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LA IDEA SE POSPUSO PORQUE HUBO PROBLEMAS
EN CONSEGUIR APOYO Y ZONAS LIBERADAS
Fundan los escuadrones de la muerte

Diecinueve ex comisarios y subcomisarios se reunieron en un restaurante de Avellaneda para conformar escuadrones de la muerte. La idea era matar o herir a delincuentes, pero al mismo tiempo quedarse con el botín. Narcos y ladrones de bancos iban a ser las primeras víctimas. El plan inicial fracasó pero hay otros, “más jugados y reventados”, que podrían poner en marcha el proyecto.

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La reunión fue en un restaurante en Avellaneda y despertó entusiasmo.
Aunque este grupo todavía no concretó, hay otros que quieren el negocio.


Por Raúl Kollmann

t.gif (862 bytes) Los diecinueve se sentaron alrededor de la mesa. Un hombrón alto, con apodo de animal, en otra época poderoso dentro de la Bonaerense, dijo lo que todos pensaban: “Dirán que somos un Escuadrón de la Muerte. Mejor. La gente quiere eso y estos tipos de la conducción no pueden parar a nadie”. Hizo una pausa y dijo: “Nosotros sí”.
La escena se desarrolló en una parrilla de Avenida Mitre y Primera Junta, en Avellaneda, propiedad de un ex oficial de la Policía Bonaerense. Página/12 pudo establecer que allí los 19 presentes eran todos ex integrantes de la fuerza: la mayoría ex-comisarios y subcomisarios; unos pocos, suboficiales.
El retirado con alias de animal dijo que ellos tenían una gran oportunidad por delante.
“Podemos actuar contra narcos, piratas del asfalto y algún capitalista grande”, dijo, cerrando el circuito de drogas, robos a gran escala y juego clandestino. “Vamos a demostrar que somos capaces de poner orden y nos vamos a financiar con el botín”.
Este diario averiguó que el intento de formar escuadrones de la muerte se registró en varios lugares del conurbano bonaerense. En el caso de Avellaneda, participaron de las discusiones varios efectivos marginados de la fuerza, que hicieron dinero dentro de la Bonaerense, pero no ahorraron gran cosa. Están ávidos de volver a posiciones de poder y, de paso, recaudar 10, 20 o 30 mil pesos mensuales. Y hacerlo más o menos rápido.
El mecanismo sería, por ejemplo, el siguiente. Hace dos semanas, se produjo el asalto a una sucursal del Banco Río en Bernal. Por su experiencia, por los confidentes y por sus viejas relaciones con los delincuentes, los ex oficiales saben que la banda estuvo encabezada por los hermanos Tapita. También saben cuáles suelen ser los aguantaderos de ese grupo. Con esos datos, realizarían una operación como si fueran policías en actividad: matar a alguno de los delincuentes, dejar esposados a otros y del total del botín -.de casi 500.000 dólares– quedarse con 200.000. El resto -.”lo que se pudo recuperar”– quedaría en el lugar. A continuación llamarían a la policía y a algún medio de comunicación para que certifique el “éxito” de la operación.
Por el momento el proyecto no avanzó ante la falta de seguridad para ese tipo de movidas: algún guiño desde adentro de una de las departamentales de la ex Bonaerense, una zona liberada o una garantía de algún poderoso de la política .ya sea menemista, duhaldista o un caudillo zonal– que les diera mínimos avales para actuar.
Mientras se servía la cena en Avellaneda, varios ex comisarios hicieron tibias objeciones:
–Si nosotros vamos a hacer un narco y caen los de la fuerza, seguro que no nos tirotean ni pasa nada –resumió uno–. Pero después van a tener que reaccionar. Y nos van a venir a buscar. Ya no estamos para eso.
El hombre del apodo de animal, que tiene un cargo importante en el área de seguridad de una empresa provincial, insistió:
–Voy a hacer los contactos, a ver si nos dan una manito.
Sin dudas, la aparición de un grupo de estas características le crearía problemas al intendente de la zona, a la policía, a Duhalde y también a la Alianza. En la imaginación de los participantes del encuentro de Avellaneda, ellos aparecerían como justicieros, poniendo orden, consiguiendo algún reconocimiento de una parte de los ciudadanos y, de hecho, demostrarían “la falta de efectividad” de la actual conducción de la fuerza, el ministro bonaerense de Justicia y Seguridad León Arslanian, y las debilidades del gobernador y la oposición.
La operativa en discusión es formar una organización para mejicanear, es decir “robarle a los ladrones”, aunque se utilizaría el título de Escuadrón de la Muerte y la excusa de combatir el delito. Como efectolateral, los ex oficiales quieren demostrar que es necesario reponer en la fuerza algunos de los ex comisarios y subcomisarios cesanteados. O sea, ellos mismos.
Hasta donde pudo saber Página/12, el encuentro de Avellaneda todavía no se repitió formalmente, pero varios de los que participaron en el encuentro de la parrilla se comunicaron con el hombre del apodo de animal.
–Por ahora, no –fue su última respuesta–. Hay que tener un poco de paciencia. Todavía no encuentro a nadie que nos deje correr un poco.
Y agregó el motivo:
–En la política dicen que ahora armaría mucho bardo en medio de la campaña de la interna y que si actuamos en alguna zona, enseguida nos van a caer encima. Hay que esperar.
Este diario pudo dialogar con uno de los participantes de la reunión, un ex comisario.
–Mire, lo que pasa es que ninguno de nosotros quería arriesgar –dijo-. Ya estamos grandes para andar arriesgando. Pero ojo que hay gente más joven, más reventada, ex suboficiales que tienen problemas con la falopa, que están viendo el filón. Se presentan como Escuadrones de la Muerte y se dedican a mejicanear. Por ejemplo, entran en lo de un narco, se quedan con buena parte de la merca, le ponen las esposas o lo matan, y llaman a los de la fuerza.
–Pero corren riesgos.
–Sí, con los narcos y con los de la fuerza, pero esos tipos están jugados: no tienen guita, tienen problemas con la droga y la pueden armar así.
–¿Pueden recibir dinero de algún sector político?
–La guita no es el problema, porque eso se autofinancia. La cuestión es conseguir alguien de la fuerza, en una zona cualquiera, que deje actuar. Si no hay eso, no hay garantías. Y si no hay garantías, sólo lo pueden hacer los más reventados.
–¿Y puede haber gente dispuesta a hacer algún trabajo sucio, no para mejicanear, sino para apretar a alguna banda?
(La pregunta estaba referida a otra versión que en los últimos días corrió en la ex Bonaerense: el pago a algún grupito, formado por dos o tres ex hombres de la fuerza, para que se ocuparan de “limpiar” a una banda de chicos que salen a robar siempre al mismo lugar desde una villa de la zona norte. Incluso hubo un intento de hacer la operación a través de individuos que trabajan para dos agencias de seguridad.)
–Mire. Todas estas cosas están dando vueltas. La situación está que arde. Y mucha gente quiere aprovechar la oportunidad.
Por ahora, el plan de Avellaneda parece paralizado, pero todas las fuentes consultadas por este diario coinciden en que son varios los grupos que están buscando cómo actuar y con quién establecer contacto para conseguir cobertura. Es más: existe la convicción de que la inusual compra de armas largas en Paraguay –anticipada en exclusiva por Página/12 y después oficialmente denunciada por Arslanian– tendría un objetivo claro: narcos e integrantes de superbandas se preparan para enfrentar las mejicaneadas de los escuadrones que se formen.

