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El general Eduardo Rodolfo Cabanillas se puso a disposición del juez federal Adolfo Bagnasco. El jefe del Segundo Cuerpo del Ejército lo hizo a través de un escrito en el que no desmiente haber actuado en el centro clandestino Automotores Orletti, pero aclaró que durante mi desempeño en la SIDE no tuve trato con ninguna persona que pudiera haber estado detenida. Mientras tanto el Ejército prepara un Tribunal de Honor para determinar si mintió, desprestigió a la institución o cometió otra falta grave, tal como publicó ayer en exclusiva Página/12. Cabanillas había sido señalado por el escritor Juan Gelman como responsable del robo de su nieto o nieta. A través de su abogado, el militar admitió que se desempeñó en la Secretaría de Inteligencia de Estado SIDE entre agosto y diciembre de 1976. A continuación manifestó haber tomado conocimiento que el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas habría remitido al juez Bagnasco el expediente de 1977 en el que declaró como testigo. Lo dijo sin mencionar que en esa oportunidad reconoció haber revistado en Orletti. El tercer párrafo se refiere a una reunión de altos mandos que tuvo lugar el 3 de mayo de 1999 en la sede del Estado Mayor del Ejército, en la que se resolvió conferir tratamiento institucional a la cuestión que sobre el tema vienen efectuando los medios de comunicación social. Y se puso a disposición del magistrado que investiga el plan sistemático de apropiación de los hijos de los desaparecidos, para efectuar cualquier aclaración vinculada a esa declaración. Cabanillas se presenta ante la Justicia como si tuviera todo el respaldo de la institución. En realidad, cuando Balza se vio forzado a tomar posición prefirió patear el asunto hacia la cancha de la Justicia pero ésta no reaccionó aún y no parece tener voluntad de hacerlo. En ese momento se cansó de repetir que él le creyó a su subordinado cuando negó haber estado en Orletti. Si no lo hace la Justicia, el Tribunal de Honor podría intervenir y la continuidad de Cabanillas al frente del Segundo Cuerpo correrá peligro. En una carta abierta publicada en este diario el 4 de abril, Gelman acusaba a Cabanillas como responsable de la desaparición de su nieto o nieta, que habría ocurrido tras el secuestro de su hijo Marcelo y su nuera María Claudia Irureta Goyena, en 1976. María Claudia estaba embarazada. Gelman relató que fueron llevados por una patota al centro clandestino Automotores Orletti, lugar donde tenía su centro el Operativo Cóndor, que coordinó la represión en esta parte del continente. Según el escritor, Cabanillas fue subjefe de ese centro y como tal es posible que nunca haya tenido trato con detenidos. Pero Gelman lo acusa como autor mediato, es decir, por la responsabilidad que tenía en virtud del cargo que ocupaba. La permanencia de Cabanillas al frente del Segundo Cuerpo no es el único elemento que empaña la imagen del democrático general que conduce el Ejército. El militar acusado promociona con énfasis el libro Subversión: la historia olvidada para brindar la otra voz de la verdad contra el anestesiante compendio del Nunca Más de la Conadep. Y esa posición no concuerda con la autocrítica parcial sobre el terrorismo de Estado que varias veces ha ensayado Balza.
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