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HISTORICA RESOLUCION DE LA CAMARA FEDERAL SOBRE LA DICTADURA
Prohibido quemar los archivos

Los camaristas porteños hicieron suya una presentación de la ombudsman Alicia Oliveira, quien les pidió una orden para que no pueda incendiarse la valiosa documentación del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas.

Valor: Las actuaciones del Consejo Supremo son fuentes valiosas sobre el terrorismo de Estado, porque abarcan los testimonios de los partícipes.

Eduardo Cabanillas, jefe del Segundo Cuerpo de Ejército.
Una sanción del tribunal de honor pondría en riesgo su carrera.

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Por M.G.

t.gif (862 bytes) En un fallo de gran valor práctico y simbólico, la Cámara Federal porteña ordenó que el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas no queme sus archivos sobre los años de la dictadura. Los jueces, que fallaron por unanimidad, actuaron ante un pedido de la defensora del pueblo de Buenos Aires, Alicia Oliveira, quien había encuadrado su pedido en el derecho de los ciudadanos a conocer la verdad.
Oliveira citó un decreto de 1971 según el que, si el jefe de Estado Mayor de una fuerza dice que algún material tiene valor histórico o valor histórico militar, ese material no debe incinerarse. Además, cuando merezcan esa calificación, los documentos pueden ser declarados públicos.
La ombudsman porteña se apoyó en “la necesidad de saber en sus dos aristas, la personal de los familiares y la colectiva de la comunidad en general”. Y definió el derecho a la verdad como “el derecho de saber y conocer qué pasó con cada una de las personas desaparecidas y a obtener toda la información referida a la metodología y la organización del terrorismo de Estado”.
Como instancia máxima de la Justicia Militar, el Consejo Supremo sobrepasó entre 1976 y 1983 los límites de las propias Fuerzas Armadas y decidió también la suerte de cientos de civiles sometidos a proceso por tribunales militares.
La utilidad práctica, sin embargo, no se agota allí. La posibilidad de examinar, ahora, archivos de la dictadura podría arrojar pistas sobre delitos y métodos de actuación en los años de plomo. Más aún: podrían obtenerse datos claves aun cuando las causas de la justicia militar sirvan solo como archivo. Un ejemplo lo acaba de dar el poeta Juan Gelman. En su carta a Martín Balza acusando al general de división Eduardo Cabanillas como responsable mediato del robo de su nieto, en 1976, Gelman citó un expediente de la justicia militar de 1977. La causa no aludía al robo de bebés ni Cabanillas era el acusado –figuraba solo como testigo–, pero la sola mención del entonces capitán en la cadena de mandos de la represión podría servir hoy para investigar la identidad de una criatura nacida en cautiverio.
En su fallo de ayer, los jueces Eduardo Luraschi, Martín Irurzun, Horacio Vigliani, Luisa Riva Aramayo y Horacio Cattani inscriben el pedido de Oliveira en su propia doctrina. El derecho a la verdad, dicen, es “un deber estatal impuesto por la Convención Americana de Derechos Humanos”. Recuerdan que ese derecho “no significa otra cosa que la obligación por parte del Estado de proporcionar todos los mecanismos que estén a su disposición para determinar el destino final de los desaparecidos entre 1976 y 1983”. Para cumplir con su función, la Justicia debería ayudar a “establecer fehacientemente el destino final de las víctimas, descubrir la realidad de lo sucedido y de esta manera dar una respuesta a los familiares y a la sociedad”.
Para la Cámara, “es evidente que el pedido formulado (por Oliveira) tiene estrecha relación con aquellas diligencias que el tribunal viene realizando”.
El fallo no solo impide incendiar o destruir la documentación. También ordena librar oficios a los jefes de los Estados Mayores del Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea para que informe al tribunal sobre la cantidad total de actuaciones entre 1976 y 1983, el tipo de actuaciones, las constancias y la forma en que todo fue archivado.
En su escrito, Alicia Oliveira, patrocinada por Elda Volonté, explicó detalladamente la utilidad de contar con la información del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas. “La labor del tribunal contribuye a la realización de una investigación oficial seria y profunda de los crímenes cometidos que, a diferencia del valioso legado de la Conadep, no se sustenta únicamente sobre la información aportada por las víctimas sinosobre la información recogida por las oficinas estatales a través de los mecanismos tradicionales para la averiguación de delitos”, dice el texto.
La presentación sostiene que las actuaciones del Consejo Supremo son fuentes valiosas de información sobre la metodología del terrorismo de Estado, porque abarcan “los testimonios de los partícipes”.
Agrega que en 1987, cuando el gobierno promulgó la Ley de Obediencia Debida, quedó información importante que nunca procesada.
Da como ejemplo la mera lectura de los legajos de los oficiales. En esos casos, dice, “una revisión técnica descubre información que devela relaciones y circunstancias que contribuyen positivamente a la reconstrucción del pasado”. Todo eso, explica, porque “la virtud central de la burocracia es el registro sistemático de la información y su conservación a través del tiempo”. De paso, “la especificación precisa de tareas y la atribución de esferas de competencia bien delimitadas permite establecer claramente las responsabilidades”.
Para Oliveira –ex jueza, abogada de derechos humanos e integrante del Centro de Estudios Legales y Sociales–, el objetivo es preservar “la documentación de hechos históricos que conforman el patrimonio cultural de la sociedad”.

