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Desde que empezó la ofensiva Fuerza Aliada contra Yugoslavia, un objetivo número uno de la OTAN fue conseguir que Rusia le resolviera la guerra en el terreno diplomático. Y ayer en Bonn sus deseos postergados durante seis semanas estuvieron más cerca que nunca de convertirse en realidad. La reunión de los ministros del Grupo de los Ocho dio ayer un nuevo paso para achicar la brecha que separa a los aliados y a Rusia, al acordar un conjunto de principios para una salida política. La decisión de los siete países más industrializados y Rusia de llevar su plan de paz al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas fue recibida con alivio y cautela por los aliados. El secretario general de la ONU, Kofi Annan, dio la bienvenida a las conclusiones alcanzadas sobre los principios generales para una solución política a la crisis de Kosovo. Sin embargo, aún quedan por tratar asuntos sustanciales para que Belgrado ceda. En particular, cómo estará conformada la fuerza militar internacional en Kosovo. Rusia hace valer su posición para oponerse a que las intenciones de Estados Unidos y Gran Bretaña de que el núcleo duro de la presencia internacional sea la OTAN. Entre los puntos acordados ayer por los siete países más industrializados y Rusia, se retomaron las demandas aliadas de poner fin a la violencia y la represión en Kosovo, la retirada de la policía militar y de las fuerzas paramilitares y el establecimiento de una administración interina para Kosovo, que será decidida por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Pero incurrieron en concesiones a Moscú que antes parecían imposibles: el documento firmado por los ministros decidió exigir la desmilitarización del UCK (Ejército de Liberación de Kosovo), y lograr un acuerdo marco, político e interino, que proporcione un sustancial autogobierno para Kosovo, que tenga en cuenta los acuerdos de Rambouillet y los principios de soberanía e integridad territorial de la República Federal de Yugoslavia. Más aún, el acuerdo del G-8 evitó deliberadamente mencionar el rol que tendrá la OTAN, en un intento por mantener a Rusia en un rol mediador que empuje al presidente Slobodan Milosevic a un aislamiento todavía mayor y lo obligue a negociar. Luego de que los ministros acordaran el despliegue en Kosovo de presencias internacionales efectivas civiles y de seguridad, adoptadas y respaldadas por las Naciones Unidas, la secretaria de Estado norteamericana, Madeleine Albright, dijo que esto debe significar una poderosa fuerza militar con la OTAN en su centro que incluya a Estados Unidos y Gran Bretaña, y agregó que no lo veo como que la OTAN esté haciendo concesiones. Veo esto como que los rusos están tratando de lidiar con este asunto. Por su parte, el ministro ruso de Relaciones Exteriores, Igor Ivanov, reiteró que la OTAN no podría formar parte de la presencia internacional sin el consentimiento de Yugoslavia. Garantizamos la soberanía de Yugoslavia. Sin el acuerdo previo de ese país, nada es posible. Aunque Ivanov pareció suavizar el punto de vista de Rusia al decir que no estamos en realidad en contra de nadie, volvió a reclamar que al menos mientras estemos en medio de estas negociaciones, debería declararse una pausa en los bombardeos. Aunque en los últimos días hubo signos de que Yugoslavia podría estar aflojando su posición al haber aceptado una presencia internacional bajo el mandato de la ONU, Milosevic volvió a anunciar que no aceptará que esa fuerza esté integrada por países de la alianza que hayan participado de los bombardeos. La inmediata reacción de Kofi Annan ante el acuerdo anunciado en Alemania, y su decisión de nombrar a sus enviados especiales para la crisis de Kosovo, refleja la necesidad de que la ONU recupere y asuma el protagonismo en la búsqueda de una solución negociada al conflicto, lo que ayudaría a contrarrestar las extendidas críticas contra la acción de la OTAN. En medios diplomáticos de las Naciones Unidas se apuntó ayer que, aunque la declaración es un paso muy importante, la vaguedad de la declaración del G-8 y la posición que pueda asumir China son preocupantes.El secretario general informó el pasado miércoles al Consejo de Seguridad sobre sus gestiones diplomáticas en Alemania y en Rusia, y sobre su conversación con el enviado especial ruso, Viktor Chernomyrdin. Annan adelantó que, en su opinión, existía ya un consenso de que la solución al conflicto pasaba por la retirada de las fuerzas yugoslavas de Kosovo, el regreso de los refugiados en condiciones de seguridad y la presencia de una fuerza internacional de paz. El acuerdo alcanzado ayer en Alemania es una señal que la diplomacia está en movimiento pero, más allá de las líneas generales del acuerdo, es claro que todavía hay una amplia brecha entre las demandas de la alianza y lo que Yugoslavia y Rusia están dispuestos a aceptar. De todos modos, el primer resultado de las negociaciones dio un respiro a los líderes de la alianza, que necesitan una salida ante el fracaso de los ataques aéreos contra Belgrado. Si todo esto producirá algún resultado, es algo que no puedo predecir declaró el secretario de Relaciones Exteriores británico, Robin Cook. Esto depende de Milosevic, pero él se engañará aún más si no reconoce que tiene una salida en los principios que establecimos.
LA OTAN ADVIRTIO A MILOSEVIC The Guardian de Gran Bretaña
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