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Los 10 mandamientos de Boca

El equipo de Bianchi atravesó victorioso el via crucis de una tarde llena de martirios. Lejos de la soberbia, aguantó con humildad rayana con el susto ante un rival que amenazó más de lo que hizo y completó su domingo de gloria.

 


Por Juan José Panno

 

1) No te harás encima. Si a los cinco minutos se luxa el hombro el arquero titular, que en realidad es el suplente, y debe entrar un pibe de 21 años con un solo partido en Primera División, deberás confiar en él, recordando que cuando era scout jugó en el juvenil de Pekerman en Malasia y que estaba andando fenómeno en los entrenamientos. Tranquilízate y verás que en la primera intervención seria se arrojará decididamente a los pies de Saviola para ganar el mano a mano que será, por otra parte, la única llegada a fondo del rival en el partido. Ten fe en que el novicio Muñoz evitará nuevos peligros de gol, no esperes el milagro de un penal atajado y, sobre todo, valoriza el modo en que se persignó con cada gol de Boca y al final del partido.

2) No desearás el volante central del prójimo. Si a los 20 minutos pierdes por un casi seguro desgarro a un de tus principales pastores, no caigas en la desesperanza ni envidies a River que tiene a Astrada entero. Deja que el chino-peruano Pereda se las rebusque como pueda en el reemplazo de San Chicho y apechugue en el medio frente a las endiabladas gambetas de Gallardo. Verás que no es espectacular como Serna, que no es tan eficiente en el quite, pero que a la hora del juicio final cumple con todos los requisitos de fidelidad a un estilo.

3) Creerás en el cabezazo todopoderoso. Las malas lenguas dicen que hoy por hoy es imposible cabecear dos veces en el área contraria, pero comprobarás que es pura blasfemia. Tienes un lanzador como Riquelme, tienes buenos cabeceadores como Arruabarrena y Samuel, además de Palermo y verás que es posible después de dos cabezazos hacer un gol de pechito como el que convirtió Bermúdez. No olvides, para futuras contiendas que todo esto es factible con una defensa poco sólida en el reino de las nubes como la de River.

4) Jugarás todo lo que puedas. Si compruebas que después de tu primer gol el rival siente el impacto psicológico y confiesa públicamente su impotencia, perdiendo la pelota en el medio y metiéndose cada vez más atrás, jugarás. Comulgarás con el mejor fútbol, harás pasar la pelota por Riquelme, por Guillermo, por Cagna, por Ibarra desprendido del lateral y demostrarás algo del juego que te llevó hasta las cúspides. En la medida de lo posible, en futuros partidos, extiende la duración de esos instantes supremos, que fueron por cierto escasos, en el partido de ayer, aun teniendo en cuenta los martirios sufridos por lesiones y expulsiones. Juega todo lo que puedas, pero trata de jugar más.

5) No te amedrentarás si quedas con 10. Si te expulsan a Bermúdez sobre el final del primer tiempo, observa a tus fieles que se pasaron todo el entretiempo cantando y festejando la victoria parcial sin preocuparse por lo que podría venirse. Fíjate también en el silencio sepulcral de la atea hinchada de River. Pero, si Bianchi se amedrenta en las patas y lo pone a Traverso por Guillermo Barros Schelotto (y no por Basualdo como parecía escrito), disimula que estás amedrentado. Contraataca de vez en cuando, como lo hiciste, mete algunos golpes para que el rival no se sienta seguro.

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6) Te encomendarás a San Palermo. Si el rival te mete un gol de penal y te empieza a meter contra las cuerdas y el cielo se hace bruma parecida a la tiniebla, ten fe en que el irredento Palermo será capaz de meter un zurdazo salvador de media vuelta. Palermo puede parecer ausente, solitario en el desierto campo de River, pero siempre tiene la mecha encendida en la cabeza, en la derecha o, como ayer, en esa zurda milagrera. No juzgarás en vano las malas tardes o los largos pasajes en que no toca la pelota porque te puede sorprender.

7) Honrarás a Riquelme. Se sabe que Riquelme es uno de tus hijos dilectos y demostró ayer que le sobra clase y categoría para jugárselas en las paradas bravas. Verás que, aunque no meta goles ni pases decisivos, se plantará ganador en la cancha. Si tiene que encabezar la procesión del buen juego en el medio, la encabeza; si se tiene que ir más arriba obligado por las circunstancias se desdobla y está en todos lados; si tiene que gambetear a tres en medio metro cuadrado, se los gambetea; si tiene que deslumbrar con un cambio de frente exacto, deslumbra; si se tiene que llevar la pelota hacia las lejanías del banderín del corner para retenerla muy lejos de su propio arquero es capaz de hacerlo con tanta habilidad como inteligencia.

8) Te fortificarás en el fondo. En tiempos de malaria (el segundo de ayer, sobre todo) le darás a Ibarra y a Samuel la responsabilidad de aguantar todo lo que caiga, de frenar los pocos avances profundos y las muchas falsas insinuaciones de River. Verás que quitan, cruzan y si es necesario la revientan a las tribunas con noción de tiempo, distancia y circunstancias. Y también comprobarás que Ibarra es capaz de mandarse al ataque por el lateral y armar una fenomenal jugada que, si hubiera sido gol, salía hasta en la tapa del Osservatore Romano.

9) Te apiadarás de tus ovejas descarriadas. Si uno de tus jugadores, Basualdo para el caso, juega espantosamente mal y le sale todo al revés y les entrega las pelotas a los contrarios y no puedes hacer más cambios, porque ya hiciste los tres que te permite el reglamento, trata de insultarlo poco para que no amplíe su stock de macanazos. Eso sí, fíjate si es imprescindible que se mantenga en el equipo titular para el próximo domingo.

10) Agradecerás las gracias recibidas. Si consigues los goles en los momentos psicológicos justos; si pierdes a jugadores fundamentales y aun así ganas; si te aferras a una vela prendida y así iluminas la noche; si te quedas con un clásico que en varios pasajes de la tarde parecía que perdías irremediablemente, sé agradecido. Reconoce tus limitaciones, admite que ganaste medio de corazón y medio de culo, confiesa tus pecados, mantén la humildad, no te agrandes, no te subas al púlpito, mejora todo lo que puedas y prepárate como Dios manda si quieres seguir tu destino de campeón.

 

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