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LA INTERNA DEL PJ BONAERENSE COMIENZA A DEFINIR LA PULSEADA MENEM-DUHALDE
Otro episodio en la pelea de fondo

Con un final casi cantado a favor del candidato duhaldista, el temor radica en una posible batalla por los cargos menores. Cómo saldrá el gobernador de esta interna. Cómo quedará Menem. El escenario futuro.

Carlos Menem disfrutó ayer del triunfo de Chacarita acompañado por Luis Barrionuevo, su titular.
El gastronómico y su mujer, la diputada Graciela Camaño, se encolumnaron en el menemismo bonaerense.

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Por Mario Wainfeld

t.gif (862 bytes) En su discurso de cierre de campaña en Lanús, el gobernador Eduardo Duhalde mencionó de memoria, haciendo ostensible que no le insumía ningún esfuerzo, a los 134 partidos de la provincia destacando en todos y cada uno de los casos obras o mejoras que les aportó durante ocho años de gobierno. El mensaje, casi sobrador, era inequívoco: Duhalde busca –haciendo pie en su experiencia y su poderío territorial– que el peronismo bonaerense, además (antes) que elegir a un candidato a sucederlo en la gobernación, lo plebiscite a él para presidente. La interna bonaerense es un episodio más de la madre de todas las batallas; su disputa con el presidente Carlos Menem, cuyo resultado parece estar prefigurado por la conducta de ambos. Duhalde está en campaña al lado, por no decir adelante, de su candidato a gobernador, el vicepresidente Carlos Ruckauf. Menem –que un par de meses atrás alentaba la fantasía de hacerle mucha fuerza en Buenos Aires– hace semanas que no aparece junto a su candidato a gobernador Antonio Cafiero. Cuando se cierre el comicio, a las seis de la tarde, seguramente preferirá mirar Boca-River antes que seguir de cerca la elección. Su equipo, el millonario, viene siendo hijo de Boca desde hace rato, pero así y todo tiene mejores chances de darle una satisfacción que la lista de Cafiero que hoy va muy de punto frente al aparatazo del (aunque Menem siga negándolo) candidato a presidente del peronismo.
Los duhaldistas están seguros de que arrasarán a sus adversarios internos. Y, si bien es cierto que una elección en la que participarán más de medio millón de votantes no está definida hasta que se cuenten los votos, tienen motivos para ser optimistas.
ron2.gif (93 bytes)  El primero y principal es la manifiesta superioridad de aparato del duhaldismo. De los 94 intendentes que responden al PJ 89 se han alineado con Duhalde y sólo 5 con sus rivales. En el conurbano la porfía pinta menos despareja: los cafieristas esperan que La Matanza –el distrito que domina su principal aliado el presidente de la Cámara de Diputados Alberto Pierri– le aporte una carrada de votos. Y confían en ganar también en Avellaneda y Quilmes. Pero la asimetría de poder entre las listas se agrava fuera del conurbano, en el interior donde, según reconocen los propios cafieristas “no existimos” y que marca –desde el vamos– un campo de ventaja para el duhaldismo.
ron2.gif (93 bytes)  El segundo es el potencial simbólico que significa para la fórmula que integran Ruckauf y Felipe Solá contar con el apoyo del candidato a presidente del PJ. Cafiero reconoció en los últimos días que Menem lo dejó solo. El senador hizo de su debilidad virtud mofándose del desconocimiento de Ruckauf de la provincia (“mañana tiene que ir a Lanús. Va a tener que conseguir alguien que le indique el camino”), de la rígida jerarquía del oficialismo provincial (“Ruckauf se esconde detrás de Duhalde”, “Solá para aparecer en la foto tiene que ponerse detrás de Ruckauf, así paradito detrás y con bigote parece su edecán”). Todas chanzas sutiles, pero que reflejan en el equipo del gobernador una campaña ordenada y verticalizada, haciendo centro en sus figuras más atractivas electoralmente y que resaltan por contraste la soledad con que terminó Cafiero quien en sus últimas paradas no tuvo la compañía ni del Presidente, ni de ningún miembro del gabinete nacional. Soledad más notoria aún por la escasísimas apariciones mediáticas de su candidato a vice, el intendente de Quilmes, Federico Scarabino.
