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La interna de los universitarios movilizados
Debate dentro de la protesta

Izquierdas, independientes y radicales comparten la agenda...  hasta un punto. Juntos en la calle, comparten las críticas al Gobierno pero disienten alrededor de la figura del Shuberoff.

“En la FUA trabajamos juntos la Alianza y la CEPA.”
Raúl Sánchez, secretario general, no toma las críticas.

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Por Javier Lorca

t.gif (862 bytes) “Queremos defender la universidad pública y gratuita, pero no sabemos qué hacer. Si intentamos algo, nos cagan a trompadas”, dice un estudiante de la UBA que milita en una agrupación independiente. No está acusando a las “fuerzas del orden”, ni al oficialismo. Habla de otros universitarios, de los que están integrados en estructuras partidarias y hegemonizan los reclamos. El recorte presupuestario decretado por el Gobierno generó una masiva protesta del movimiento estudiantil. Todos salieron a la calle, pero entre ellos hay muchos matices. Toda una policromía de acusaciones y enfrentamientos cruzados dibujan la Alianza, las agrupaciones de izquierda y las independientes. “Estamos en una posición muy jodida. Exigimos más presupuesto y también exigimos más transparencia en el manejo de fondos de la UBA. Pero salir ahora a criticar al rector (Oscar) Shuberoff y a Franja Morada es darle argumentos al menemismo”, explica Matías Mosse, de la agrupación TNT, de Ciencias Económicas.
Desde el martes pasado hasta ayer mismo, la comunidad universitaria protestó contra el ajuste de cien millones que sufrió la educación superior con un derroche de cortes callejeros, clases públicas y tomas de facultades. “Ahora, nuestro objetivo es cuidar y extender la masividad que consiguió la protesta”, dijo a Página/12 Pablo Javkin, titular de la Federación Universitaria Argentina (FUA). Javkin milita en Franja Morada, que en la UBA encabeza 9 de los 13 centros estudiantiles. “Esta semana vamos a seguir con una marcha el martes, junto con Ctera, y otra el jueves, de toda la UBA”, anunció. Sin embargo, para muchos la estrategia debería ser otra. “Habría que llevar la lucha a tal extremo que el Gobierno dé marcha atrás. Por ejemplo, hacer una huelga de hambre en Plaza de Mayo”, propuso Mosse, alumno de Economía. “Pero la Mafia Morada no permitiría que se haga nada por fuera de su aparato. La Alianza y la izquierda están desmovilizando a los alumnos. Sus militantes copan las asambleas estudiantiles y no dejan participar a los demás”, dijo.
“El recorte no se va a revertir si sigue Menem en el Gobierno. La única solución es sumar gente de todos los sectores sociales en la calle”, afirmó Paula Vincent, de Ciencias Exactas, desde la maoísta Corriente Estudiantil Popular y Antiimperialista (CEPA), segunda fuerza dentro de la FUA. Aunque alegó: “No es el momento de criticar, sino de unirnos para frenar el ajuste”. Mañana, los alumnos de Exactas volverán a tener clases, pero en la calle. A las 9, se dictará una materia de Biología en Retiro. “Nosotros proponemos un paro nacional general. Nos oponemos por completo al recorte y no aceptamos dar ni un peso al FMI, porque esa plata paga los bombardeos a Yugoslavia –dijo Martín, alumno de Ciencias Sociales y militante de En Clave Roja–. Pero también reclamamos más presupuesto y la derogación de la ley de educación superior, las madres de este conflicto. Y esto no lo plantean ni Franja, ni el rector y sus decanos radicales.”
“En la FUA, trabajamos juntos la Alianza y la CEPA. Vamos organizando las actividades que logran más consenso”, retrucó el secretario general de la federación, Raúl Sánchez (Alianza-Frepaso): “Aprobamos un plan de lucha con total libertad para que cada facultad proteste como quiera”, comentó. “Lo que pasa es que muchas agrupaciones independientes y otras de izquierda están muy desorientadas”, agregó. “Las diferencias dentro del movimiento estudiantil son parte de nuestra historia. Pero el Gobierno está muy preocupado por la fuerza del reclamo y tenemos que estar preparados para enfrentar los intentos de provocar disidencias internas”, dijo Javkin. Desde todos los frentes, los alumnos acusan a la Alianza estudiantil de usar el conflicto para buscar votos. “En lugar de hacer proselitismo, deberían estar explicando cómo van a financiar la educación”, dijo Mosse. “Decir que protestamos para hacer propaganda es menoscabar la inteligencia de los estudiantes que se movilizaron toda la semana”, respondió Sánchez. Y Javkin añadió: “El conflicto no se limita al oficialismo actual. El hartazgo es para con las políticas que cumplen conlos organismos internacionales aún sobre la educación y la salud. Los alcances de esto van a pesar también sobre el próximo gobierno”.

