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Nueva embestida de Energía para bajar el precio de las naftas

Un proyecto elaborado en la Secretaría de Energía plantea unprofundo cambio de modalidad en la comercialización de combustibles. A las petroleras no les va a resultar simpático.

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Para alentar la competencia, se permitirían surtidores de más de una marca en las estaciones.El proyecto prevé cambios en la relación contractual de expendedores y petroleras.

Por Cledis Candelaresi

t.gif (862 bytes) Si consigue resistir el lobby en contrario de las petroleras, el secretario de Energía, César Mc Karty, avanzará con su proyecto para modificar las reglas del mercado de los combustibles. El plan que elabora esa dependencia de Economía contempla desde la transformación del Impuesto sobre la Transferencia de los Combustibles a la posibilidad de que las estaciones de servicio puedan vender más de una marca. La iniciativa oficial tendría por fin promover la anhelada baja en el precio de las naftas y, al mismo tiempo, controlar más la evasión del sector. Otra embestida sobre la millonaria renta de las refinadoras tiene como origen el Parlamento, donde el diputado justicialista Humberto Roggero hace rato fogonea proyectos de ley con el objetivo de forzar una baja en el precio final de las naftas. El argumento de los legisladores es que las empresas no trasladan a los consumidores las pronunciadas bajas que tuvo el precio del crudo en el mercado internacional. El razonamiento, compartido por Energía, concluiría en que la desregulación sólo funciona aceitadamente cuando el petróleo se encarece. Con ese justificativo, aún no confesado públicamente, Mc Karty trabaja sobre las siguientes ideas ejes:u Transformar el ITC, de valor fijo, en un porcentaje. De ese modo, podría premiarse a las estaciones que venden más barato, ya que el peso del gravamen sobre su producto sería menor (cuando menos cobran, menor es el tributo). El gran desafío de Combustibles –y, por consiguiente, de Economía– es mantener la recaudación actual, que en el Presupuesto de este año supera los 385 millones de pesos.u Volver a gravar a todos los derivados del petróleo, que Domingo Cavallo había gravado mediante decreto y la ley para importar combustibles liberó nuevamente. El impuesto sobre los solventes sería restituido, luego, sólo a quienes prueben que utilizan esos subproductos para fabricación industrial. Los solventes –más baratos porque no tienen carga impositiva– se emplean para adulterar naftas (mezcla que en la jerga denominan “sopas”).u Buscar un instrumento legal para flexibilizar los contratos entre las refinadoras y los estacioneros. Las cláusulas más corrientes ligan a estos últimos a las proveedoras por extensos períodos, y también les imponen condiciones de comercialización poco ventajosas. Para promover ese retoque contractual, el Gobierno imagina que podría acusarse a las petroleras de “abuso de posición dominante”.u Admitir el “tercer surtidor”. Es decir, permitir que las estaciones de servicios puedan vender más de una marca. Supuestamente, este mecanismo promovería una baja de precios, estimulando la competencia de refinadoras en el escenario de una misma estación. Aunque este método se aplicó exitosamente en Francia, es el punto de la propuesta en ciernes que genera más dudas: Combustibles descuenta que habrá una fuerte presión de las petroleras para frustrarlo.Otro de los recursos previstos consistiría en que el Gobierno publique el “precio teórico” de las naftas (costo de importación más una utilidad de los distintos segmentos de comercialización) y aquel al que se vende en cada boca de expendio. Supuestamente, esta información orientaría a los consumidores a optar por los comercios que tienen una brecha menor.El ITC es una herramienta muy preciada por Economía, ya que su recaudación es bastante rápida. Quizás por esto el ministro de Economía, Roque Fernández, también especula con echar mano de él (concretamente, aumentándolo) no ya para combatir la evasión sino para construir caminos.

 


 

YPF, BAJA UTILIDAD Y OBJECION OFICIAL
No gana para disgustos

t.gif (862 bytes) Las ganancias netas de la petrolera YPF en el primer trimestre del año resultaron un 28 por ciento inferiores a las del mismo período del año pasado. No fue la única mala noticia para la conducción de la compañía en las últimas 48 horas. El martes, en la asamblea de accionistas, el directorio encabezado por Roberto Monti debió soportar que el Estado nacional, poseedor aún del 5 por ciento del paquete, rechazara su gestión durante el ejercicio 1998. En el informe dado a conocer por YPF sobre los resultados del primer trimestre se atribuye a la caída del precio del petróleo la causa principal del descenso en las utilidades, que alcanzaron a 108 millones de pesos en dicho período. “Esta baja y la caída de los precios de los productos refinados provocó menores ingresos, netos de impuesto a las ganancias, de aproximadamente 100 millones de pesos.” La producción consolidada de petróleo y gas aumentó 12 por ciento, mientras que la utilidad operativa alcanzó a 249 millones, contra 294 millones del año pasado. También creció la producción neta y ventas de petróleo crudo en las operaciones internacionales de YPF, en un 16 por ciento. La asamblea de accionistas de YPF del último martes tuvo un clima inusual. La incorporación de Repsol como accionista, tras la compra del 15 por ciento de las acciones puestas en venta por el Estado en enero, desató la polémica. Un grupo de pequeños accionistas individuales, encabezados por el ex subsecretario de Combustibles radical Gustavo Calleja, cuestionó el ingreso de Alfonso Cortina, presidente de la firma española, como director de YPF, señalando que bajo su conducción la petrolera local Astra “dio resultado negativo por primera vez” y estimó que lo mismo podría ocurrir con YPF si Repsol asumía el control. No fue el único episodio de la asamblea que tuvo a la petrolera española como eje. A la hora de aprobar la gestión de la conducción durante el año 1998, tanto los representantes de las acciones del Estado como los de Repsol se abstuvieron, cuestionándole su oposición a la transferencia de las acciones estatales a la firma española y a facilitar un cambio de los estatutos que le permitirían a Repsol asumir el control de la empresa, mediante la compra del 20 por ciento del paquete. “No se ha actuado en el mejor interés de todos los accionistas y de la compañía misma, afectándose el consiguiente resultado de esa venta”, dejó asentado el representante del Estado al fundamentar su voto, en un texto armado desde el Ministerio de Economía. Repsol, como accionista, también demandó un aumento en la distribución de utilidades, planteo rechazado por la mayoría de accionistas.

 

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