Los duhaldistas aseguran que ganarán por una diferencia superior a los treinta puntos; Cafiero terminó prometiendo “una sorpresa” y sería muy mayúscula no ya un triunfo suyo sino perder por una diferencia estrecha.
Los duhaldistas creen imposible esa contingencia y aseguran que sólo temen que el cafierismo o el menemismo nacional intenten embarrar la cancha durante o después del comicio, empañando el éxito del gobernadorcon un escándalo aún más grave que el que salpicó la interna del peronismo porteño.
Los integrantes de la lista menemista acusan a sus adversarios de estar montando un fraude monumental. Sospechan de la junta electoral (de cuyos 8 miembros, 7 responden al gobernador), rezongan porque no se contrató a la empresa privada Correo Argentino para trasladar urnas y realizar los cómputos y temen que se opere con bocas de urna anteriores al escrutinio (una treta que usó la lista del ministro de Justicia, Raúl Granillo Ocampo para generar un clima de victoria amplio sobre Mario “Pacho” O’Donnell en la primaria del peronismo porteño).
Pero los duhaldistas confían en que la sangre no llegará al río. Y tienen una carta en la manga para garantizarlo. Algunos de sus hombres susurran que –para evitar enojos de Cafiero y los suyos, para mantenerlos adentro e involucrarlos en la campaña nacional– hasta están dispuestos a darles una manito y garantizarles un veinticinco por ciento a nivel provincial, la minoría que le permitiría a la oposición interna uno de cada cuatro cargos a legislador en disputa. Hacen, pidiendo rigurosa reserva de su nombre y señas personales, una salvedad que tal vez no revele la verdad pero sí cuán agrandados están: “Lo que puede complicar es que Antonio (Cafiero) saque mucho menos del 25 por ciento, así sería difícil reconocerle la minoría. La gente de nuestras listas desplazada por los cafieristas pondría el grito en el cielo”.
Es que no sólo Ruckauf y Cafiero disputan esta parada. Una multitud de candidatos a intendentes y legisladores también se juegan el todo por el todo (ver páginas 6 y 7). Será para ellos una jornada dura, un día de gloria para taxistas y remiseros de provincia y de Capital (que cobrarán hasta 100 pesos por la jornada de labor) y para los fiscales una vigilia permanente (ver páginas 8 y 9).
Duhalde comenzó su escalada victoriosa contra Menem el año pasado cuando propuso un plebiscito sobre la re-re en la provincia de Perón y obligó a su compañero a recular. Este año le viene infligiendo derrota tras derrota. La mayor fue “soplarle” al senador Ramón “Palito” Ortega con cuyo carisma Menem hubiera podido pergeñar una elección bonaerense más reñida que la de hoy. Luego le fue ganando (con dificultad pero inexorablemente) el apoyo de los gobernadores peronistas: el entrerriano Jorge Busti le vino con el pase de Palito, el mendocino Arturo Lafalla se tomó su tiempo pero ya está, el pampeano Rubén Marín fue la gran incorporación y ayer mismo el menemista Jorge Escobar lo prefirió a él –a quien nominó “futuro presidente de los argentinos”– y no a Menem como acompañante en su campaña (ver página 4).
El presidente Menem –acostumbrado a ganar elecciones durante toda su vida– hace tiempo que viene jugando a menos o a perdedor en ese terreno. Retrocedió ante la espada de Damocles de los plebiscitos bonaerenses, apostó de más a favor de Ramoncito Saadi cuando éste fue vencido en Catamarca y hoy coloca –con ostensible desgano– unas fichas a manos de dos ex duhaldistas que aspiran a hacer un papel decoroso.
De todas formas votan muchas personas, participan muchos dirigentes y las internas siempre son duras. Pero Duhalde espera confiado en que llegue la hora del escrutinio, sólo temiendo denuncias y protestas. Y Menem seguramente espera más de River que de Cafiero, el hombre al que derrotó en 1988 empezando la carrera hacia la Casa Rosada, ese feudo que muy pronto tendrá que abandonar.

