Por Raúl Kollmann
Los diecinueve se
sentaron alrededor de la mesa. Un hombrón alto, con apodo de animal, en otra época
poderoso dentro de la Bonaerense, dijo lo que todos pensaban: Dirán que somos un
Escuadrón de la Muerte. Mejor. La gente quiere eso y estos tipos de la conducción no
pueden parar a nadie. Hizo una pausa y dijo: Nosotros sí.
La escena se desarrolló en una parrilla de Avenida Mitre y Primera Junta, en Avellaneda,
propiedad de un ex oficial de la Policía Bonaerense. Página/12 pudo establecer que allí
los 19 presentes eran todos ex integrantes de la fuerza: la mayoría ex-comisarios y
subcomisarios; unos pocos, suboficiales.
El retirado con alias de animal dijo que ellos tenían una gran oportunidad por delante.
Podemos actuar contra narcos, piratas del asfalto y algún capitalista grande,
dijo, cerrando el circuito de drogas, robos a gran escala y juego clandestino. Vamos
a demostrar que somos capaces de poner orden y nos vamos a financiar con el botín.
Este diario averiguó que el intento de formar escuadrones de la muerte se registró en
varios lugares del conurbano bonaerense. En el caso de Avellaneda, participaron de las
discusiones varios efectivos marginados de la fuerza, que hicieron dinero dentro de la
Bonaerense, pero no ahorraron gran cosa. Están ávidos de volver a posiciones de poder y,
de paso, recaudar 10, 20 o 30 mil pesos mensuales. Y hacerlo más o menos rápido.
El mecanismo sería, por ejemplo, el siguiente. Hace dos semanas, se produjo el asalto a
una sucursal del Banco Río en Bernal. Por su experiencia, por los confidentes y por sus
viejas relaciones con los delincuentes, los ex oficiales saben que la banda estuvo
encabezada por los hermanos Tapita. También saben cuáles suelen ser los aguantaderos de
ese grupo. Con esos datos, realizarían una operación como si fueran policías en
actividad: matar a alguno de los delincuentes, dejar esposados a otros y del total del
botín -.de casi 500.000 dólares quedarse con 200.000. El resto -.lo que se
pudo recuperar quedaría en el lugar. A continuación llamarían a la policía
y a algún medio de comunicación para que certifique el éxito de la
operación.
Por el momento el proyecto no avanzó ante la falta de seguridad para ese tipo de movidas:
algún guiño desde adentro de una de las departamentales de la ex Bonaerense, una zona
liberada o una garantía de algún poderoso de la política .ya sea menemista, duhaldista
o un caudillo zonal que les diera mínimos avales para actuar.
Mientras se servía la cena en Avellaneda, varios ex comisarios hicieron tibias
objeciones:
Si nosotros vamos a hacer un narco y caen los de la fuerza, seguro que no nos
tirotean ni pasa nada resumió uno. Pero después van a tener que reaccionar.
Y nos van a venir a buscar. Ya no estamos para eso.
El hombre del apodo de animal, que tiene un cargo importante en el área de seguridad de
una empresa provincial, insistió:
Voy a hacer los contactos, a ver si nos dan una manito.
Sin dudas, la aparición de un grupo de estas características le crearía problemas al
intendente de la zona, a la policía, a Duhalde y también a la Alianza. En la
imaginación de los participantes del encuentro de Avellaneda, ellos aparecerían como
justicieros, poniendo orden, consiguiendo algún reconocimiento de una parte de los
ciudadanos y, de hecho, demostrarían la falta de efectividad de la actual
conducción de la fuerza, el ministro bonaerense de Justicia y Seguridad León Arslanian,
y las debilidades del gobernador y la oposición.
La operativa en discusión es formar una organización para mejicanear, es decir
robarle a los ladrones, aunque se utilizaría el título de Escuadrón de la
Muerte y la excusa de combatir el delito. Como efectolateral, los ex oficiales quieren
demostrar que es necesario reponer en la fuerza algunos de los ex comisarios y
subcomisarios cesanteados. O sea, ellos mismos.
Hasta donde pudo saber Página/12, el encuentro de Avellaneda todavía no se repitió
formalmente, pero varios de los que participaron en el encuentro de la parrilla se
comunicaron con el hombre del apodo de animal.
Por ahora, no fue su última respuesta. Hay que tener un poco de
paciencia. Todavía no encuentro a nadie que nos deje correr un poco.
Y agregó el motivo:
En la política dicen que ahora armaría mucho bardo en medio de la campaña de la
interna y que si actuamos en alguna zona, enseguida nos van a caer encima. Hay que
esperar.
Este diario pudo dialogar con uno de los participantes de la reunión, un ex comisario.
Mire, lo que pasa es que ninguno de nosotros quería arriesgar dijo-. Ya
estamos grandes para andar arriesgando. Pero ojo que hay gente más joven, más reventada,
ex suboficiales que tienen problemas con la falopa, que están viendo el filón. Se
presentan como Escuadrones de la Muerte y se dedican a mejicanear. Por ejemplo, entran en
lo de un narco, se quedan con buena parte de la merca, le ponen las esposas o lo matan, y
llaman a los de la fuerza.
