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Un mago ganó un juicio porque no pudo hacer bromas de inocentes

El hombre publicitaba su servicio de bromas, pero se quedó sin teléfono justo antes del Día de los Inocentes. Hizo juicio a Telecom y logró que lo indemnicen. Un fallo sin precedentes.

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Por Pedro Lipcovich

t.gif (862 bytes)  “Hay que ser mago para ganarle un juicio a una empresa de servicios públicos”, comenta cualquiera, y sí: cuando un mago demandó a una empresa telefónica porque se quedó sin servicio antes del Día de los Inocentes –el mejor para su actividad de bromas a domicilio–, la Cámara de Apelaciones le dio la razón. El fallo sienta un precedente, ya que hasta ahora, en casos similares, las empresas prestadoras sólo se hacían responsables de reintegrar el precio del servicio no prestado. El mago, galvanizado por su triunfo, continúa con sus “bromas”, algunas de las cuales son inquietantes diagnósticos de la condición humana.
Después de unos cuantos años en el oficio, al mago Nino las cosas empezaban a irle mejor, luego de haber encontrado lo que él denomina “la esencia argentina” y sintetiza así: “A todo el mundo le gusta que los demás hagan papelones, aunque a nadie le gusta hacer de estúpido”.
Con esta certeza, Nino –nacido como Sergio Juan Labi– extendió su actividad profesional a las bromas a domicilio, por ejemplo: “Me contrataron varios gerentes de una financiera para hacerle una broma a otro gerente: le dijeron que yo era un cajero nuevo. Pero yo no sabía ni siquiera prender la computadora. Llegaron dos compinches que hacían de clientes, me presentaban boletas de depósito y yo en vez de recibirles el dinero se lo pagaba, y el gerente los corría para explicarles que había un error... A las 11 y cuarto de la mañana me echó”.
Habiendo captado así la magia de las relaciones humanas, Nino proyectaba salvarse con el Día de los Inocentes del ‘93. “Desde hacía nueve meses venía preparándome.” Incluso, por primera vez, había hecho publicidad en diarios, y tenía contratados 15 actores y un equipo técnico de 11 personas. Pero, el 26 de diciembre a las 5 de la tarde, su teléfono dejó de recibir llamadas. “Fui a Telecom, les decía que me jugaba la vida, que todo lo que tenía ahorrado lo había puesto en esta movida”. Pese a su clarividencia de mago, sólo después Nino se enteró de que su línea había pasado por error a un vecino que mucho se sorprendió cuando insistían en preguntar por el mago. Recién el 29 se arregló el desperfecto.
Luego de reclamar en vano ante la empresa, Nino recurrió a la Justicia, pero el juez Jorge Segreto rechazó la demanda y dictaminó que la telefónica sólo debía descontar el importe de los días sin servicio: “Tres pesos con sesenta centavos”, precisa el mago, a cuyo cargo quedaban también las costas del juicio.
Nino apeló y la sala III de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil y Comercial Federal, integrada por Eugenio Bulygin y Octavio Amadeo, dictaminó que “teniendo en cuenta que el teléfono del actor era comercial y que se trataba de un medio indispensable para su profesión, los daños producidos por la interrupción del servicio telefónico son indemnnizables, ya que el teléfono estaba afectado al ejercicio de una profesión liberal”.
El fallo ordena que “se condene a la demandada a abonar al actor en el plazo de diez días la suma de 2040 pesos”, reconociéndole lo que gastó en publicidad y parte de lo reclamado por la frustración de contratos.
El abogado Daniel Stragá, que representó a Nino, señaló que el fallo “por primera vez acepta la responsabilidad de las empresas prestadoras de servicios públicos”. En juicios anteriores, “el único resarcimiento era que descontaran el pago correspondiente a los días sin servicio”. Stragá comentó que “la sentencia se produjo luego del apagón de Edesur, que pudo crear un clima favorable a los usuarios”.
Entretanto, Nino sigue experimentando con sus bromas inquietantes: “Vestido con traje y corbata de seda, me puse a pedir limosna en el semáforo de Figueroa Alcorta y Salguero: decía que necesitaba para pagar mi servicio de telefonía celular, y todos me daban. Después, en el mismo lugar, me vestí de croto, me enyesé un brazo y dije que pedía para comer: de 40 autos, recibí 30 centavos”, comunica Nino, quien filmó su experiencia de mendigo en un video que nadie quiere comprar.

 

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