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LOS OCHO ACORDO LAS BASES DE UNA SALIDA POLITICA
Y Rusia se quedó con el protagónico

La reunión del G-8 logró un acuerdo para una presencia internacional en Kosovo. Ahora, Rusia es la carta clave que tiene la OTAN para presionar al presidente Slobodan Milosevic.

Joschka Fischer habla en conferencia de prensa, Igor Ivanov (izq.) y Madeleine Albright escuchan.
El ministro de Relaciones Exteriores alemán fue quien ideó el “plan de paz” para resolver la crisis.

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t.gif (862 bytes)  Desde que empezó la ofensiva Fuerza Aliada contra Yugoslavia, un objetivo número uno de la OTAN fue conseguir que Rusia le resolviera la guerra en el terreno diplomático. Y ayer en Bonn sus deseos postergados durante seis semanas estuvieron más cerca que nunca de convertirse en realidad. La reunión de los ministros del Grupo de los Ocho dio ayer un nuevo paso para achicar la brecha que separa a los aliados y a Rusia, al acordar un conjunto de principios para una salida política. La decisión de los siete países más industrializados y Rusia de llevar su “plan de paz” al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas fue recibida con alivio y cautela por los aliados. El secretario general de la ONU, Kofi Annan, dio la “bienvenida a las conclusiones” alcanzadas “sobre los principios generales para una solución política a la crisis de Kosovo”. Sin embargo, aún quedan por tratar asuntos sustanciales para que Belgrado ceda. En particular, cómo estará conformada la “fuerza militar internacional” en Kosovo. Rusia hace valer su posición para oponerse a que las intenciones de Estados Unidos y Gran Bretaña de que el núcleo duro de la presencia internacional sea la OTAN.
Entre los puntos acordados ayer por los siete países más industrializados y Rusia, se retomaron las demandas aliadas de poner “fin a la violencia y la represión en Kosovo, la retirada de la policía militar y de las fuerzas paramilitares y el establecimiento de una administración interina para Kosovo, que será decidida por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas”. Pero incurrieron en concesiones a Moscú que antes parecían imposibles: el documento firmado por los ministros decidió exigir la “desmilitarización del UCK (Ejército de Liberación de Kosovo)”, y lograr un “acuerdo marco, político e interino, que proporcione un sustancial autogobierno para Kosovo, que tenga en cuenta los acuerdos de Rambouillet y los principios de soberanía e integridad territorial de la República Federal de Yugoslavia”.
Más aún, el acuerdo del G-8 evitó deliberadamente mencionar el rol que tendrá la OTAN, en un intento por mantener a Rusia en un rol mediador que empuje al presidente Slobodan Milosevic a un aislamiento todavía mayor y lo obligue a negociar. Luego de que los ministros acordaran “el despliegue en Kosovo de presencias internacionales efectivas civiles y de seguridad, adoptadas y respaldadas por las Naciones Unidas”, la secretaria de Estado norteamericana, Madeleine Albright, dijo que “esto debe significar una poderosa fuerza militar con la OTAN en su centro” que incluya a Estados Unidos y Gran Bretaña, y agregó que “no lo veo como que la OTAN esté haciendo concesiones. Veo esto como que los rusos están tratando de lidiar con este asunto”.
Por su parte, el ministro ruso de Relaciones Exteriores, Igor Ivanov, reiteró que la OTAN no podría formar parte de la presencia internacional sin el consentimiento de Yugoslavia. “Garantizamos la soberanía de Yugoslavia. Sin el acuerdo previo de ese país, nada es posible”. Aunque Ivanov pareció suavizar el punto de vista de Rusia al decir que “no estamos en realidad en contra de nadie”, volvió a reclamar que “al menos mientras estemos en medio de estas negociaciones, debería declararse una pausa en los bombardeos”. Aunque en los últimos días hubo signos de que Yugoslavia podría estar aflojando su posición al haber aceptado una presencia internacional bajo el mandato de la ONU, Milosevic volvió a anunciar que no aceptará que esa fuerza esté integrada por países de la alianza que hayan participado de los bombardeos.
La inmediata reacción de Kofi Annan ante el acuerdo anunciado en Alemania, y su decisión de nombrar a sus enviados especiales para la crisis de Kosovo, refleja la necesidad de que la ONU recupere y asuma el protagonismo en la búsqueda de una solución negociada al conflicto, lo que ayudaría a contrarrestar las extendidas críticas contra la acción de la OTAN. En medios diplomáticos de las Naciones Unidas se apuntó ayer que, aunque la declaración es un paso muy importante, la vaguedad de la declaración del G-8 y la posición que pueda asumir China son preocupantes.El secretario general informó el pasado miércoles al Consejo de Seguridad sobre sus gestiones diplomáticas en Alemania y en Rusia, y sobre su conversación con el enviado especial ruso, Viktor Chernomyrdin. Annan adelantó que, en su opinión, existía ya un consenso de que la solución al conflicto pasaba por la retirada de las fuerzas yugoslavas de Kosovo, el regreso de los refugiados en condiciones de seguridad y la presencia de una fuerza internacional de paz.
El acuerdo alcanzado ayer en Alemania es una señal que la diplomacia está en movimiento pero, más allá de las líneas generales del acuerdo, es claro que todavía hay una amplia brecha entre las demandas de la alianza y lo que Yugoslavia y Rusia están dispuestos a aceptar. De todos modos, el primer resultado de las negociaciones dio un respiro a los líderes de la alianza, que necesitan una salida ante el fracaso de los ataques aéreos contra Belgrado. “Si todo esto producirá algún resultado, es algo que no puedo predecir –declaró el secretario de Relaciones Exteriores británico, Robin Cook–. Esto depende de Milosevic, pero él se engañará aún más si no reconoce que tiene una salida en los principios que establecimos.”

