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OPINION
El dúo dinámico
Por Eduardo Aliverti


Si todavía quedaban algunos ingenuos capaces de suponer que había llegado una etapa de ostracismo para Menem y Alfonsín, cabe imaginar que las noticias de estos días les habrán devuelto los pies a la tierra.
En un aspecto –la repercusión provocada al interior de sus partidos– el caso del líder radical es aún más emblemático. Los peronistas ya están acostumbrados a su batalla intestina como quien sabe que a la mañana tiene que afeitarse. Pero radicales y aliancistas (es de imaginar) no sólo están en la construcción de una nueva fuerza sino que, precisamente por eso, deben dar la imagen menos fisurada posible. Lo cual, a su vez, debiera provenir de acuerdos y pactos preexistentes. Vista la realidad, tal cosa no existe o, peor todavía, más bien no existe nada –en términos de ideas de fondo– y el eterno Alfonsín tiene que aparecer de modo periódico para (poder) demostrar lo contrario. Pero el problema es que agrega mayor confusión. Hace pocos meses dijo que renunciaba a todo y enseguida le pidieron que no renunciara a nada, empezando por la propia Fernández Meijide. Después se despachó desde Estados Unidos con un misil que estalló en las narices de Fernando de la Rúa, a quien endilgó ser algo así como una tortuga conservadora. No conforme, atrás mandó la infantería: “Si arreglan con Cavallo yo me voy...”. Un mensaje directo con destino principal en Chacho Alvarez, quien sigue pensando que para derrotar al menemismo hay que juntar a casi todo lo que ande por ahí.
Lo del jefe de Estado es más sencillo. Se inscribe en aquello que sus alcahuetes definen con lenguaje de fórmula: puede ganarse con o sin Menem, pero no contra él. No pocos supusieron que al haber abortado la recontraelección había terminado el partido, sin entender que lo que está en juego para el Presidente es el dominio del centro de la escena. Su “asunción” como jefe partidario hasta bien entrado el siglo que viene, pasando por encima de una resolución judicial con notable ausencia de escrúpulos, revela que de Menem puede esperarse de todo, menos un retiro en desbande y resignado.
En concreto, Duhalde gobierna (estado bonaerense, candidatura presidencial, aparato de la provincia) pero no reina. Y con De la Rúa, Alvarez, Meijide y Cía. ocurre otro tanto. Tienen gobierno porteño, postulaciones afirmadas y penetración mediática. Pero reina la iniciativa política de Alfonsín.
En un caso, se trata de la mera puja por los pedazos del poder. En el otro, de cómo la falta de firmeza ideológica permite que manden las chicanas. Y en los dos, de un país que sigue bailando al compás de dos figuras. El resto, comenta.

 

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