Pero corren riesgos.
Sí, con los narcos y con los de la fuerza, pero esos tipos están jugados: no
tienen guita, tienen problemas con la droga y la pueden armar así.
¿Pueden recibir dinero de algún sector político?
La guita no es el problema, porque eso se autofinancia. La cuestión es conseguir
alguien de la fuerza, en una zona cualquiera, que deje actuar. Si no hay eso, no hay
garantías. Y si no hay garantías, sólo lo pueden hacer los más reventados.
¿Y puede haber gente dispuesta a hacer algún trabajo sucio, no para mejicanear,
sino para apretar a alguna banda?
(La pregunta estaba referida a otra versión que en los últimos días corrió en la ex
Bonaerense: el pago a algún grupito, formado por dos o tres ex hombres de la fuerza, para
que se ocuparan de limpiar a una banda de chicos que salen a robar siempre al
mismo lugar desde una villa de la zona norte. Incluso hubo un intento de hacer la
operación a través de individuos que trabajan para dos agencias de seguridad.)
Mire. Todas estas cosas están dando vueltas. La situación está que arde. Y mucha
gente quiere aprovechar la oportunidad.
Por ahora, el plan de Avellaneda parece paralizado, pero todas las fuentes consultadas por
este diario coinciden en que son varios los grupos que están buscando cómo actuar y con
quién establecer contacto para conseguir cobertura. Es más: existe la convicción de que
la inusual compra de armas largas en Paraguay anticipada en exclusiva por Página/12
y después oficialmente denunciada por Arslanian tendría un objetivo claro: narcos
e integrantes de superbandas se preparan para enfrentar las mejicaneadas de los
escuadrones que se formen.
MENEM REIVINDICO LEYES DURAS Y CONDENAS A
MENORES
Un campeón de la mano dura
Los
criminales no pueden andar sueltos en una sociedad civilizada como la nuestra. El
presidente Carlos Menem, el mismo que indultó a los ex comandantes condenados a perpetua
por crímenes de lesa humanidad, abogó ayer por leyes más duras contra la delincuencia y
calificó de sentencia ejemplar la que aplicó la máxima pena del Código a
tres jóvenes que habían cometido cinco homicidios cuando eran menores de edad. Como si
se tratara de una gesta orquestada por los Superamigos, el ministro del Interior, Carlos
Corach, y el jefe de la Federal, comisario Pablo Baltazar García, también arrimaron
leña al fuego durante el acto en el cual se incorporaron 250 patrulleros y otros
elementos a la Policía.
Hemos declarado una guerra frontal, sin cuartel, al delito y a la inseguridad que se
pretenden ensañar con nuestros ciudadanos, dijo Corach entre aplausos de ciudadanos
convencidos de que la mano dura es el camino a seguir. Baltazar, que fue rey mago al
revés ya que los regalitos fueron para él, subrayó que el material incorporado a la
Federal constituye prueba palpable de la seria y profunda preocupación del Poder
Ejecutivo nacional y esperamos la misma respuesta del Poder Legislativo.
Menem le anticipó al Senado que vetará, de ser aprobado, un proyecto de ley que
establece un sistema penal especial para los menores de entre 16 y 18 años. Por el
mismo delito que estos criminales fueron condenados a prisión perpetua, esta legislación
que obra en el Senado es prácticamente una reprimenda, una amonestación, un llamado de
atención o cualquier otra cosa. Advirtió a los senadores que si le dan su voto al
proyecto que ya cuenta con la media sanción de Diputados me veré en la obligación
de no promulgarlo y vetarlo, como realmente corresponde, en defensa de la sociedad
argentina.
Y volvió a reivindicar la cadena perpetua aplicada a tres menores por el tribunal que
integraron los doctores Claudio Gutiérrez de la Cárcova, Eduardo Albano y Marcelo Arias.
Los felicito porque están estableciendo una jurisprudencia que tendrían que asumir
todos los jueces que intervienen en este tipo de casos para poner las cosas en su lugar, y
terminar con esta ola de delincuencia que se desatara hace varios años, dijo Menem
dirigiéndose a los magistrados. El mandatario dio por entendido que la ola
comenzó en 1983, luego de que el ex presidente Raúl Alfonsín modificara parte de la
legislación heredada de la dictadura militar.
Menem guardó para el final unas palabras de reivindicación para la Federal, que en los
últimos tiempos va de denuncias de coimas a causas por procedimientos irregulares.
No se dejen llevar por comentarios, puntualizó el Presidente. Si hay
gente mala, la hay en todos los sectores de la sociedad, sostuvo en una versión
renovada del viejo dicho mal de muchos, consuelo de tontos.
EL TEMA |
Por Martín Granovsky |
Las bandas quieren una
coartada para operar
Una víctima del escuadrón de la
muerte de Duque de Caxías, cerca de Río, en setiembre de 1987.
