Duelo de marionetas Por James Neilson |
En teoría, los grandes protagonistas de la jornada eran Carlos Ruckauf y Antonio Cafiero, ambos prohombres del peronismo --presentables, de clase media, tan distintos de personajes acaso más representativos como Pierri y Herminio--, los que a través de los años se las han arreglado para coleccionar una cantidad impresionante de honores partidarios, pero sucede que a muy pocos les importaban demasiado los eventuales méritos de los dos. Su sonrisa aparte, ¿tiene Ruckauf las dotes necesarias para gobernar una provincia tan complicada como la de Buenos Aires? ¿No está Cafiero un tanto viejo para tales trotes? ¿Qué harían con la Policía? ¿Con la desocupación? En buena lógica, la campaña debería haber girado en torno de los esfuerzos de los precandidatos por responder a dichas preguntas, pero sucede que todos sabían que Ruckauf, por más vicepresidente que fuera, sólo interesaba por ser el elegido de Eduardo Duhalde mientras que Cafiero era el testaferro de Carlos Menem. De haber intercambiado a sus respectivos padrinos, también hubieran intercambiado los resultados. Según las cifras provisionales, y es de suponer que a pesar de los incidentes que amenizan toda elección interna peronista éstas se asemejarán a las definitivas, Ruckauf --es decir, Duhalde-- ganó por un margen aún mayor al esperado, lo cual quiere decir que el gobernador ha arrancado otro pedazo de la fortaleza menemista que sumará a los que está utilizando para construir la propia. Aunque Menem seguirá procurando hacerlo tropezar, sus posibilidades de mantenerse él mismo de pie están reduciéndose cada vez más, de ahí la salida intempestiva de su ministra de Educación. En el amplio universo peronista, Duhalde se ha erigido en el hombre del futuro, razón por la cual casi todos los intendentes bonaerenses ya le habían jurado fidelidad y por la cual caciques peronistas del resto del país no tardarán en emularlos. Con las ideologías tan muertas como los ideales, la política se ha vuelto mucho más sencilla. Duhalde ya tiene la interna en el bolsillo. Para él, se trata de un momento peligroso. No bien se impuso Fernando de la Rúa a Graciela Fernández Meijide, sus acciones empezaron a caer. ¿Le pasará lo mismo a Duhalde cuando deje de figurar como la alternativa peronista a Menem? Puede que sí: las internas sirven para tonificar a los movimientos al monopolizar durante meses la atención del público, lo que ayudó a la Alianza primero y después al peronismo. Con la interna peronista casi terminada, los aliancistas pronto tendrán la oportunidad para despertarse de su letargo e intentar recuperar el terreno que cedieron cuando la pelea Menem-Duhalde fue el único show que valía la pena mirar.
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