 


 

LA OTAN ADVIRTIO A MILOSEVIC
La venganza será terrible

The Guardian de Gran Bretaña
Por Martin Walker desde Bruselas

t.gif (862 bytes) La OTAN declaró ayer que destruyó más de 200 tanques y piezas de artillería yugoslavos y que cortó los contactos de las fuerzas serbias en Kosovo de sus bases de abastecimiento, luego de seis semanas de bombardeos y un total de 17.000 ataques. Pero la Alianza Atlántica también admitió su fracaso en el objetivo de detener las atrocidades cometidas contra la población civil de Kosovo. “Es verdad que aún no logramos tener éxito en el objetivo inicial de frenar la limpieza étnica. Milosevic continuó con su campaña”, dijo el portavoz de la OTAN, Jamie Shea. “Pero, Dios mío, vamos a hacer que este hombre pague un precio muy alto por lo que ha hecho, y cada día será más alto”, agregó. “Quizás no podamos evitar que los crímenes ocurran, pero vamos a revertirlos.”
La OTAN develó ayer su contribución, largamente prometida, a una campaña contra las fuerzas terrestres serbias en Kosovo, y señaló que logró reducir sensiblemente su capacidad militar, de manera que controlan cada vez menos territorio y con ello son cada vez menos capaces de arrasar con la población civil. Con mapas y fotografías aéreas, los voceros aliados describieron a un Ejército serbio cuya moral desciende a medida que aumentan sus bajas, se reducen la comida y el combustible y crece la falta de descanso.
Los funcionarios civiles y militares de la OTAN estaban ayer confiados en que se encontraban finalmente a punto de lograr un éxito estratégico recurriendo exclusivamente a los ataques aéreos. Y también fueron inflexibles respecto a que no iban a aceptar una simple declaración del presidente Milosevic sobre una retirada de sus fuerzas de Kosovo. “Necesitamos ver acciones, no sólo palabras”, dijo Shea.

 

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