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Por Pablo Plotkin Para entender un poco mejor la originalidad del sonido de Los Gauchos Alemanes, se recomienda revisar la formación. Un cuarteto instrumental integrado por tres guitarristas argentinos que viene cada uno del punk, el pop rock y la electrónica, y un bajista alemán que es, en verdad, violinista clásico. Además, los cuatro viven en ciudades distintas: Christian De Santis en Santiago de Chile, Fernando Kabusacki en Buenos Aires, Martin Schwutke en Berlín y Hernán Núñez en Hamburgo. Así que durante seis meses cada año, se reúnen, salen de gira y graban discos. La consecuencia del último encuentro se llama Gauchomanía un álbum viajero en todo sentido, grabado en un estudio móvil en cada puerto de una gira de norte a sur por Alemania. Después de dos discos acústicos, los Gauchos eligen las guitarras eléctricas y la distorsión. Y todo se vuelve más tormentoso y eufórico a la vez. Cambió mucho la música, cambió toda la propuesta de la banda. Es un cuarteto electrificado al mango, mucho más sónico, más distorsionado. Estamos lejos del trío acústico que fuimos en su momento, define Hernán Núñez en entrevista con Página/12, adelantando algo acerca del tipo de shows que darán hoy y mañana en La Trastienda, después de dos años de ausencia en la Argentina. ¿Los Gauchos Alemanes es una banda de rock? Arriba del escenario tomamos una actitud rockera. Generalmente, a bandas como nosotros, que les gusta tanto Stravinsky como Hendrix, se las llama eclécticas, que suena aburridísimo. Nosotros por definición seríamos eso, pero en el escenario somos rockeros. Aunque creo que el rock como género revolucionario ya fue, que se reitera constantemente. La revolución musical no parte hoy del rock. Es la música comercial. Y el negocio del mega rock es muy aburrido. También todo empieza a desvirtuarse a fines de los setenta, con el rock de estadios. ¿Cómo se explica que una banda le cobre 50 pesos a alguien que se va a parar al pasto para ver un show por pantalla de video? ¿Cómo se dio el cambio de lo acústico a lo eléctrico? Naturalmente. No fue una idea, uno cambia y cambia la música. Cambia la situación, el entorno, uno va creciendo. O por ahí se va para atrás. Nosotros, de algún modo, empezamos a volver de donde veníamos: el rock. Pero siempre con nuestro amor por lo contemporáneo. Empezamos a hacer cosas de Stravinsky con distorsión, covers de los Shadows, de los Beatles, de Brian Eno, a hacer los soundtracks de las películas que nos gustan. Empezamos a divertirnos más, sin preocuparnos tanto por el virtuosismo técnico. Y de repente nos dimos cuenta en los ensayos de que estábamos cayendo con eléctricas, con más amplificación, más efectos. Se dio así, la música lo requería. En ese sentido, al ser independientes, no tenemos que pedirle permiso a nadie, hacemos lo que queremos. Y eso es una gran ventaja. Esa libertad parece vital en Los Gauchos. ¿Podrían editar discos por una compañía grande? Podríamos, si las condiciones fueran justas. Lo que no se ve en ninguna compañía grande son las condiciones justas, equitativas. No existen. Es un robo. Lo que pasa es que los músicos están tan necesitados, y es tan grande el deseo de editar un disco, que en ese momento se comprometen a cualquier cosa. Pero los porcentajes son ridículos. Estás haciendo la música, el producto, ¿y te llevás el 7 por ciento de un CD? A nosotros tampoco nos editaría un sello grande, porque lo nuestro no es comercial. Con eso corremos con la desventaja de no tener difusión, y que poca gente sepa que existimos. Contra eso, nuestra forma es tocar mucho. Sí, sería bárbaro ganar plata vendiendo muchos discos, llegar a mucha gente, que en los conciertos las salas se llenen. Eso está bien, no somos hippies. Pero, ¿a qué precio? ¿Y cómo manejan eso en Europa? En Inglaterra y el resto de Europa nos edita el sello independiente Discipline, que reparte las ganancias 50 y 50. Entonces ahí sí tenemos un trato justo: porque hay que reconocer el esfuerzo de la compañía, que distribuye los discos y demás. Pero esa política represora, obsoleta, que termina siendo una estafa para los músicos, en poco tiempo se va a tener que acabar.
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