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Por Nora Veiras Después de casi siete años en el gobierno y tres como ministra, Susana Decibe renunció con un portazo. Tal como le decía ayer, yo no he conseguido en este largo proceso que miembros claves de nuestro gobierno valoren la reforma educativa, le escribió al Presidente en la renuncia que le mandó a Olivos por su secretario privado. En la carta calificó como inexplicable e irrespetuoso el recorte presupuestario de 280 millones de pesos que sufrió el área, pero al despedirse de la gente del ministerio lo definió como un asesinato. Carlos Menem hizo una jugada rápida para desbaratar el impacto de la baja: nombró al segundo de Decibe, el chaqueño Manuel García Solá, como ministro. Es un traidor, fue el comentario que despertó en el entorno de la ex ministra la aceptación de García Solá, quien hasta el día anterior se rasgaba las vestiduras por el ajuste y no le avisó que se había convertido en su sucesor. Anteanoche, Decibe llamó al jefe de Gabinete, Jorge Rodríguez, para saber si podía esperar algo. En el segundo semestre, cuando mejore la recaudación, se podrán recomponer las partidas, escuchó del otro lado del teléfono. No dijo nada pero decidió imprimir la renuncia que llevaba en su computadora portátil. Siento como un fracaso no haber logrado que mi gobierno asumiera las transformaciones en educación, universidad y ciencia y técnica, con igual convicción y casi religiosidad como con la paridad cambiaria, leyó Menem y se molestó aún más con la frase que le advirtió que lo que es intolerable ante la mirada de todos, es el espectáculo obsceno de quiebras bancarias, muchas veces fraudulentas, atendidas sin reparos por nuestro Banco Central. Después de un día de duelo en el ministerio, el viernes a la madrugada, García Solá llamó a Decibe para reforzar su solidaridad con la decisión de decir basta ante la ratificación del recorte. Sin embargo, dos horas después de que su secretario dejara la renuncia en Olivos, Decibe se enteró por una agencia de noticias que su segundo había sido designado en su lugar. García Solá, quien acaba de perder en medio de un escándalo la interna peronista para gobernador del Chaco, se refugió en la quinta del ministerio en San Fernando para rearmar su gabinete después de una breve entrevista con Menem y Rodríguez. Renunciaron las cabezas de las áreas universitaria (el secretario Eduardo Sánchez Martínez y el subsecretario Eduardo Mundet) y pedagógica (las subsecretarias Inés Aguerrondo, Hilda Lanza, y los directores Cecilia Braslavsky, Néstor Ribet, Darío Pulfer, Daniel Hernández y Silvia Canela) y el secretario permanente del Consejo Federal, Osvaldo Devries. El secretario de Ciencia y Técnica, Juan Carlos Del Bello, seguirá en el cargo si logra que le repongan las partidas que le podaron. Hasta anoche sólo continuaban Sergio España (Políticas Compensatorias) y José Fortes. (Presupuesto). García Solá proviene del desarrollismo, fue vicepresidente de Confederaciones Rurales Argentinas, ministro de Educación del Chaco durante el gobierno de Acción Chaqueña, el partido del coronel retirado Ruiz Palacios, y desembarcó en Educación de la mano de Decibe. Anoche aseguró que su gestión será la continuidad de la política educativa que implementó el Presidente, el ministro Jorge Rodríguez y que llevó adelante mi querida amiga Susana Decibe. El flamante ministro embistió luego contra la protesta universitaria. Aseguró que durante 1999 funcionarán las 36 universidades de todo el país. El presupuesto será el mismo de 1998 y resulta sospechoso que Oscar Shuberoff diga que va a cerrar la UBA el 1 de octubre. De esa forma contrarió el proyecto del peronismo en el Congreso que anunció el rechazo al recorte de 100 millones realizado por el Ejecutivo y se alineó con el discurso de la Casa Rosada. Soy de Racing, me acaban de robar las elecciones en el Chaco y estoy acá en medio de este quilombo. Así describía su situación el jueves a la tarde García Solá en una impasse de las deliberaciones del Consejo Federalde Ministros de todo el país que estaba redactando un documento de rechazo unánime al ajuste. Ayer decidió revertir la acumulación de fracasos y dio un salto de alto riesgo para convertirse en, como máximo, el ministro de Educación de los últimos siete meses de Menem. A fines de diciembre García Solá se había resistido a dejarle el cargo a la ex senadora Olijela del Valle Rivas. El segundo de Jorge Rodríguez, Miguel Solé, le había pedido la renuncia para ubicar en ese puesto a la tucumana, una jugada indirecta para desplazar a Decibe. El alejamiento de Decibe después de tres años como ministra muestra el triunfo del ajuste por sobre todo. Si bien ella formó parte de la política de un gobierno que durante diez años modeló un país donde la exclusión es inocultable, dio más de una batalla para evitar que la ola privatizadora inunde el área educativa. En su renuncia le dice al Querido Presidente: ¿Usted recuerda cuando le pregunté al ministro de Economía (Roque Fernández) en el gabinete quién era el responsable último de la educación de los chicos jujeños si la irresponsabilidad de sus gobernantes obligaba al cierre de las escuelas? Me contestó: el voto de los jujeños. En las próximas elecciones no los volverán a votar. Mientras tanto desde Economía se asumían los costos de las ineficiencias y otras yerbas financieras de la misma provincia. Los chicos jujeños estuvieron la mitad del año sin clases por falta de pago a los docentes. A siete meses de las elecciones, el portazo para muchos es tardío. Pero, en épocas en que todos se adaptan, para otros es valorable. DECIBE ACUSA A JORGE RODRIGUEZ Y ROQUE
FERNANDEZ Por N. V.
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