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La OTAN, con nuevas armas y viejos errores

Los aliados festejaron la eficacia de las bombas de grafito contra la red eléctrica serbia, pero volvieron a matar civiles.

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t.gif (862 bytes)  Luego de siete horas de oscuridad casi total, en la mañana de ayer la República Serbia reinició el suministro de electricidad, interrumpido tras el ataque de la OTAN con bombas de grafito. Estas “armas ultrasecretas”– según el portavoz del Pentágono Kevin Bacon– generan cortocircuitos en los sistemas eléctricos. Los voceros aliados festejaron la eficacia de esta nueva arma, pero también debieron reconocer dos capítulos más en su serie de errores. El primero fue el ataque, ocurrido el domingo, a un ómnibus que transportaba civiles cerca de Pec, en el suroeste serbio. Hasta el momento murieron 17 personas, según los medios serbios. El segundo fue una bomba que cayó ayer en territorio de Macedonia, uno de los dos países receptores de refugiados y que ayer visitó el premier británico Tony Blair. En este caso, no hubo víctimas.
Durante la madrugada del domingo y la noche de ayer, la OTAN también realizó bombardeos convencionales contra objetivos que ya habían sido atacados: la fábrica Krusik, de Valjevo, la refinería de petróleo y el edificio de la Radio y Televisión Serbia (RTS) en Novi Sad, puentes en Prijepolje, supuestas bases militares en Pristina, la capital de Kosovo. En cuanto a la novedad de los ataques contra el sistema eléctrico de la República Serbia –no quedó afectado el suministro para Kosovo y Montenegro–, las nubes de polvo de grafito, elemento conductor de electricidad, cayeron sobre las centrales termoeléctricas de Obrenovac y Kostolac. “Es un arma secreta, de la cual preferimos no hablar públicamente”, señaló Bacon, quien agregó que la estrategia tuvo como objetivo “sembrar la confusión” en el sistema de comando del Ejército yugoslavo.
Otra novedad que presentaron los cuadros aliados es la aplicación de la teoría conspirativa para explicar sus propios errores. Si bien el portavoz de la OTAN, Jamie Shea, admitió como “fallido” el ataque al ómnibus cerca de Pec, expertos aliados que pidieron el anonimato creen que “entre los muertos podría haber gente de azul”, en alusión a las fuerzas militares serbias en el autobús atacado. Estas mismas fuentes dijeron sospechar que, desde el bombardeo de los convoyes de Djacovica ocurrido el 14 de abril pasado, el Ejército yugoslavo está utilizando autobuses civiles para transportar también soldados o policías que participan en operaciones militares en Kosovo. Según esta interpretación, los serbios “limpian” de víctimas militares los restos del vehículo atacado, antes de que lleguen las cámaras de televisión. Desde este punto de vista, los ataques aliados a estos convoyes “son legítimos”, de acuerdo con estas fuentes.
Mientras tanto, el secretario general de la OTAN, Javier Solana, descartó la posibilidad de que se desplieguen tropas terrestres. “Primero hay que ganar la guerra por el aire”, dijo Solana, “porque conquistar Serbia no está en nuestros planes”. En una entrevista con la cadena española Antena 3, Solana afirmó que una fuerza terrestre internacional sólo entrará en Kosovo para garantizar el regreso de los refugiados. Reconoció que en esta provincia está desplegada “una parte importante del ejército serbio”, pero que allí “es difícil atacar porque los objetivos civiles y militares están muy mezclados”.

 


OPINION

La piñata de la Alianza

Por Pablo Rodríguez

t.gif (862 bytes) El hecho de que el 70 por ciento de Yugoslavia se quedara a oscuras demostró que la OTAN tiene su dedo puesto en el interruptor de la luz del país. Cortaremos de nuevo la luz cuando lo creamos oportuno y necesario”. A Jamie Shea, el portavoz de la OTAN, no se le ocurrió ayer mejor idea que comparar la destrucción casi completa, por unas horas, del sistema eléctrico de un país en vías de devastación, con un chico travieso que se acerca a la llave de luz en lo mejor de la fiesta. ¿Por qué atacar al sistema eléctrico? “Porque ahora las computadoras del ejército yugoslavo son sólo piezas de metal, cables y plástico”, respondió Shea pensando en un Lego o un Rasti con motor eléctrico.
Jamie Shea, como el premier británico Tony Blair, o como el portavoz del Departamento de Estado norteamericano, James Rubin, suelen amenizar estas y otras declaraciones con sonrisas e ironías con las que quieren ganar un juvenil aspecto decontracté. Lo cual no es nada reprochable, salvo por el hecho de que la guerra misma no es tan decontracté. Shea puede hablar “en serio” y decir, cuando se le pregunta por los misiles desviados de la OTAN, que “la gran diferencia es que Milosevic quiere matar y los pilotos de la Alianza no quieren matar”. Pero ante muertes provocadas como las de una guerra es por lo menos dudoso lamentarse, como el Chavo, con un “fue sin querer queriendo”.
Cuando los aliados cometieron el primer “error” que mató a más de 70 refugiados albano-kosovares que huían en un convoy, los voceros aliados se peleaban por dar una versión distinta de lo ocurrido: que el piloto que disparó no se dio cuenta de que eran refugiados, que los vio pero que los militares serbios estaban allí camuflados –algo que también dijeron ayer ante otro “error”–, o que se dio cuenta pero en la base le dieron la orden de disparar. En algo menos puntual, pero más sustantivo, como una posible invasión terrestre a Serbia, los líderes aliados tampoco tienen problema en contradecirse.
Quizás no haya nada que criticar a esta actitud. Después de todo, es muy probable que se trate de una estrategia comunicacional decontracté, que reconoce la existencia de múltiples “perspectivas” y que hasta se permite bajar los términos bélicos a metáforas cotidianas como “apagar la luz”. Y es casi seguro que aún no estamos preparados para esta técnica avanzada de construcción de imagen. Si es así, a Jamie Shea se le escapó ayer una excelente oportunidad: a la hora de describir el efecto de la lluvia de grafito que paralizó el sistema eléctrico serbio, podría haber dicho, en medio de carcajadas, “reventamos la piñata y le cayeron los caramelitos”.

 

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