Por Maximiliano Montenegro
Después del desplante de
Susana Decibe, el presidente Menem deberá enfrentar en los próximos días el embate de
los gobernadores, enterados el mismo jueves en que fue publicado el decreto 455 en el
Boletín Oficial que les habían rebanado más de 200 millones de pesos provenientes de
fondos específicos. Así, en los próximos días a las marchas universitarias y al paro
docente se le sumará la rebelión de los legisladores del propio oficialismo, interesados
en defender estas partidas para realizar obras en las provincias tanto o más que a la
educación pública. ¿Por qué Menem asume semejante costo político sobre el final de su
mandato? ¿Lo hizo para perjudicar a Eduardo Duhalde? ¿Lo convencieron de que no había
otra alternativa? Página/12 cuenta aquí la historia secreta de un ajuste que, con
orgullo, en Economía califican como “el más grande jamás realizado durante la
Convertibilidad”.
El mentor del tijeretazo no es Roque Fernández sino su segundo, el secretario de
Hacienda, Pablo Guidotti, quien se encargó de negociar a puertas cerradas las nuevas
metas de déficit fiscal con la misión del FMI, encabezada por Teresa Ter Minassian.
“Los convencí de que nos dejaran relajar el déficit hasta 4950 millones, ni un peso
más. A cambio, tenemos que hacer una importante rebaja del gasto público. Si no, no
cumplimos ni por casualidad. Además, si no ajustamos fuerte los mercados nos van a
castigar porque el nivel de deuda ya es muy alto”, le dijo Guidotti a su jefe. Y
agregó: “O tengo luz verde para hacer el recorte o no firmo nada”, amenazó.
La conversación tuvo lugar hace un mes. Entonces, Roque dudaba acerca de si dejar al
Presidente ante la encrucijada de anunciar otro superajuste sobre el final de su gobierno.
En la mesa chica de gabinete económico, el más político de sus colaboradores, el
secretario de Programación Rogelio Frigerio, le aconsejó hacer todo lo posible por
evitar otra poda indiscriminada en el gasto que pondría de nuevo en pie de guerra al
Congreso y a los gobernadores. “Políticamente puede ser explosivo. Y la situación
económica no es tan dramática, los mercados financieros se abrieron de nuevo y estamos
saliendo de la recesión”, advirtió, optimista.
Sin embargo, el propio Guidotti y el jefe de asesores, Miguel Kiguel,
“vendieron” al ministro la idea de cómo convencer al presidente: “Menem,
con 10 años de gestión, sabe que no se quiere ir como Alfonsín del gobierno. No va por
la reelección. Dentro de un año, nadie se va a acordar de que recortó el gasto sino de
que defendió la estabilidad a cualquier costo”, reflexionaron. Con esas palabras en
mente, Roque transmitió las opciones a Menem: enfrentar el vendaval político o correr el
riesgo de terminar como Alfonsín. Y repitió una y otra vez el mismo argumento cada vez
que, en las últimas semanas, el Presidente vaciló en avanzar con el decreto.
En temas económicos, Menem siempre recurre a segundas opiniones. En este caso, resultaron
coincidentes. Tanto Roberto Alemmann como Miguel Angel Broda avalaron la propuesta de
Roque. Broda, incluso, planteó un escenario todavía más pesimista y sugirió que el
recorte debía ser todavía mayor para poner a salvo al plan. “Después de la
devaluación exitosa del real, la sobrevaluación del peso es espectacular”, le dijo
el consultor número uno de la city. “O se baja el gasto público o se vuelve a
disparar el riesgo país, hay más recesión y aumentan las presiones
devaluacionistas”, resumió.
¡Sorpresa!
Guidotti fijó una condición más a Roque: “El ajuste lo tenemos que hacer nosotros,
sin que se enteren el resto de los ministros”. Y así fue. Durante el último mes, el
subsecretario de Presupuesto, Guillermo Lesniever, con la colaboración del secretario de
Jefatura de Gabinete, Miguel Solé, un funcionario de buen diálogo con los
organismosinternacionales, paseó la podadora en cada uno de los ministerios. Mientras
tanto, Roque mentía que el ajuste estaba siendo consensuado por áreas con cada ministro
o secretario, para hacerlo más eficiente.
