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La batalla del eufemismo permanente

Por Jeremy Hardy *


t.gif (862 bytes)  Antes de comenzar creo que es importante decidir qué es lo que entendemos por “definición”. Actualmente, Gran Bretaña está debatiendo lo que significa ser británico, lo que se entiende por “justo”, cuál es el status nacional de Kosovo y si el imperialismo norteamericano es imperialista. Los lectores de los periódicos se han unido al debate, a veces brindando los mejores análisis y a veces no. Las páginas de cartas de lectores existen en parte porque son una vía de salida para la pedantería o, para ser más preciso, para la filigranería semántica de gente que no tiene nada mejor que hacer. Las palabras, sin embargo, son importantes. Hay una batalla por el lenguaje, especialmente cuando las cosas deben ser justificadas. Durante esta guerra, se emplea todo el viejo lenguaje de Vietnam para que las cosas suenen menos horribles de lo que son. “Daño colateral” suena ya casi como una autoparodia. La OTAN debería contratar a consultores para que aporten nuevos eufemismos. Podríamos decir que estamos acabando con el exceso de vidas, ajustando hospitales o creando edificios escolares más austeros.
La definición geográfica es inevitablemente un campo de batalla –o “zona de intervención no permisiva”–, cuando se trata de la separación del territorio en cuestión debe ser dividido. Por ejemplo, protestar porque el término “Ulster” está mal usado es más que una cuestión de detalle. Este no es un error inocente. Es deliberado. El Ulster es una de las cuatro provincias de Irlanda. Consiste en nueve condados, a diferencia de “Irlanda del Norte” que comprende seis. Las otras tres provincias están en el sur, excepto Donegal, que está realmente en el norte pero dentro de la República. El término Irlanda del Norte es, sin embargo, bastante exacto y se refiere a una entidad política creada por la desastrosa división que Gran Bretaña impuso sobre Irlanda. Los unionistas, que favorecen a Gran Bretaña, prefieren decir “Ulster”, porque sugiere que el rincón al noreste de Irlanda es un lugar totalmente diferente. En cambio, el nombre Irlanda del Norte dice claramente dónde está, y da una clave para la solución del problema.
Aquellos que sostienen que Kosovo es una parte histórica de Serbia tienen bastante ganada la discusión. Pero no creo que esto nos lleve muy lejos, y no justifica la opresión de los albaneses. Los aliados son remisos a definir o incluso mencionar “la Gran Albania” porque es algo que no pueden permitir. El objetivo de guerra de la OTAN es seguir imponiendo un dictado a una región que siempre fue dictada por extranjeros.
La gente que apoya la guerra lo hace ubicándose en posiciones políticas muy extrañas. Respaldar al imperialismo norteamericano es una tradición laborista, así que ahí no hay sorpresas. Pero resulta extraordinario que tanta gente joven lo esté apoyando, sin considerar el daño que sus desatadas ambiciones pueden provocar en el futuro del mundo.
Parecen estar diciendo que la guerra de los Balcanes entra en el patrón de conductas agresivas de Estados Unidos por mera casualidad, o que la intervención puede llamarse de otro modo porque en Kosovo no hay petróleo. Sin embargo, aun si me equivoco al afirmar que hay un objetivo estratégico al asegurar la esfera de influencia de Estados Unidos en Medio Oriente, que los comerciantes de armas influyen la política y que las máquinas militares necesitan liberarse de sus viejos fierros y acumular nuevo stock, no me pueden decir que éste sea el amanecer de una brillante nueva era de las relaciones internacionales. Aun si los políticos creen su propia propaganda, igual están equivocados.
Estoy seguro de que Clinton y Blair se ven a sí mismos como cruzados. Casi nadie se despierta pensando: “¿Como puedo empeorar el mundo hoy?”. No estoy seguro de hasta qué punto Blair es un perro faldero de Estados Unidos. Sí creo que es un lunático peligroso, que si no fuera por sucostosa educación estaría deambulando sin hacer daño por las avenidas, juntando bolsas de plástico y gritándoles a los extraños. Puedo estar equivocado, pero me baso en la evidencia. Lo que sus periódicos falderos hicieron circular es que realmente quiere una guerra terrestre. Eso puede ser verdad, lo que confirmaría mi opinión de él, o puede ser una maniobra, lo que sugiere que él les está mintiendo, o que ellos están mintiendo por él.
Quizás la guerra pueda definirse como un simple intento disciplinario que llegó demasiado lejos. Las guerras adquieren vidas propias. Todavía pienso que es improbable que la OTAN lance una invasión, pero es posible y crearía todavía más estragos. A menudo me dicen que deberíamos empezar desde aquí. Quizás eso sea cierto, cronológicamente, pero para todo el debate. La gente está de acuerdo en que la ruptura de Yugoslavia ha sido un desastre alentado por los aliados de Occidente que querían que desapareciera hace mucho tiempo, pero eso fue en el pasado, dicen. Desde el comienzo de la guerra, muchos de nosotros dijimos que los bombardeos empeorarían las cosas. El contraargumento era: “¿Cuál es la alternativa?” a lo que respondíamos: “No empeorar las cosas”.
Ahora, el comienzo de la guerra está en el pasado, las cosas ya están peor y aquellos que se opusieron se ven desafiados a sugerir lo que debiera hacerse desde ahora. Es un pedido extraño, pero haré lo que pueda. Hay que parar aquí.

*Desde Londres

 

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