 

 

OPINION
Carta al Presidente

Por A. Pérez Esquivel, Gabriela Cauduro y Beverly Keene *

Al señor Presidente de la República Argentina, Dr. Carlos Saúl Menem: Nos dirigimos a usted preocupados por la grave situación que atraviesa la educación pública en nuestro país. Los recortes al Presupuesto nacional que se están realizando a través de la política económica afectan en forma directa el derecho de una educación para todos y otros derechos. El Gobierno privilegia el pago de los servidores de la deuda externa y posterga el derecho del pueblo, que se ve sometido día a día al aumento de la desocupación, como a la falta de recursos para la atención de las necesidades básicas de la población y por ende provocando el incremento de la pobreza y la exclusión social.
La Universidad Pública Argentina ha sido siempre orgullo y presencia en el quehacer nacional e internacional y hoy sufre las consecuencias de la política económica implementada por el gobierno que usted preside. Reducir el presupuesto educativo atenta contra el desarrollo del pueblo argentino. Debería tener presente que desarrollo no significa sumar y restar como hacen sus economistas. La educación es la base fundamental para el desarrollo y la vida de los pueblos.
Por lo tanto, reclamamos del Gobierno Argentino rever la política económica implementada y dejar sin efecto la reducción del Presupuesto en Educación. Señor Presidente, esperamos que el clamor que está surgiendo en todos los sectores educativos y sociales del país sea escuchado y tenga el coraje de corregir los errores cometidos.
* De la Cátedra Cultura Para la Paz y los Derechos Humanos, Facultad de Ciencias Sociales, UBA.


 

Menem y García Solá

Menem y García Solá

t.gif (862 bytes) El presidente Carlos Menem calificó ayer como una “mentira” y una “falacia total” las declaraciones que formuló el rector de la UBA, Oscar Shuberoff, en el sentido de que podría producirse el cierre de esa casa de altos estudios a raíz del recorte presupuestario. Por su parte, el flamante ministro de Educación, Manuel García Solá, les pidió “tranquilidad” a los estudiantes universitarios.
“Es una mentira, una falacia total”, dijo Menem sobre las afirmaciones del rector y agregó que “Shuberoff, todos sabemos que es radical y que pertenece a la Alianza, y utiliza su cargo para crear este tipo de problemas”. Cuando se le pidió que haga un balance de la última semana, dijo: “Fue muy buena, pese a los problemas fue muy buena”.
García Solá, en su primer contacto con la prensa como ministro pidió calma a los estudiantes y aseguró que “van a tener los recursos” para que la UBA funcione con el mismo presupuesto que tuvo en 1998. Luego se refirió a la renunciante Susana Decibe como “una queridísima amiga, compañera y jefa”, aunque en el entorno de la ex ministra lo tratan de “traidor”, ya que junto con Decibe renunciaron las cabezas de las áreas universitaria y pedagógica y el secretario permanente del Consejo Federal.

 


 

“En el Congreso y en la Justicia también”

El presidente del Consejo Interuniversitario Nacional, Enrique Isola, confía en torcerle el brazo al Gobierno con una ley y presentaciones judiciales.

“Buenos Aires es importante, pero sólo una parte del sistema nacional.”
“Pero no puede librar la batalla sola, porque la perdería.”

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Por J. L.

t.gif (862 bytes) “Vamos a tener éxito en nuestro esfuerzo por detener el recorte presupuestario a las universidades”, aseguró, en diálogo con Página/12, el presidente del Consejo Interuniversitario Nacional (CIN), Enrique Isola. El CIN, que nuclea a los rectores de las 37 universidades nacionales, tiene sus esperanzas puestas en el Congreso y también en la Justicia: la mayoría de las casas de estudios prepara presentaciones judiciales para frenar el ajuste, anunció Isola, rector de la Universidad de La Patagonia Austral.
–¿Qué estrategia piensan seguir para no perder los cien millones de pesos?
–Vamos a buscar apoyo en el Congreso. Estoy convencido de que el miércoles se va a aprobar el proyecto de ley presentado por el diputado Eduardo Mondino (PJ), que propone devolver a las universidades esos fondos. Después habrá que ver si Economía nos gira las partidas. Por otro lado, estamos trabajando para que cada institución solicite una medida de no innovar ante la Justicia. Y estamos estudiando hacer una presentación entre todas. Aunque algunas ya se adelantaron.
–Lo dice por la Universidad de Buenos Aires.
–Sí. Al adelantarse, habilita lecturas de intencionalidad política. Si nos presentamos todas las universidades juntas, se vuelve una defensa estrictamente universitaria. Buenos Aires es importante, pero sólo una parte del sistema nacional. Pero no puede librar la batalla sola, porque la perdería.
–Si el recorte se confirma, ¿cerrarán muchas universidades?, ¿cómo seguirá la protesta?
–En general, no implicaría cerrar las puertas. Cada una deberá decidir si cierra o deja de pagar la limpieza, gastos, sueldos o programas de investigación. Si no hay una respuesta rápida del Gobierno, vamos a arrastrar el conflicto todo el año. Y no sé si la sociedad está preparada para resistirlo.
–¿Cómo evalúa la reacción de la comunidad universitaria?
–La movilización fue muy fuerte en todo el país, no sólo en la capital. La relación entre las universidades se volvió más solidaria y creció la defensa social de la educación pública.