La reserva con que se manejó la medida fue absoluta. Susana Decibe se dio cuenta de que
le habían agujerado el ministerio apenas 10 días antes de publicado el decreto, cuando
se le informó de los programas que Hacienda había decidido dar de baja, entre ellos la
construcción de escuelas por 80 millones de pesos.
Ni siquiera los funcionarios de Economía y de Interior encargados de la relación con los
gobernadores conocían el ajuste sobre los fondos específicos (FONAVI, tabaco, etc.) que
se giran a las provincias. Se enteraron por el Boletín Oficial el jueves pasado. Y ese
mismo día se multiplicaron los reclamos de los gobernadores, que dejarán de percibir en
un año de elecciones más de 200 millones ya presupuestados para obra pública. Todas las
provincias, sin distinción, serán afectadas, pero en particular los dos bastiones
justicialistas: tanto Jorge Obeid, en Santa Fe, como Duhalde, en Buenos Aires, deberán
suspender obras por 50 millones de pesos cada uno.
Orgullo
“Como este ajuste no hubo ninguno: es mayor que el que aplicó Cavallo en el
‘95”, se enorgullecen en Economía. “Este año la meta de gasto primario
(antes del pago de intereses) va a estar 600 millones por debajo del año pasado. Nunca
durante toda la Convertibilidad había ocurrido que el gasto nominal fuera inferior al del
año anterior”, afirman.
Además, explican por qué duele tanto: “En los ajustes anteriores se les decía a
los ministros que subejecuten partidas, o que íbamos vamos a dar una cuota de gastos más
baja. Pero, así, los ministerios mantenían el programa, devengaban los fondos y creaban
una deuda que después había que pagar al año siguiente. En este caso, directamente
identificamos los programas y los eliminamos, por eso duele más”. Y concluyen que
“nadie había tomado conciencia de lo que se estaba haciendo”.
–¿No había forma de pasar por alto los 280 millones de ajuste en educación y
ahorrarse semejante costo político?
–Los 100 millones de las universidades no son un recorte, sino que había sido
agregado por los legisladores a los fondos del año pasado. En el resto, no había manera
de esconder el recorte en educación, porque es una área con partidas muy grandes y era
necesario achicarlas para que dieran las cuentas.
–¿Por qué no podaron gastos reservados o los ATN de Corach?
–Hay áreas que no se pueden tocar.
Guidotti le reprochó a Roque, en más de una ocasión en las últimas semanas, no ponerse
a la cabeza del ajuste con la misma vehemencia con que planteó las opciones al
Presidente. Cree que esa falta de protagonismo del ministro es lo que dejó abierto el
espacio para que oposición y duhaldismo atizaran el descontento social. Recién empezó
suspirar más aliviado el viernes, cuando Roque salió a decir por las radios el mensaje
clave: “Ahora no hay chances de que el gobierno de Menem termine como el de
Alfonsín”.
Duhalde: una provocación El gobernador Eduardo Duhalde fue tajante: “Es casi una provovación
hacer un recorte así sin consultar a los gobernadores”. De gira proselitista, el
precandidato a presidente prometió ayer que “las universidades nacionales que
funcionan dentro de la provincia de Buenos Aires contarán con el dinero que necesiten
para seguir funcionando”. Según el gobernador bonaerense, cuando se declaró la
crisis económica en Brasil, el Ejecutivo provincial separó parte del presupuesto
destinado a obras para hacer frente a este tipo de emergencias. “Roque Fernández se
equivocó; la Universidad de Buenos Aires no va a cerrar porque los estudiantes se
ocuparán de cortar calles, y habrá muchas caras largas”. Y concluyó:
“Cometieron un grave error y van a tener que dar marcha atrás, pero el daño ya fue
hecho”. |
de la rua, meijide, storani: ofensiva de la oposicion
La Alianza contra el decreto
El jefe
del bloque de diputados radicales, Federico Storani, anunció ayer que la bancada
opositora pedirá la nulidad del decreto del Poder Ejecutivo por el que se ordenó el
recorte a la educación. Mientras tanto, en una conferencia de prensa, la fórmula
presidencial de la Alianza criticó duramente al Gobierno por la poda de 280 millones de
pesos.