Brasil abunda en escuadrones que se alquilan hasta a comerciantes que quieren eliminar
homeless. |
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Una
delgada línea roja separa el gatillo fácil, los escuadrones de la muerte y la creación
de verdaderas policías paralelas conectadas al crimen. Y la Argentina país en
medio de un ataque de nervios y al borde de la histeria no está vacunada contra lo
que termina justificando las tres cosas: la tentación del orden absoluto.
El asesinato con coartada policial es una vieja tradición en América latina y el nombre
que discuten los policías argentinos para definir su proyecto, los Escuadrones de la
Muerte, recuerda a una de las peores prácticas represivas del continente. Los Escuadrones
surgieron en Brasil a fines de los años 60, en los primeros años de la dictadura
que había comenzado en 1964, con base en San Pablo e integración policial. Perseguían
varios objetivos a la vez:
Matar delincuentes
por izquierda, es decir sin ley ni el derecho al debido proceso.
Crear un clima de
terror indiscriminado, dentro del que cualquiera podía ser el blanco.
Expandir el miedo
hacia los políticos opositores.
Instalar entre las
fuerzas de seguridad el acostumbramiento a las formas clandestinas.
Participar en
negocios sucios.
Consolidar la tortura
como práctica, y legitimarla como la única forma, junto con el remedo de juicio
sumarísimo, para obtener información rápida.
Comprometer en el
financiamiento del aparato clandestino a sectores empresarios, como queda claro para quien
haya visto la película Adelante Brasil, que retrata la actividad de los
Escuadrones en el ambiente del Mundial de Fútbol de 1970.
Torturar y matar de modo sistemático fue el gran aporte de los Escuadrones a la historia
de la violencia brasileña. Y no lo hicieron solos: como en un Operativo Cóndor de otros
tiempos, intercambiaron experiencias y entrenadores con los Estados Unidos y el resto del
Cono Sur.
Una figura clave fue la de Daniel Mitrione, un ex jefe de policía de Richmond, Indiana,
que trabajó para la policía brasileña entre 1960 y 1967, primero, o sea durante los
años de preparación y ejecución del golpe de Estado, y luego se desempeñó en
Washington en la Academia Internacional de Policía. Enviado después a Montevideo, su
papel oficial consistió en mejorar la imagen de la policía y su integración a la
comunidad. Dirigentes de derechos humanos de Brasil y Uruguay, en cambio, siempre
consideraron que Mitrione, a quien la guerrilla de los Tupamaros mató en 1970, era un
experto en tortura científica que había ensayado con los Escuadrones en Brasil.
Quien opine por un momento que los brasileños detentan el único antecedente de
Escuadrones de la Muerte deberían recordar algunos ejemplos argentinos de policías
paralelas, grupos clandestinos dentro de la policía, pequeños ejércitos privados con
financiamiento estatal o escuadras fascistas parapoliciales o paramilitares. La Triple A
de 1974 a 1976, al final reciclada en el aparato militar de represión sistemática, es un
caso ilustrativo. También las bandas que asesinaron al empresario Jorge Sivak. Y los
policías dedicados al secuestro extorsivo.
Quien crea que los Escuadrones pueden tener límites morales o geográficos podrían echar
mano a la propia historia o, de nuevo, a la historia de los vecinos. En Brasil, la
tradición de los Escuadrones de la Muerte reapareció a principios de los años 90,
cuando los criminales más profesionalizados o los comerciantes, y a veces
ambos en coordinación, limpiaron Río de los chicos violentos que desordenaban la calle e
impedían el delito más rentable.
Siempre los Escuadrones, desde el Ku Klux Klan norteamericano hasta cualquiera de sus
variantes en América latina, necesitaron como mínimo unapata en el Estado una pata
activa, o una tolerante, y otra en la sociedad civil. Sin alguna de ellas, los
Escuadrones no podrían haber funcionado, ni habrían seguido en el tiempo sin explotar la
ilusión del orden absoluto.
En la Argentina, la situación es de extraordinario desorden. Del bueno y del malo. Del
bueno: la reforma de ex Bonaerense dejó un nivel suficiente de resentidos con arsenal
propio que solo una política muy constante y transversal a los partidos conseguirá
neutralizar. Del malo: la fragmentación social alimenta un nivel de delincuentes cada vez
más violentos y desparramados por los grandes centros urbanos.
Las situaciones de desorden, se sabe, nunca son eternas. Pero tampoco es inevitable que el
orden provenga de la democracia. Una hipótesis: un grupo de bandas liquidan al pequeño
delincuente, como en Brasil, ordenan la calle y dejan un escenario de menos
violencia inexperta y mayor violencia inteligente. Si eso pasa, ¿qué
opinará la gente? Puede afirmar: Matan, pero evitan que otros me maten a mí.
O puede darse cuenta de que las cosas son más complejas y que, sin ninguna duda, una
fuerza descontrolada y clandestina es como la tristeza: nao tem fin.
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