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Por Carlos Polimeni En el planeta Charly García, se sabe ya, la sal no sala y el azúcar no endulza, pero los milagros existen. Demasiado ego, su novísimo disco, es uno de esos milagros. Más que un disco en vivo, Demasiado ego es un noble registro de lo que García puede dar sobre un escenario en noches excepcionales, en las que todo funciona en su derredor. El marco de este registro fue decididamente histórico: el show del 29 de febrero de este año, como parte del ciclo Buenos Aires Vivo 3, ante la friolera de un cuarto de millón de espectadores. Ese recital, que anoche se vio, editado, por Azul Televisión, configuró una especie de mutuo homenaje entre el músico y su público. Demasiado ego juega a ser el testimonio sonoro de una cita emotiva, pero ha sido pensado para exaltar la figura de un auténtico héroe por ende, un sobreviviente de la cultura rock argentina. El título ahorra explicaciones. El proyecto de este disco fue, en parte, el de uno de los tantos renacimientos que se ha permitido García, después de una de sus habituales series de desmanes contra su propio prestigio. Para decirlo en su léxico, Charly se puso las pilas, luego de una temporada a puro control remoto, en que, desbocado, anduvo por todos los bordes, encantado de sí mismo. No resolvió la encrucijada apostando a lo nuevo, para eso ya había hecho el año anterior el flojo El aguante, sino recurriendo a su vasto pasado. Este disco, entonces, es uno de los varios tributos posibles a una obra que el tiempo ha convertido en descomunal, en parte de la memoria afectiva de miles y miles de argentinos que la quieren, la respetan y la necesitan. En este disco grabado en vivo y retocado en estudios, hay temas de un período de 25 años, los que van desde el tercer disco de estudios de Sui Generis hasta hoy. Con sólo una canción del repertorio de Seru Giran, y con el riesgo que supone haber grabado ya otros dos discos en vivo en el último lustro uno, bueno, usando de base un show para MTV, otro, inenarrable, utilizando el seudónimo de Cassandra Lange, García invita con este proyecto a admirar su sensibilidad de compositor, pasando por alto, incluso, sus posibles modestias de intérprete, sobre todo las vocales. De cualquier modo, es un disco en vivo muy cuidado, con una posproducción delicada. La reducción de aquel recital de tres horas a este disco de 18 temas es clave en el resultado. Las perlas del disco serían las versiones de fin de siglo de Música de fondo para cualquier fiesta animada y El show de los muertos, dos temas de Instituciones, de Sui Generis, pero son imposibles de ignorar las impresionantes versiones de Demoliendo hoteles y Cerca de la revolución, dos de las mejores entre las más de 400 canciones que García deber haber escrito ya. Aquellos temas, parte de una grabación caótica y controvertida, en un país que cabalgaba sin saberlo hacia la dictadura militar 1976--1983, deben haber sido escuchados en vivo por primera vez por el 95 por ciento del público que llenó Puerto Madero aquella noche de febrero (253.000, detalla la ficha técnica del compact, casi como en broma). El compact es el primero de García en una nueva compañía, Universal, después del final de sus relaciones con la anterior Sony, a la que le rindió poco y mal. Curiosamente, o no, para la compañía que Universal absorbió el año pasado, Polygram, García había hecho su otro capolavoro del último lustro, el estremecedor disco en dúo con Mercedes Sosa Alta fidelidad. El cambio de paso, de un lugar donde sobraba a uno donde lo reciben como un duque, se ve en cosas exteriores pero significativas, entre ellas la calidad de la edición completa del compact, más allá del diseño, de cuño Say No More, que parece producto de un delirio controlado, pero poquito. El tiempo se ha devorado ya la polémica que se originó cuando Hebe de Bonafini le hizo desistir de un intento por homenajear durante este show a los desaparecidos arrojando muñecos desde helicópteros, pero sus ecos dicen presente en el compact. En el párrafo con que presenta a las Madres sobre el escenario en una broma de gusto bizarro, antes del tema Kill My Mother en la selección de recortes sobre el show que incluye el sobre interno, en que sobresale una nota de Página/12 con una foto que marca su abrazo con Hebe, en el sordo rumor de helicópteros que suena apenas iniciada la audición. Demasiado ego será difícil de superar como disco en vivo de Charly García, por una larga serie de razones, aunque no sería extraño que alguna vez lo intentara (se sabe, ésta es la forma más rápida, barata y expeditiva de editar un compact). A tono con la ocasión que le permitió concretarlo, tiene la suficiente cuota de tensión, polémica, sofisticación, calor popular y canciones en su mayor parte imperecederas como para suponerse único e irrepetible. Demasiado ego, por otra parte, es lo que Charly tiene, a mucha honra. Nunca lo ocultó: le sobra talento para jugar los mejores trucos publicitarios al sur del río Bravo.
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