 


 

MENEM REIVINDICO LEYES DURAS Y CONDENAS A MENORES
Un campeón de la mano dura

t.gif (862 bytes) ”Los criminales no pueden andar sueltos en una sociedad civilizada como la nuestra.” El presidente Carlos Menem, el mismo que indultó a los ex comandantes condenados a perpetua por crímenes de lesa humanidad, abogó ayer por leyes más duras contra la delincuencia y calificó de “sentencia ejemplar” la que aplicó la máxima pena del Código a tres jóvenes que habían cometido cinco homicidios cuando eran menores de edad. Como si se tratara de una gesta orquestada por los Superamigos, el ministro del Interior, Carlos Corach, y el jefe de la Federal, comisario Pablo Baltazar García, también arrimaron leña al fuego durante el acto en el cual se incorporaron 250 patrulleros y otros elementos a la Policía.
“Hemos declarado una guerra frontal, sin cuartel, al delito y a la inseguridad que se pretenden ensañar con nuestros ciudadanos”, dijo Corach entre aplausos de ciudadanos convencidos de que la mano dura es el camino a seguir. Baltazar, que fue rey mago al revés ya que los regalitos fueron para él, subrayó que el material incorporado a la Federal constituye “prueba palpable de la seria y profunda preocupación del Poder Ejecutivo nacional y esperamos la misma respuesta del Poder Legislativo”.
Menem le anticipó al Senado que vetará, de ser aprobado, un proyecto de ley que establece un sistema penal especial para los menores de entre 16 y 18 años. “Por el mismo delito que estos criminales fueron condenados a prisión perpetua, esta legislación que obra en el Senado es prácticamente una reprimenda, una amonestación, un llamado de atención o cualquier otra cosa.” Advirtió a los senadores que si le dan su voto al proyecto que ya cuenta con la media sanción de Diputados “me veré en la obligación de no promulgarlo y vetarlo, como realmente corresponde, en defensa de la sociedad argentina”.
Y volvió a reivindicar la cadena perpetua aplicada a tres menores por el tribunal que integraron los doctores Claudio Gutiérrez de la Cárcova, Eduardo Albano y Marcelo Arias. “Los felicito porque están estableciendo una jurisprudencia que tendrían que asumir todos los jueces que intervienen en este tipo de casos para poner las cosas en su lugar, y terminar con esta ola de delincuencia que se desatara hace varios años”, dijo Menem dirigiéndose a los magistrados. El mandatario dio por entendido que la “ola” comenzó en 1983, luego de que el ex presidente Raúl Alfonsín modificara parte de la legislación heredada de la dictadura militar.
Menem guardó para el final unas palabras de reivindicación para la Federal, que en los últimos tiempos va de denuncias de coimas a causas por procedimientos irregulares. “No se dejen llevar por comentarios”, puntualizó el Presidente. “Si hay gente mala, la hay en todos los sectores de la sociedad”, sostuvo en una versión renovada del viejo dicho mal de muchos, consuelo de tontos.

 


 

EL TEMA

Por Martín Granovsky

Las bandas quieren una coartada para operar

Una víctima del escuadrón de la muerte de Duque de Caxías, cerca de Río, en setiembre de 1987.
Brasil abunda en escuadrones que se alquilan hasta a comerciantes que quieren eliminar homeless.

