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Por Luciano Monteagudo Con los cinco estrenos de mañana, entre los que se destacan El evangelio de las maravillas, auto sacramental profano del mexicano Arturo Ripstein, y Tres son multitud, comedia lunática del director estadounidense independiente Wes Anderson (ambas exhibidas durante el último Festival de Buenos Aires), la cartelera cinematográfica porteña habrá sumado 36 novedades en menos de un mes, una avalancha de films que no tiene antecedentes en los últimos catorce años. Las causas de semejante cantidad e incluso calidad de oferta son muchas y concurrentes, empezando por el mismísimo Festival de Cine Independiente, que a mediados de abril dejó la puerta abierta para un material particularmente valioso, que se venía acumulando en los estantes de los distribuidores. Durante la muestra, films como el iraní La manzana, de Samira Majmalbaf, encontraron un amplio respaldo por parte del público y la prensa y no parece entonces una casualidad que esta fábula sobre el lugar de la mujer en la tradición islámica haya sumado en dos semanas de exhibiciones 13.032 espectadores. Esta cifra quizás pueda parecer exigua comparada con los 77.900 espectadores que reunió en el mismo lapso Mensaje de amor, protagonizada por Kevin Costner. Pero hay que tener en cuenta que la producción estadounidense salió simultáneamente en 35 salas de todo el país (mayoritariamente shoppings), mientras que La manzana lo hizo en apenas cuatro. Teniendo en cuenta este factor, el film de Majmalbaf hizo incluso una performance superior al drama romántico de Costner, ya que obtuvo el mejor promedio por sala durante dos semanas consecutivas, algo que hasta el año pasado cuando reinaba en solitario Titanic, el non plus ultra del cine-espectáculo hollywoodense parecía sencillamente impensable. Otra película preestrenada durante el Festival, en el marco de la retrospectiva Nanni Moretti, fue Aprile, lanzada el jueves pasado y que durante el último fin de semana consiguió ubicarse entre las diez películas más vistas, con 7757 espectadores. El logro del film de Moretti es digno de ser destacado si se considera que se puede ver en apenas ocho salas, mientras que los otros nueve títulos que integran el top ten de las recaudaciones oscilan entre las 17 y las 46 salas. En este ranking están los vehículos de lucimiento para estrellas de Hollywood, como Patch Adams, con Robin Williams, 8mm con Nicholas Cage, y El lado profundo del mar, con Michelle Pfeiffer, pero también la italiana La vida es bella, de Roberto Benigni, que ya lleva 14 semanas en cartel y está a punto de pasar la barrera del millón de espectadores. En comparación, la otra gran ganadora de la última ceremonia del Oscar, Shakespeare apasionado, empalidece con casi 300 mil espectadores menos. No deja de sorprendernos el tiempo que se mantiene en cartel La vida es bella, supera todas nuestras expectativas, reconoció ante Página/12 David Saragusti, programador de uno de los principales circuitos de exhibición del país. Para Saragusti, no es coincidencia el estreno de tanto material independiente: éste es un buen momento, después de la cantidad de centimetraje que les dedicaron los diarios a estos films durante el Festival de Buenos Aires. Es curioso, sin embargo, que ni el circuito Saragusti ni las doce salas del Shopping Abasto (donde de hecho se llevó a cabo buena parte del Festival) le brinden espacio al cine independiente, que se ha tenido que forjar un circuito alternativo sobre la avenida Corrientes, con las salas del Lorca, Lorange y Cosmos. No todas las películas off-Hollywood lanzadas durante el último mes han tenido, sin embargo, la repercusión de público que esperaban, empezando por el cine argentino, que con El viento se llevó lo que, de Alejandro Agresti, El amateur, de Juan Bautista Stagnaro, y Yepeto, de Eduardo Calcagno (estrenada recién el jueves pasado) suman entre las tres algo menos de 50 mil espectadores. Films excelentes como el francés La vida soñada e incluso En presencia del payaso, del maestro sueco Ingmar Bergman, también estuvieron por debajo de las expectativas de sus distribuidores locales, debido seguramente no sólo a la amplia variedad dela oferta sino también a la crisis económica, capaz de imponer sus reglas de austeridad aun al cinéfilo más duro. A pesar de todo, el cine-arte no está dispuesto a perder el espacio ganado, con el riesgo incluso de que unas películas sepulten a otras. Para los dos últimos jueves de mayo ya están confirmados los estrenos de O megalexandros (1980), del griego Theo Angelopoulos, Conozco la canción, del maestro francés Alain Resnais, y El árbol de la vida, del iraní Farhad Mehranfar, un ex asistente de Kiarostami. A estos títulos podrían sumarse también Hana-Bi, del japonés Takeshi Kitano, ganadora del León de Oro de la Mostra de Venecia 97, y Madre e hijo, del ruso Alexandr Sokurov, dos films que sin duda estarán entre los más importantes del año. Habrá que ver si el público de Buenos Aires llega a tener el tiempo y el dinero para comprobarlo.
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