinguidos fueron BAESA, Telefé,
Mastercard, Fundación Max y Nancy Bardin, Tía S.A., Bodega Norton, Fundación Macri,
Rodrigo DAremberg, Luis Otero Monsegur, Movicom, IRSA, Fundación Natalio Salvatori,
América TV y Mail Corp. En una gacetilla, COAS indicaba que invirtió poco más de un
millón de pesos durante 1998, la mayor parte en donaciones de equipos para 16 hospitales
públicos.El Presidente compartió la mesa con su ministro de Salud, Alberto Mazza, el
secretario general de la Presidencia, Alberto Kohan, Constancio Vigil, Carlos Fontán
Balestra, Eduardo Eurnekian y otros directivos de empresas. Para culminar esa mañana
plena de realidades, el Presidente tuvo la ocasión allí de ver plasmada otra de las
prioridades desde sus primeros días de gestión: la Argentina solidaria.Rita Comando,
directora del Hospital Zubizarreta, agradeció el trabajo de las voluntarias de COAS y
destacó esos aportes como contraparte de la antigua idea del Estado
benefactor.A su turno, tomó la palabra la señora Chopitea, vestida con un discreto
vestido largo de color gris humo, quien citó al vicepresidente del Banco Mundial, Joseph
Stiglitz: Las soluciones técnicas no son suficientes -indicó; el
capital humano y el capital social estarían definiendo en parte el crecimiento económico
de los países, como lo prueban algunos de los más exitosos que tienen conductas cívicas
positivas y valores solidarios. Son países de mayor equidad. Reflexionó, sin
embargo, que América latina es aún considerada una de las regiones con
grandesdesigualdades, para aconsejar que todos tratemos de ayudar un poco a
alguien y va a cambiar mucho, todo.En ese momento, cuando la oradora estaba más
abstraída en su discurso frente al Presidente, el púlpito empezó a despedir humo.
Primero dijo: algo huele a quemado aquí y trató de continuar mientras daba
algunos manotazos tipo bombero, pero debió interrumpirse porque lo que se estaba quemando
era su discurso. Ese sí que es un discurso ardiente, se escuchó el vozarrón
de Constancio Vigil desde la mesa presidencial. Cuando el humo se disipó, Menem subió al
estrado para hacer entrega de los premios. Amo a COAS, amo a su gente dijo con
énfasis y agregó: Como dijo Jorge Luis Borges, solidaridad es dar.
Agradeció así a los premiados por dar sin esperar nada material a cambio, sólo el
amor de la gente. Satisfecho, terminó así esa mañana, de un día de su gobierno,
donde brillaron al máximo dos principios que fueron prioridad desde los primeros
días de su gestión: la ética y la solidaridad.
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