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PODRIAN RECUPERAR UNA BEBA ROBADA AL NACER
Cada vez más cerca de Rocío

Los Cigarreta supieron en 1998 que la beba muerta que les habían dado  en el sanatorio no era de ellos. Ahora un análisis  mostró que una nena en poder de otra pareja podría ser Rocío.

Horacio Cigarreta se encadenó en Tribunales para pedir celeridad a la Justicia.

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t.gif (862 bytes)  Rocío Cigarreta sería una niña de dos años y poco más de un mes. Todo ese tiempo habría estado viviendo –o aún lo hace– con otro nombre, padres falsos y lejos de su verdadera familia. La situación parece estar a punto de terminar después de que un análisis de ADN demostrara preliminarmente ayer que es la hija de Cristina Ortizá y Horacio Cigarreta, la pareja que la busca incansablemente desde que un llamado anónimo les advirtió en 1997 que en la Clínica del Niño les habían entregado una beba muerta y ajena. Habían sido víctimas de un cambio de bebés. Después de un estudio de ADN, un informe de la asesoría pericial de la Suprema Corte de la provincia sostiene que tomando los datos disponibles los resultados muestran la probabilidad de vínculo biológico entre la pareja y la menor analizada. La certeza de los Cigarreta sobre que han dado con su hija se basa en una alta compatibilidad con el ADN paterno.
Todos en Mar del Plata conocen la historia: en marzo del ‘98 decidieron hacerla pública cuando un análisis genético determinó que aquella niña muerta no era su hija. En el último año, los Cigarreta han organizado cuatro marchas del silencio. Y desde hace más de una semana permanecen encadenados pidiendo celeridad a la Justicia en las puertas de los tribunales. Les parecía sospechoso que los últimos dos análisis de ADN, realizados a fines de marzo, tardaban ya más de un mes. Los catorce estudios anteriores, realizados a bebés nacidos en Mar del Plata entre el 20 y el 28 de abril de 1997, habían resultado negativos y habían demorado no más de una semana. Por la información aportada a la causa por testigos de identidad reservada se ubicó a la nena que sería la hija de los Cigarreta. La Justicia decidió ampliar el período de tiempo de nacimiento teniendo en cuenta esos datos, y ordenó el análisis de todas maneras en una nena que nació según los registros días antes o después de esa semana. La supuesta Rocío vive en Mar del Plata con un matrimonio de clase media que será investigado si se termina de confirmar que es hija de los Cigarreta.
Rocío Cigarreta nació de un parto natural el 23 de abril de 1997, en forma prematura. Llevaba ocho meses en la panza, y pesó 1450 gramos. Fue derivada a neonatología, donde supuestamente había vivido en una incubadora los tres días que pasaron hasta el 26 a las once de la mañana. A esa hora, un neonatólogo comunicó la muerte de la nena. Nunca el cuerpo fue mostrado a los padres. Y ellos, consternados por la pérdida, no lo pidieron. “Preferimos evitarnos ese momento, estábamos destruidos”, le dijeron a este diario cuando hicieron público el caso, el 27 de marzo de 1998. Cuando se conoció la acusación, la clínica dijo que la niña había muerto por una insuficiencia respiratoria grave y una “hemorragia en el sistema nervioso central”. La familia no quiso velar a Rocío y la llevaron directamente a un cementerio parque con una cochería marplatense.
Tres meses después, un mediodía de julio, en el teléfono particular de la familia, se oyó la voz de un hombre: “la nena está viva. Búsquenla”, le dijo a Cristina. Ella dice que le creyó “por instinto materno” y porque el personaje anónimo sabía algo privadísimo: cuando los médicos les adelantaron que la salud de la beba estaba en peligro, la bautizaron en una ceremonia íntima. Patrocinados por el abogado Daniel Reoyo, Cristina y Horacio comenzaron una causa judicial. Fue así como el juez Favarotto ordenó la requisa de la documentación sobre el fallecimiento en la clínica y en la funeraria. En agosto del ‘97 solicitó la exhumación del cadáver de la criatura y el análisis de ADN al equipo del Hospital Durán. Más de seis meses después llegó la confirmación para los Cigarreta: en casi un ciento por ciento la nena que enterraron no era Rocío, su ADN no correspondía con el de ellos. Se sucedió un escueto comunicado del director de la Clínica del Niño, Oscar Curto: “Estamos asombrados respecto a la información periodística”. Del personal de la clínica sólo han declarado, en calidad de testigos, varias enfermeras y Curto. Los médicos que podrían estar implicados en un cambio o venta de bebés lo harán si se los imputa, y en declaraciones indagatorias.

 

Cómo sería la restitución

“Mire, la verdad es que hemos sido como detectives”, le dice a Página/12 Horacio Cigarreta, desde el celular de su abogado, en las puertas de los tribunales marplatenses, a donde se encadenó para pedir la entrega del análisis que ayer al mediodía lo convirtió en un hombre feliz. Seguirá allí hasta que otro estudio de ADN confirme la buena nueva.
Ya imagina –y con él toda la familia– una etapa de acercamiento cuidadoso a Rocío, su hija robada. La nena tiene ya dos años, un mes y algunos días. Imaginan que debe hablar, decir mamá y papá, estar en un mundo que cree propio. Según explica su abogado, el regreso de la nena a casa deberá estar supervisado por equipos de psicólogos, trabajadores sociales, y dependerá de una serie de informes ambientales por parte de la Justicia.
Tanto ese proceso complejo de restitución de la identidad a la niña, como la investigación trabajosa que los propios padres han hecho para dar con ella, asemeja la situación a lo que las abuelas de chicos desaparecidos hacen para dar con sus nietos robados. “A nosotros –dice Horacio– también nos han tratado de locos. Pero no paramos de luchar, demostramos que si uno no baja los brazos, lo consigue.”

 

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