 

 

OPINION
La imaginación recortada del poder
Por Mempo Giardinelli

Resulta casi imposible imaginar un país –nuestro país– sin universidad. Cuesta pensarlo, y además debiera carecer de sentido seguir discutiendo acciones de un gobierno que está en la puerta de salida. Pero es inevitable ocuparse de esto, porque el recorte brutal del presupuesto educativo parece ser por lo menos dos cosas: es un hecho y es el colmo. Los tironeos en el poder, el sainete pre y post renuncia de Decibe y la ratificación del recorte ya ni siquiera son parte de una política educativa, como no es una política petrolera lo que están haciendo con YPF. Esto es simple y sencillamente destructivo. Porque el recorte se produce justo en momentos en que la enseñanza pública debiera ser la prioridad principal de la Argentina, dados el desaliento generalizado y las imposiciones del poder mundial. Se produce cuando más cabría mejorar los ridículos salarios docentes, pero de una vez, de veras y sin mentir más; cuando es imperativo fortalecer las universidades públicas para que dejen de languidecer y de reducir su nivel académico; cuando el desempleo está en los niveles en que está y casi no se pueden cerrar más fuentes de trabajo porque ya no hay fuentes de trabajo.
Como venenosa cereza sobre la crema, se completa la obra: destruido el
aparato productivo, vendido a precio vil el patrimonio social,
desnacionalizado conceptualmente el gran movimiento político que alguna vez se llamó “peronismo”, engañada la sociedad una y mil veces hasta que el hartazgo la lleva a reclamar nuevamente “mano dura”, ahora se perfecciona la colonización con este embate final contra la educación. A la cual se pretende quitar todo sentido de solidaridad y de argamasa colectiva para convertirla en una variable más del Dios Mercado.
Nuevamente queda claro que la imaginación a este gobierno sólo le alcanza para restaurar edictos policiales, apoyar a Pinochet o insistir con la instauración de la pena de muerte a cada rato. Los globalizadores de turno, obedientes y fundamentalistas, recortan con frialdad de carniceros. Es todo lo que imaginan, cuando habría que imaginar y desarrollar más fuentes de financiamiento para la educación; cuando se debería duplicar el presupuesto nacional educativo, reivindicación fundamental e impostergable de la Argentina del Siglo XXI; cuando las universidades públicas deberían perfeccionarse como organizaciones de investigación aplicada, de modo que los frutos del conocimiento redunden en beneficios económicos que las mismas universidades manejen, con autonomía y de acuerdo a sus propios órganos democráticos de gobierno; cuando más falta hace una universidad nacional pública de la que ningún argentino quede marginado y en la que la excelencia académica esté por encima de toda consideración económica.
Pero estos servidores del nuevo procerato internacional sólo son capaces de recortar. O de acomodarse, como el ubicuo nuevo ministro, que en el Chaco es famoso por sus condiciones de escalador y porque siempre cae parado justo al lado del calorcito del poder. No soy experto en educación, pero sí soy producto de la escuela pública y de una universidad nacional laica y gratuita que me permite ver con toda claridad cómo amnésicos y conversos han venido destruyendo la educación pública. La cual, bien y mal, y con claroscuros, durante décadas educó a millones, integró a los inmigrantes con el país y formó generaciones enteras de gente sabia, sensible, hábil y capaz.
La pregunta es: ¿permitiremos los argentinos, de cualquier ideología, que también se nos destruya la universidad pública? Si la respuesta es que no, entonces hay que hacer algo. Y ese algo empieza por plantarse del modo más firme. Aunque así de paradójica sea esta Argentina que ha tolerado mansamente 10 años de menemismo, que ha consentido la destrucción de casi todo y que sin embargo aún hoy las encuestas indican que casi un 40 % de la ciudadanía los votaría de nuevo. Aunque así de paradójica sea esta Argentina en la que uno esperaría que la oposición se plante con firmeza de una buena vez para encabezar la protesta, pero no: se la ve demasiado tolerante y preocupada por ser prolija y presentable a los ojos del FMI.
Es difícil tener esperanzas, pero no nos queda otra: resistir, protestar con toda la voz y, una vez más y sobre todo, guardar la misma buena memoria que tenemos hacia los dictadores de ayer para los gobernantes de hoy.

 

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