 

Claves
ron2.gif (93 bytes)   Se elige la fórmula a gobernador y vice (Carlos Ruckauf-Felipe Solá por el duhaldismo y Antonio Cafiero-Federico Scarabino por el menemismo) y candidatos a diputados provinciales, nacionales e intendentes.
ron2.gif (93 bytes)   Están habilitados para votar los afiliados al PJ y los independientes (no afiliados a otros partidos), un total de 7.561.705 ciudadanos.
ron2.gif (93 bytes)   Se descuenta la amplia victoria de Ruckauf. La aspiración real de Cafiero es sacar minoría (un piso del 25 por ciento), lo que le permitiría a sus candidatos ocupar la cuarta parte de las listas de legisladores.


 

Duhalde apoyó a Escobar y Escobar a Duhalde

El sanjuanino, menemista de paladar negro,  trató al bonaerense como “presidente de  los argentinos”. Uno menos para Menem.

Duhalde, Escobar y Palito hicieron campaña juntos en San Juan.
Hoy hacen otra caravana y luego Duhalde vuelve a Buenos Aires.

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Por Fernando Almirón desde San Juan

t.gif (862 bytes) Si bien era previsible, cuando se concretó Eduardo Duhalde lo vivió como otro triunfo sobre Carlos Menem. Y fue otro triunfo sobre Carlos Menem. “No le puedo hablar de gobernador a gobernador, sino de gobernador a presidente de los argentinos”, le dijo Jorge Escobar, gobernador de San Juan, al bonaerense. El alineamiento de este ex menemista de paladar negro tras Duhalde, un día antes de la interna bonaerense, comenzó a definirse cuando el sanjuanino solicitó a la fórmula presidencial que participara de su campaña por la reelección y lo ayude a revertir los cinco puntos de diferencia que le llevan los candidatos de la Alianza en esa provincia.
Escobar miró a Duhalde cuando le pidió que cuando asuma la primera magistratura “haga llegar a la gente el resultado de las cosas grandes”, en alusión al programa de refundación de la justicia social que el precandidato presidencial dijo estar elaborando con un “núcleo de especialistas”.
Duhalde tuvo la delicadeza de no atacar a Menem delante de Escobar. Es más, en tres oportunidades se refirió al Presidente en términos elogiosos al señalar que Menem “solucionó el problema de la macroeconomía argentina, lo que nos permitirá refundar durante nuestro gobierno la justicia social”. Y agregó: “Cuando se escriba la historia de la década del 90, seguramente dará cuenta de que la incorporación de la Argentina en el mundo moderno se debe al coraje y a la decisión del presidente Menem”.
“Me molesta hablar de duhaldismo y también de menemismo, me siento incómodo porque todos somos justicialistas”, señaló después, y abandonó su prolongada y cruenta interna con el riojano para apuntar a su nuevo objetivo: la Alianza. “Menem fue quien estableció los cimientos que la Argentina necesitaba para crecer, mientras que ellos intentaron impedir el salvataje económico por todos los medios.” El precandidato presidencial argumentó que “el aceleramiento del mundo requiere de decisiones rápidas”, y que mientras “la Alianza duerme, el justicialismo sueña”.
Según Duhalde, el apoyo que le brindó ayer a Escobar no es a cambio de la alineación del sanjuanino a su proyecto presidencial. “Naturalmente todos nos van a apoyar, pero cada dirigente y cada región tiene sus tiempos”, y Duhalde subrayó: “Ya está claro que somos los candidatos del peronismo por más vueltas que le quieran dar”.
Sobre las internas del PJ para definir la fórmula presidencial, el mandatario bonaerense, ya subido al ómnibus que lo condujo por el paisaje suburbano sanjuanino, dijo: “Yo prefiero que, si las internas son en serio, es decir, con candidatos que tengan posibilidades, se hagan. Pero hasta ahora no se ha constituido otra fórmula; solamente el gobernador de San Luis, que es un excelente gobernador, aparece como precandidato, pero fórmula hay una sola y hay que tratar de instalarla oficialmente lo más rápido posible”.
Duhalde llegó a San Juan con toda la parafernalia electoral con la que suele recorrer el conurbano bonaerense. Junto a él, en el balcón que sirve de palco montado en la parte superior del ómnibus que ahora llaman “Hércules”, se ubicaron su compañero de fórmula, Ramón Ortega, Escobar y el candidato a la vicegobernación sanjuanina, Guillermo de Sanctis. Esta vez no fueron invitadas las esposas: Hilda “Chiche” González y Evangelina Salazar.
Los cuatro políticos, antes enfrentados, recorrieron 80 kilómetros por el gran San Juan y localidades vecinas prodigándose sonrisas y abrazo bajo los pasacalles blancos con letras azules en los que se podía leer “Duhalde-Escobar”, un apellido junto al otro, tal como era impensable hasta hace pocas semanas debido a la férrea lealtad con Menem de la que el sanjuanino siempre hizo gala.

