The Guardian de Gran Bretaña
Por John Gittings Desde Pekín
Ayer China aumentó su
litigio con la OTAN después del bombardeo de su embajada en Belgrado, al amenazar con
vetar cualquier discusión sobre paz en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, a
no ser que se le ponga fin a la campaña aérea. En un movimiento que fortalecería la
mano de Rusia como mediador en las casi siete semanas media de guerra, el gobierno de
Pekín dejó en claro que sólo apoyaría un acuerdo de paz que Slobodan Milosevic hallara
aceptable. Primero, la OTAN debe cesar los bombardeos inmediatamente, y segundo,
cualquier plan debe tener la aprobación de Yugoslavia, se dice que el vicepremier
Qian Qichen le dijo a Viktor Chernomyrdin, el enviado de Boris Yeltsin a los Balcanes.
El presidente Jiang Zemin insistió en que las acciones de la OTAN amenazaban la paz
mundial al igual que la de los Balcanes y que cualquier acuerdo con la ONU sería un
papel en blanco, a no ser que los bombardeos pararan antes. Jiang citó el
precedente de la lucha contra el fascismo a principios de este siglo, señalando a Moscú,
y a Occidente, que China no está a favor de someterse a un compromiso. El apoyo de Pekín
es vital si el Consejo de Seguridad va a apoyar formalmente las propuestas de paz
acordadas en Bonn la semana pasada por el Grupo de los Ocho, incluyendo a Rusia. Estas
incluyen apoyo a presencias civiles y de seguridad internacionales que la OTAN
insiste significa autorizadas por la ONU, una fuerza armada de mantenimiento de paz a la
cual ésta proveerá el núcleo.
El compromiso activo de China, muy inusual para un tema muy apartado del terreno
asiático, parece que puede reducir el espacio de maniobra de la OTAN, ya que discutió
con Rusia la composición de esas fuerzas, hasta dónde se retiran las tropas serbias y el
status futuro de Kosovo. Irónicamente, el G8 había prometido informar a China sobre lo
que se había acordado, consciente del creciente resentimiento en Pekín por no ser
consultado por la crisis. Sólo unas pocas horas después ocurrió el desastroso bombardeo
de la embajada, que muchos chinos todavía no creen que haya sido un accidente. Los
funcionarios de la OTAN dijeron que esperaban que China reconsiderara su actitud cuando se
calmaran los ánimos, pero reconocieron que los próximos días serían difíciles y que
lograr una resolución de la ONU sería más difícil y tomaría más tiempo, que lo que
se anticipaba la semana pasada.
Hoy, en Pekín, el canciller alemán, Gerhard Schroeder, que aceptó dejar atrás una gran
delegación de empresas y reducir su misión a una breve visita de trabajo que tratará
sólo de Kosovo, intentará obtener algún progreso en las conversaciones. Algunas
señales alentadoras fueron enviadas ayer, cuando los medios controlados por el Estado
dieron a conocer por primera vez las disculpas atlantistas por el bombardeo de la
embajada. China suspendió el diálogo con Washington sobre derechos humanos, los
vínculos militares, el control y la proliferación de armas. Las relaciones entre Pekín
y Washington ya son tensas por las acusaciones de Estados Unidos de espionaje nuclear
chino, por contribuciones de campaña ilegales, por un déficit comercial que favorece de
China, y por la oposición de Estados Unidos a que China sea miembro de la Organización
de Comercio Mundial.
China ya empezó a bajar el tono de la campaña de denuncia contra la OTAN. A los
empresarios occidentales con intereses en Shanghai se les dijo que no se verían afectados
y las autoridades de turismo chinas también tratan de tranquilizar a los visitantes
extranjeros, en cuanto a que están perfectamente seguros. Al mismo tiempo, la
prensa sigue haciendo amargos comentarios sobre los archicriminales de la
OTAN, indicando las actitudes ambivalentes hacia los Estados Unidos, tanto entre los
líderes como entre el pueblo.
Traducción: Celita Doyhambéhère
CHINA EXIGIO MAYORES DISCULPAS NORTEAMERICANAS
Tienen que decir Im sorry más fuerte
Página/12 en EE.UU.
Por Mónica Flores Correa Desde Nueva York
Aunque las protestas
antiamericanas favorecidas por el gobierno chino se habían calmado ayer y una cantidad
significativamente menor de huevos y tomates fueron arrojados contra las paredes de la
sede diplomática en Pekín, en Washington se lidiaba con el sentimiento pesimista de que
la bomba que destruyó la embajada oriental en Belgrado había herido gravemente la
posibilidad de una solución diplomática para Kosovo. China y Rusia escalaron ayer sus
demandas para que la OTAN deje de bombardear Yugoslavia. Pero Estados Unidos, como la
OTAN, dijo que los ataques seguirán. Continuaremos con la campaña aérea hasta que
se cumpla con las condiciones exigidas por la OTAN. Esto y sólo esto será la razón por
la que se interrumpan los bombardeos, subrayó Joe Lockhart, vocero de la Casa
Blanca.
La relación de Estados Unidos con China, crónicamente enferma, también ha empeorado y
resulta difícil predecir cuánto tardará en volver a su condición preexistente. En los
círculos políticos estadounidenses se temía que la entendible aunque sabiamente
orquestada indignación china se reactive hoy, con una intensificación de las protestas
violentas cuando los restos cremados de los tres funcionarios chinos muertos por las
bombas de la OTAN arriben a Pekín.
Las autoridades chinas han exigido un pedido de disculpas oficial y más
completo de Washington y la OTAN. También insisten en que se lleve a cabo una
investigación minuciosa del ataque y que se castigue a los culpables. Se mostraron
tan indiferentes. Dijeron simplemente lo siento, se encogieron de hombros y se
fueron, se lamentó Li Zhaoxing, el embajador chino en Washington, en una entrevista
con CNN. Según la explicación de EE.UU. que había sido desmentida por la
OTAN, la bomba cayó en la embajada por una sugerencia errada de la CIA, que tenía
un mapa desactualiazado de Belgrado.
Sin embargo, si la temperatura del antiamericanismo es muy alta en la nación liderada por
Zemin, la fiebre antichina no es menos elevada en estos días en el congreso republicano.
El espectáculo de multitudes de personas con los ojos rasgados arrojando piedras y
gritando Cerdos americanos, váyanse a su país, ha endurecido aún más a los
conservadores del Capitolio, ya poco propensos a admitir a China, el gigante comunista, en
el juego empresarial de la Organización Mundial del Comercio. Además están las
gravísimas acusaciones de espionaje. En los últimos diez años, China se habría
apoderado de secretos cruciales en el campo nuclear y militar estadounidense. El senador
republicano Trent Lott, líder de la bancada mayoritaria, ha sostenido que su país no
debe cooperar con China en el intento de conseguir prestigio a través de la inclusión en
el grupo que dicta las reglas del comercio mundial.
Varios observadores han señalado que China no llevará este enfrentamiento hasta sus
últimas consecuencias porque no desea quedar aislada de Occidente, al que necesita para
hacer prosperar a su enorme población. Pero, por el momento, aunque éste sea breve,
lleva las de ganar. El misil en su embajada le está permitiendo condicionar la
resolución del conflicto en Kosovo. Y en materia de imagen... sus espías parecieran
bastante más hábiles que los de los servicios estadounidenses que manejan mapas viejos.
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