En algún pliegue de la memoria se me quedaron las imágenes de
los jefes de gobierno asistentes a la celebración del 50º aniversario de la OTAN,
acompañados de sus respectivas esposas, convertido el acto pues en un desfile de modelos
representativos del gusto y de la ética. Ya que hablo de ética, allí estaba también
Havel, calificado por muchos como un monumento ético, satisfecho porque su país ha
salido del Pacto de Varsovia de tierra adentro y asume el del Atlántico porque le
abastece de una perspectiva oceánica. Mientras los políticos se solazaban con los
festejos que siempre acompañan este tipo de colaboraciones y precisamente por eso habían
llevado a sus parejas, desde el criterio un tanto involucionista de que las mujeres lucen
más, brigadas de trabajadores rescataban de entre los escombros de la televisión serbia
trozos de cadáveres de profesionales de la información. El garden party de la OTAN se
celebró sin que ni siquiera a alguien se le ocurriera pedir un minuto de silencio en
memoria de las víctimas de una guerra no declarada, ritual que se respeta hasta en los
campos de fútbol cuando se ha muerto la suegra del presidente del club.
No podían pedir ese minuto de silencio porque todos se hacían responsables de la
carnicería y de la explicación que el mando atlántico había dado: la Televisión
Yugoslava era el centro propagandístico de Milosevic. Es decir, se trataba de aterrorizar
mediante terrorismo atlántico, del bueno, a los profesionales de la información que
prestan su oficio o su ideología, o las dos cosas, a la defensa de las razones serbias.
Es como si se supusiera que la RAI, no sé si la uno, la dos o la tres, fuera el cerebro
propagandístico de DAlema y mereciera ser bombardeada por esta circunstancia e
igual podría decirse de Televisión Española o de la BBC. A partir de ahora todos los
contratados por televisiones estatales deberán recibir un plus por riesgos derivados de
su tarea como cerebros orgánicos o bien declararse en contra de sus sistemas políticos y
así obligar a la tecnoindustria militar norteamericana a fabricar misiles aún más
inteligentes. Es decir, misiles que en caso de que sea necesario bombardear la RAI o TVE o
la BBC, sólo maten a los profesionales que se han declarado partidarios de DAlema,
Aznar o Blair.
Más allá de la insensibilidad de los políticos con respecto a los profesionales de la
información que pudieron ver incluso en la carnicería de Belgrado un castigo simbólico
a la maldad de los medios, repasando los rostros de los más altos representantes de esta
Alianza Atlántica se descubre fácilmente que está llena de socialistas e incluso de un
ex comunista reciente, mi querido DAlema. Paso por alto ya que Solana, el
secretario, venga de posiciones socialistas antiatlantistas, porque no quiero convertirme
en el flagelo de este hombre que al fin y al cabo se está ganando un sueldo al mes y un
lugar nada envidiable en la Historia. Pero es que a la vista de la fotografía de jefes de
gobierno con señora, el corazón me late y proclama ¡no la toquéis más, ésa es la
euroizquierda! ¡La euroizquierda al poder! Un sueño hecho realidad veinticinco años
después de las formulaciones berlinguerianas, como final feliz de una real politik de la
izquierda que no sólo ha querido predicar, sino también dar trigo. Ante la evidencia de
que la euroizquierda está prestando coartada progresista al pim pam pum norteamericano
contra Serbia, pasando por encima de cadáveres no previstos y de la acentuación de la
diáspora kosovar, perfectamente prevista, hay que confiar en que Blair, Solana, Jospin,
DAlema, Schroeder... saben lo que se hacen y algo esperan obtener de su evidente
condición de cómplices de una carnicería. Ignacio Ramonet se planteaba en Le Monde
Diplomatique de abril las limitaciones de este socialismo acalórico y la sospecha de que
sólo está tratando de demostrar su capacidad de que puede gobernar el capitalismo sin
que el capitalismo se asuste, se irrite y vaya a por ella como ya fue a por Lafontaine.
Antes de que llegue el 3000 esta audaz euroizquierda habrá demostrado no sólo que puede
gobernar el capitalismo sino transformarlo, de la misma manera que Solana se apuntó a la
OTAN porque consideraba que podía convertirla en la Unicef. Al precio de tener que
asistir a algún garden party objetivamente truculento, pero ya dijo Lenin que a veces hay
que dar un paso atrás para poder dar dos adelante y el subcomandante Marcos me contó que
él aplica un consejo no de Lenin, sino de Lewis Carroll en Alicia en el país de las
maravillas. Alicia para alcanzar a la Reina Roja debe caminar hacia atrás: Ha de volver
al pasado para poder avanzar.
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