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OPINION
La minoría, prenda de paz
Por Mario Wainfeld

Eduardo Duhalde aspira a consolidar su hegemonía en el PJ, tener el apoyo de todos los gobernadores y cuadros intermedios y encolumnarlos tras su candidatura. Para eso precisa ganar por paliza la interna peronista de la provincia de Buenos Aires del próximo domingo. Y contar con el apoyo de todos sus compañeros para la elección nacional.
El senador Antonio Cafiero y su ex enemigo y actual aliado Alberto Pierri necesitan tener un resultado digno en la elección del domingo próximo, para validarse ante su jefe el presidente Carlos Menem, para poder participar en la próxima campaña y –last but para nada least– para que quienes los acompañan en su cruzada menemista no se queden con las manos vacías: léase obtengan lugarcitos en las listas de legisladores.
De ahí que la primaria peronista tenga un tono de tensión y emoción no menor aunque la violencia física que las tiñe sea –en términos comparativos históricos y por ahora– baja.
No hay por qué sorprenderse. Las internas de los grandes partidos argentinos (no sólo las del PJ) nunca son juego de niños, ni se dirimen sólo con guante blanco. El que no tiene fiscales ni aparato, pierde. Y Duhalde tiene un aparatazo: controla 89 de las municipalidades peronistas en juego, contra cinco de sus adversarios.
Los cafieristas, curándose en salud, salen a anticipar un posible fraude, para no ceder la iniciativa y quedar –como le ocurrió en Capital a Mario “Pacho” O’ Donnell– protestando con el resultado puesto. Anuncian para el domingo un día de furia. Y quizás así sea, duplicando el escándalo que produjo el justicialismo porteño. Pero también puede ocurrir que la sangre no llegue al río, que el resultado deje más o menos conformes a todos. Si Cafiero y Pierri obtienen minoría (más del 25 por ciento del padrón provincial), eso representaría, dada la disparidad de fuerzas, un buen papel.
A su vez, le permitiría a Duhalde ganar por un margen de treinta o cuarenta puntos demostrando que es el taita en su provincia. Y también podría cerrar filas con los (a partir del lunes) ex cafieristas. Sus enemigos de hoy serían sus aliados de mañana, contenidos en sus listas sábana, dispuestos a deponer enconos y hacer lo imposible para que la boleta del PJ saque la mayor cantidad de votos posibles contra la Alianza. Si, en cambio, quedaran afuera rumiarían odio, pensarían en apoyar a Luis Patti o en urdir mil maldades. La lealtad, pilar fundante de la unidad peronista, se apuntala cuando hay poder para repartir.
O sea, que un amplio triunfo de Duhalde que permita a Cafiero sacar minoría puede –todavía– producir el portento de dejar conformes a todos los que participan en la interna bonaerense. Las denuncias, acusaciones y sospechas pueden ceder lugar –si no a un idilio– a una sociedad con fines determinados y apetecibles, algo más sólido y cercano a la realidad de las internas que los idilios.

 

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