 

Una jugada arriesgada

La presencia de Duhalde y Ortega encabezando ayer junto a Jorge Escobar una caravana –hoy harán lo mismo por algunas localidades cercanas a la capital provincial– representa una jugada fuerte de actual mandatario sanjuanino, quien el próximo miércoles buscará su reelección. Las encuestas no lo favorecen. La coalición armada en la provincia por la Alianza que lidera el representante de Cruzada Renovadora, Alfredo Avelín, y al que acompañan el partido bloquista, el radicalismo y el Frepaso, contó además con la frecuente visita de Fernando de la Rúa y Carlos “Chacho” Alvarez, legisladores nacionales, representantes de la CTERA y de religiosos tal como el padre Luis Farinello. Mientras la Alianza comenzó a festejar por anticipado el triunfo en próximo domingo 16, Escobar no dudó en estrechar filas detrás de Duhalde para que éste pusiera su aparato electoral nacional al servicio de los comicios provinciales, a cambio de -pese a su larga militancia menemista– expresar su apoyo a la fórmula que le pone los pelos de punta al Presidente. De todos modos, no le resultará fácil remontar los 5 puntos de diferencia que lo separan de la oposición.


“Mi lealtad no sirvió”

Ramón “Palito” Ortega tiene poca paciencia para las acusaciones menemistas de traición. Esperé dos años en los que permanentemente se me prometió que si ni Duhalde ni Menem se presentaban sería yo quien encabezaría la fórmula. Cuando el Presidente el año pasado anunció que no iba a insistir más con su reelección, me dije “bueno, llegó la hora”. Pero al finalizar una reunión en Olivos, en febrero, mi amigo Escobar le preguntó si no era hora de que los gobernadores se jugaran por algunos de los precandidatos. Y Escobar, por la amistad que nos une, dijo que él tenía la intención de apoyarme. Menem le dijo que Perón le hubiese respondido “todo en su tiempo y armoniosamente”. Entonces me dije que no tenía más nada que hacer en ese lugar: mi lealtad no había servido.
–¿Hubo traición?
–El menemismo se acostaba y se levantaba soñando con la única candidatura posible para ellos, la del propio Menem. Entonces, como ya venía hablando con el compañero Duhalde, decidí hacer una alianza que posibilitara el triunfo del justicialismo.
–Pudo ser candidato presidencial y ya no lo es.
–No renuncio a mis posibilidades del futuro, seguramente tendré 10 o 12 años más para cumplir mi sueño de llegar a la presidencia.

 

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