“Esto es, lisa y llanamente, una agresión a la educación”, señaló Fernando
de la Rúa en Berazategui, minutos antes de comenzar una caravana por el Gran Buenos
Aires. “Cortar el presupuesto educativo, además de las gravísimas consecuencias
para las universidades y las escuelas públicas, trae otros problemas”, dijo Graciela
Fernández Meijide, quien luego agregó que “también significa terminar con todo lo
relacionado con la investigación. Las universidades públicas son las que llevan a cabo
proyectos de investigación, que son muy necesarios y que las instituciones privadas en
general no realizan”. De esta forma, los candidatos de la Alianza retomaron un
discurso que habían comenzado el jueves, cuando repudiaron el decreto del Gobierno y
solicitaron públicamente que no se concrete la poda. Por su parte, Storani sostuvo que la
bancada aliancista pedirá la nulidad del decreto y adelantó que esta decisión podría
generar un problema institucional. “Es muy probable que sobre esta base tengamos
nuevamente un conflicto en el área judicial”, señaló. En declaraciones a Radio
Municipal, el diputado recordó que “Menem ha violado la Constitución de manera
manifiesta cuando ordenó la privatización por decreto de los aeropuertos. En ese momento
llegamos con un recurso de amparo hasta la Corte Suprema, que renunció a la facultad más
importante que tiene que es el control de constitucionalidad”.
Guidotti, el hombre clave Profesor del CEMA, el centro de estudios liberal fundado por Roque Fernández
y Carlos Rodríguez, Pablo Guidotti también se doctoró en la ortodoxa Universidad de
Chicago. Reparte su lealtad entre Roque y Pedro Pou, con quien trabajó durante años codo
a codo en el Banco Central. Hoy es el único funcionario de Economía que impone
decisiones al ministro. Y en todas esas decisiones suele privar un análisis técnico
antes que político. Aun así, conoce los peligros que depara la política y hoy está muy
lejos de aquel ingenuo funcionario que, al asumir como secretario de Hacienda, en agosto
del ‘96, pedía a sus colaboradores que le indicaran quién era Oscar Lamberto, el
titular de la Comisión de Presupuesto y Hacienda de Diputados. Convencido de que a partir
de diciembre no volverá a la función pública, hoy está más preocupado por cuidar sus
relaciones con Washington y salvar la imagen del plan ante los inversores que lo que
puedan opinar de él en la Rosada o en el Congreso. La función pública está lejos de
absorberlo: le gusta armar una agenda de trabajo similar al de una actividad privada y
suele abandonar su despacho a las 7 de la tarde. Hasta en los momentos más complicados
políticamente para el Ministerio de Economía. Después de todo, lo suyo es un trabajo
“técnico”.
Las visiones del mercado
En los mercados financieros se tejen toda clase de
especulaciones sobre los motivos que llevaron a Menem a asumir el costo político de
cortar 280 millones pesos en educación, una cifra ínfima para la cuentas fiscales, sobre
el final del gobierno. Desde que lo hizo para perjudicar a Duhalde hasta que privó su
visión por convertirse en garante de la estabilidad. Estas son las opiniones recabadas de
tres analistas de bancos de inversión de primera línea, que pidieron reserva de la
fuente:
u “Argentina no tiene problemas para colocar deuda. Tiene sentido cortar el gasto,
pero no es imprescindible. Por eso, algún recorte, como el de educación, parece tan
alevosamente innecesario que sólo puede tener motivaciones políticas: perjudicar a
Duhalde, que se trata de diferenciar desesperadamente del gobierno. Así, Menem, que no es
candidato a nada, se va como Gardel con los mercados financieros. Y el otro tiene que
enfrentar una situación social explosiva”, arriesgó uno de los gurúes.
u Una visión menos conspirativa: “No se va a caer el acuerdo del Fondo por los 200
millones de educación. Pero si hay una meta de déficit hoy hay que cumplirla a
rajatabla. El quiere irse por sobre todo con estabilidad. Es la racionalidad económica
que siempre privó a la hora de la toma de decisiones. Por eso, si un ministro renuncia
porque quiere aumentar el gasto, el mercado lo lee bien”.
u El tercero: “Hoy hay un fuerte aumento del déficit y hay que dar señales de que
se toman medidas para contener el gasto, por la caída de la recaudación. Desde el punto
de vista fiscal, 100 millones no son nada, pero no ceder a las presiones revela apego a la
ortodoxia fiscal”. |
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