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Por Raúl Kollmann ![]() Los hechos de aquel 17 de marzo son nítidos. Un agente debía custodiar la Embajada hasta las 14 y a esa hora se fue. Es un movimiento irregular porque el que está de guardia debe esperar su relevo. El agente que debió llegar a las 14 nunca llegó. En la causa judicial sostuvo que se quedó enel cuartel haciendo trabajos de talabartería. El patrullero de la zona tenía que pasar frente a la Embajada; hubiera constatado que no había guardia, por lo que seguro iba a pedir un reemplazo. Supuestamente recibió una orden y pasó por el lugar, pero sin detenerse ni verificar que hubiera guardia. Como se ve, es una serie de coincidencias más que sospechosas. Las hipótesis que se manejaban ayer eran cuatro: * Primera hipótesis: que todas las maniobras se hicieron porque hubo algún nivel de complicidad directa de hombres de la Federal con el atentado, es decir con los terroristas. Aunque esta teoría tiene pocos adeptos, el diputado radical Melchor Cruchaga sugirió que hay elementos objetivos que indican que esta alternativa debe investigarse. * Segunda hipótesis: que hubo algún dato o un alerta de que podría producirse un atentado. Esto es lo que habría promovido los movimientos para que nadie de la fuerza terminara afectado por la explosión. En la Comisión Bicameral hay varios miembros que tienen esta sospecha. * Tercera hipótesis: todo fue producto de la negligencia de la fuerza y las maniobras de la Federal tuvieron el objetivo de encubrir semejante ineficacia. Por eso se habría inventado lo del robo o la manifestación en la Cancillería. Cuando los tripulantes del patrullero vieron que la investigación por obra del embajador Itzhak Avirán y la Bicameral-empezaba a apuntar sobre ellos, revelaron la cinta para defenderse. Nosotros no tuvimos la culpa, recibimos una orden, es lo que pretenden dejar en claro, adjudicándoles la maniobra de encubrimiento a sus superiores. * Cuarta hipótesis: el patrullero efectivamente pasó por la Embajada, vio el coche bomba segundos antes del atentado, pero no hubo reacción ni intervención de ningún tipo. Cuando se produce el estallido, obviamente la Policía Federal no podía decir que sus hombres vieron todo pero no reaccionaron. De manera que hubo que preparar una coartada, lo que incluyó el invento del robo y la manifestación en la Cancillería, la elaboración de una cinta con la orden al patrullero de desplazarse y otras maniobras de ese estilo. Esta variante es la más estudiada por los investigadores. Lo más grave de todo es que las historias oficiales de la Policía Federal no cierran. La frutilla de la torta se puso en la antevíspera en la Comisión Bicameral, al decidir que sea la misma Federal la que realice una pericia sobre la cinta mágicamente aparecida.
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