 

“Recuperación de la verdad expropiada”

El escrito de Alicia Oliveira incluye una detallada fundamentación sobre la utilidad concreta de la historia y los archivos:
ron2.gif (93 bytes)   “La cultura judeo cristiana, que nos impregna, se caracteriza por el no ocultamiento y el no olvido. Las escrituras del antiguo y el nuevo testamento se encargan de pregonar tales posturas”.
ron2.gif (93 bytes)   “El historiador Eric Hobsbawm afirma que ‘la destrucción del pasado, o más bien de los emcanismos sociales que vinculan la experiencia contemporánea del individuo con las generaciones anteriores, es uno de los fenómenos más característicos y extraños de las postrimerías del siglo XX’”.
ron2.gif (93 bytes)   “El profeta Amos proclama la justicia y se niega al olvido al decir: ‘Quiero que la justicia sea tan corriente como el agua, y que la honradez crezca como corriente inagotable’”.
ron2.gif (93 bytes)   “Allá en la Europa de 1938, cuando las persecuciones y el terror imperaban, Freud consolaba a la diáspora psicoanalítica reunida en París rescatando a la escritura como elemento de identidad y memoria”.
ron2.gif (93 bytes)   “Pasados más de veinte años desde el comienzo de la dictadura militar, la sociedad comienza a reclamar cada vez con más fuerza por la recuperación de la verdad expropiada”.
ron2.gif (93 bytes)   “La imposibilidad jurídica de juzgar a los responsables de los delitos hace que el daño que han sufrido las víctimas sea irreparable. Por ello, a la sociedad en su conjunto solo le queda el espacio de construcción de la memoria colectiva para elaborar social y culturalmente las cuentas con el pasado. Y esa elaboración colectiva no puede realizarse sin conocer la verdad”.


 

El ex subjefe de Orletti pidio una comision de honor al Ejercito
Cabanillas más cerca del tribunal

t.gif (862 bytes) El general Eduardo Cabanillas está más cerca del tribunal de honor, tal como informó en exclusiva Página/12 el último domingo. Ayer pidió al jefe de Estado Mayor Martín Balza que el Ejército le forme una comisión de honor para que analice su conducta militar. Según los reglamentos la comisión es la que debe determinar si después debe actuar el tribunal.
El comandante del II Cuerpo del Ejército había sido responsabilizado por el escritor Juan Gelman como autor mediato del robo de su nieto o nieta durante la dictadura. Cuando este diario publicó partes de un expediente de la justicia militar en el que Cabanillas reconocía haber actuado en la OT 18, Automotores Orletti, el general se apresuró a desmentir ante Balza haber “estado” en ese centro clandestino. Nunca desmintió con todas las letras haberse desempeñado como subjefe.
Un vocero del Estado Mayor del Ejército explicó ayer a Página/12 que la comisión estará integrada por oficiales superiores que podrían determinar la conformación de un tribunal. A su vez, los miembros de ese tribunal deberán determinar, por ejemplo, si Cabanillas mintió al negar haber pasado por Orletti o si desprestigió al Ejército o al jefe del Estado Mayor al difundir un libro de la agrupación Aunar contra el “Nunca más” y la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas.
Tras la aparición de las cartas abiertas de Gelman, Balza se vio forzado a pronunciarse y en esa oportunidad aseguró que es tarea de la Justicia establecer la verdad del caso. Lo dijo mirando hacia el juzgado de Adolfo Bagnasco, pero este magistrado no tiene por el momento intenciones de citar a declarar a un general en actividad. El Ejército entonces volvió a tomar la iniciativa. Hace dos días el jefe del II Cuerpo se puso a disposición del juez Adolfo Bagnasco, que impulsa la causa por la sustracción sistemática de los hijos de los desaparecidos en la que Gelman es querellante y ayer pidió la comisión.
“Nadie que se sabe culpable pide la comisión de honor”, razonó con supuesta lógica militar la fuente consultada. Enterado sobre la preparación del Tribunal de Honor, Cabanillas se mostró de acuerdo con la iniciativa “porque no le queda otra”, según un relató a este diario un general que participó en la reunión de mandos del 3 de mayo último. Mientras espera los nuevos acontecimientos de este episodio, el jefe del Segundo Cuerpo bajó su perfil. Por ejemplo, dejó de concurrir a los actos protocolares a los que solía asistir.
El Tribunal de Honor no juzga responsabilidades penales, sino las faltas al “honor” militar y en ese sentido puede dictaminar absolución o apercibimiento, que puede ser por falta leve, por falta grave o descalificación por falta gravísima al honor. Esta sanción implica en su extremo la prohibición del uso del grado y del uniforme.
Está integrado por generales retirados y actualmente es presidido por el general Miguel Viviani Rossi y su última actuación fue el año pasado cuando juzgó al gobernador de Tucumán, general retirado Antonio Bussi, quien recibió un apercibimiento por falta grave por no haber declarado las cuentas que poseía en el exterior. La formación de una comisión es un paso previo obligatorio y, según los códigos castrenses, cuando lo pide el acusado suele entenderse como la intención de limpiar su nombre.

 


 

Por Videla, Massera y Bussi
Un reclamo en Francia

t.gif (862 bytes) Familiares de ciudadanos franceses que desaparecieron durante la última dictadura militar argentina presentaron una nueva demanda ante los tribunales de París contra los responsables de la represión ilegal de los ‘70.
Reclamaron que se investigue al ex dictador Jorge Videla, al ex jefe de la Armada, Eduardo Massera, al actual gobernador de Tucumán Antonio Bussi y al ex general Carlos Suárez Mason, entre otros.
La acción fue iniciada por la abogada parisina Sophie Thonon, a raíz de la desaparición en Argentina del francés Maurice Jeger, de su pareja Olga Cristina González y del bebé que la mujer dio a luz en cautiverio.
González fue secuestrada por el aparato represivo cuando cursaba su cuarto mes de embarazo.
Paralelamente fue radicado ante los tribunales parisinos un escrito de Marie Isabelle Soler relativo a la desaparición de su hermano, Jean Marcel Soler.
Había sido secuestrado en la localidad bonaerense de Temperley en abril de 1977.

 

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