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SUBRAYADO

Disparos en las sombras

Por Julio Nudler


t.gif (862 bytes)  No es para nada nuestra intención cerrar la puerta a la consideración de este asunto por países interesados en ello.” Estas palabras pertenecen a Lawrence Summers, el prosecretario del Tesoro estadounidense, quien las pronunció ante el Senado de la Unión. El “asunto” de marras es la dolarización, o, más exactamente, la adopción del dólar como moneda nacional. Y tomando esa metáfora de la puerta, David Ignatius escribió en The Washington Post que “algunos países de América latina están golpeándola con fuerza”, con el obvio propósito de ser admitidos bajo el paraguas monetario norteamericano.
Los únicos ejemplos concretos que cita Ignatius al respecto son la Argentina y El Salvador, para luego mencionar que ocho países centroamericanos debatirán la cuestión en un seminario a celebrarse en Panamá. Fuera de que la representatividad latinoamericana de los países nombrados es muy insuficiente, suena por suerte algo exagerado considerar a Pedro Pou y Jorge Castro como encarnación de “la Argentina”. Pero es indudable que a partir del cambio de tono –ahora más cálido hacia la dolarización del traspatio– en las últimas declaraciones de Alan Greenspan, Robert Rubin y Summers puede sospecharse que en realidad la idea fue sembrada tentativamente por el Norte en el Sur para que aparezca eventualmente como un pedido de los pobres en lugar de una imposición del rico.
Ignatius cumple, en el Post, con la habitual tarea de tergiversar las cosas, presentando a una Latinoamérica que clama por la dolarización para alcanzar así la estabilidad financiera y un rápido crecimiento (a pesar de que Panamá, ejemplo concreto de dolarización, no lo logró). Es decir: no hay tal Latinoamérica ni hay tal rápido crecimiento. Es como con la inseguridad. Los medios bombardean con ella, y de pronto un hombre armado mata a su madre, y al día siguiente otro asesina a su padre. La gente cree que cualquier bulto que se menea es un ladrón, y dispara. ¿Culpa de la inseguridad o de cierta intoxicación mediática? A su vez, ¿por qué tirarle al peso ante la primer sombra que se mueve?
Brasil y Chile se oponen a la dolarización, y son, casualmente, los dos grandes vecinos de la Argentina, los países con los que hay que contar como socios para cualquier estrategia nacional, incluso en lo monetario. Por caminos diferentes, ambos se empeñaron en preservar su capacidad de hacer política cambiaria y de controlar en alguna medida los movimientos de capital. Si hoy la Argentina se cortara sola, adoptando definitivamente el dólar, condenaría toda posibilidad de consolidar y expandir el Mercosur, aislándose una vez más.

 

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