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t.gif (862 bytes) Una delgada línea roja separa el gatillo fácil, los escuadrones de la muerte y la creación de verdaderas policías paralelas conectadas al crimen. Y la Argentina –país en medio de un ataque de nervios y al borde de la histeria– no está vacunada contra lo que termina justificando las tres cosas: la tentación del orden absoluto.
El asesinato con coartada policial es una vieja tradición en América latina y el nombre que discuten los policías argentinos para definir su proyecto, los Escuadrones de la Muerte, recuerda a una de las peores prácticas represivas del continente. Los Escuadrones surgieron en Brasil a fines de los años ‘60, en los primeros años de la dictadura que había comenzado en 1964, con base en San Pablo e integración policial. Perseguían varios objetivos a la vez:
ron2.gif (93 bytes) Matar delincuentes por izquierda, es decir sin ley ni el derecho al debido proceso.
ron2.gif (93 bytes) Crear un clima de terror indiscriminado, dentro del que cualquiera podía ser el blanco.
ron2.gif (93 bytes) Expandir el miedo hacia los políticos opositores.
ron2.gif (93 bytes) Instalar entre las fuerzas de seguridad el acostumbramiento a las formas clandestinas.
ron2.gif (93 bytes) Participar en negocios sucios.
ron2.gif (93 bytes) Consolidar la tortura como práctica, y legitimarla como la única forma, junto con el remedo de juicio sumarísimo, para obtener información rápida.
ron2.gif (93 bytes) Comprometer en el financiamiento del aparato clandestino a sectores empresarios, como queda claro para quien haya visto la película “Adelante Brasil”, que retrata la actividad de los Escuadrones en el ambiente del Mundial de Fútbol de 1970.
Torturar y matar de modo sistemático fue el gran aporte de los Escuadrones a la historia de la violencia brasileña. Y no lo hicieron solos: como en un Operativo Cóndor de otros tiempos, intercambiaron experiencias y entrenadores con los Estados Unidos y el resto del Cono Sur.
Una figura clave fue la de Daniel Mitrione, un ex jefe de policía de Richmond, Indiana, que trabajó para la policía brasileña entre 1960 y 1967, primero, o sea durante los años de preparación y ejecución del golpe de Estado, y luego se desempeñó en Washington en la Academia Internacional de Policía. Enviado después a Montevideo, su papel oficial consistió en mejorar la imagen de la policía y su integración a la comunidad. Dirigentes de derechos humanos de Brasil y Uruguay, en cambio, siempre consideraron que Mitrione, a quien la guerrilla de los Tupamaros mató en 1970, era un experto en tortura científica que había ensayado con los Escuadrones en Brasil.
Quien opine por un momento que los brasileños detentan el único antecedente de Escuadrones de la Muerte deberían recordar algunos ejemplos argentinos de policías paralelas, grupos clandestinos dentro de la policía, pequeños ejércitos privados con financiamiento estatal o escuadras fascistas parapoliciales o paramilitares. La Triple A de 1974 a 1976, al final reciclada en el aparato militar de represión sistemática, es un caso ilustrativo. También las bandas que asesinaron al empresario Jorge Sivak. Y los policías dedicados al secuestro extorsivo.
Quien crea que los Escuadrones pueden tener límites morales o geográficos podrían echar mano a la propia historia o, de nuevo, a la historia de los vecinos. En Brasil, la tradición de los Escuadrones de la Muerte reapareció a principios de los años ‘90, cuando los criminales más “profesionalizados” o los comerciantes, y a veces ambos en coordinación, limpiaron Río de los chicos violentos que desordenaban la calle e impedían el delito más rentable.
Siempre los Escuadrones, desde el Ku Klux Klan norteamericano hasta cualquiera de sus variantes en América latina, necesitaron como mínimo unapata en el Estado –una pata activa, o una tolerante–, y otra en la sociedad civil. Sin alguna de ellas, los Escuadrones no podrían haber funcionado, ni habrían seguido en el tiempo sin explotar la ilusión del orden absoluto.
En la Argentina, la situación es de extraordinario desorden. Del bueno y del malo. Del bueno: la reforma de ex Bonaerense dejó un nivel suficiente de resentidos con arsenal propio que solo una política muy constante y transversal a los partidos conseguirá neutralizar. Del malo: la fragmentación social alimenta un nivel de delincuentes cada vez más violentos y desparramados por los grandes centros urbanos.
Las situaciones de desorden, se sabe, nunca son eternas. Pero tampoco es inevitable que el orden provenga de la democracia. Una hipótesis: un grupo de bandas liquidan al pequeño delincuente, como en Brasil, “ordenan” la calle y dejan un escenario de menos violencia inexperta y mayor violencia “inteligente”. Si eso pasa, ¿qué opinará la gente? Puede afirmar: “Matan, pero evitan que otros me maten a mí”. O puede darse cuenta de que las cosas son más complejas y que, sin ninguna duda, una fuerza descontrolada y clandestina es como la tristeza: nao tem fin.

 

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