Por Hilda Cabrera
Aunque la distancia entre
las ambiciones y la cruda realidad no se acorta por un premio, el reconocimiento conforta.
Es eso al menos lo que dejaban traslucir los distinguidos en la ceremonia de entrega de
los Premios María Guerrero 1998, el martes por la noche en el Teatro Nacional Cervantes.
El galardón por trayectoria se lo llevó la actriz Rosa Rosen. Frágil de aspecto, menuda
y elegante, Rosen no se embarcó en discursos. Dijo sencillamente: Al teatro le
entregué toda mi vida. Esta es una carrera difícil y maravillosa. La actriz
debutó en 1933 con una obra de Pirandello (El gorro de cascabeles), junto a Luis Arata,
cumpliendo a partir de entonces una trayectoria que cerró en las tablas en 1998, cuando
compuso a un ama de casa en El cuarto de huéspedes. Enamorada del teatro, en cuanto puede
asiste a una función: ¿Es que el actor puede dejar de interesarse por el arte,
dejar de ser artista alguna vez? No hay años que borren eso, sostuvo ante
Página/12.
Recuperado de una enfermedad coronaria, el dramaturgo Osvaldo Dragún, director del
Cervantes, se hizo presente, pero no habló. Sí lo hicieron los representantes de las
instituciones que organizan y auspician este premio desde 1985: la Asociación Amigos del
Teatro Nacional Cervantes, el Ministerio de Cultura de España, el Instituto de
Cooperación Iberoamericana (ICI) y la embajada española, con el auspicio de la
Secretaría de Cultura. Hubo entrega de diplomas, pasajes de ida y vuelta a Madrid, y
estatuillas que evocan a la madrileña María Guerrero en el papel de La dama boba, de
Lope de Vega (obra que inauguró el Cervantes en 1921). Las recibieron Mauricio Kartun
(por la autoría de Rápido nocturno, aire de foxtrot); Rubén Pires (director de Marat
Sade), quien instó a pelear por la cultura y la educación desde el escenario; Duilio
Marzio, por su actuación en Borges y Perón; María Leal, por su coprotagónico en Esa
relación tan delicada, y el escenógrafo Alberto Bellatti, por la ambientación de Marat
Sade. A estos premios se sumaron las menciones especiales a Marcelo Xicarts,
Javier Rama y Jorge Maronna (de Les Luthiers), autores de La fabulosa historia de los
inolvidables Marrapodi; al Celcit, que dirige Carlos Ianni, y a la Dirección de
Bibliotecas, a cargo de Josefina Delgado.
Conducida por Andrés Percivale, la entrega de los premios permitió difundir una novedad:
la apertura del Cervantes a la danza. El bailarín Maximiliano Guerra donó un tapete de
ballet para que el teatro esté en condiciones de albergar obras de esta disciplina. A la
vez, este artista prometió ofrecer un primer trabajo el 1º de setiembre. Otro aporte fue
el del plástico Vito Campanella, quien donó una de sus pinturas a la Asociación
Argentina de Actores, que preside Jorge Rivera López.
La ceremonia se convirtió en espectáculo con la presentación en vivo de la actriz y
cantante María Heguiz (quien ofreció fragmentos de su Mantones y cuplés); de
integrantes del grupo Los Macocos, que conquistaron a la platea con una regocijante escena
de teatro gauchesco (El payador incomprensible, de La fabulosa historia... que
presentaban en el San Martín), y los cantantes y músicos de Pájaros en el aire, una
antología del cancionero popular argentino, creada e interpretada por Galo García, Laura
Albarracín y Oscar Cardoso Ocampo.
Una pantalla ubicada en lo alto del escenario reproducía escenas de las obras nominadas
en algún rubro, y también un video que mostraba a la recientemente fallecida Eva Franco,
cuando la actriz recibió su galardón en ese mismo espacio, donde sigue viva y
presente, como dijo en su recordatorio el actor y director Fernando Heredia. En otro
pasaje en video, el actor español José Sacristán alentó a no desmayar y darle
continuidad a la actividad teatral.
Otra obra en el Presidente Alvear El
escrache de La Runfla
El grupo
de teatro callejero La Runfla no quiere que le falten el respeto. El director del
teatro Presidente Alvear, Daniel Larriqueta, no cumple con los compromisos asumidos,
decía el volante que, el martes, repartieron los artistas, antes de una programada pero
luego suspendida función de Teatrísimo, el ciclo de teatro semimontado que se venía
ofreciendo en la sala de Corrientes 1659, a beneficio de la Casa del Teatro. Ganador del
ciclo Verano a puro teatro, La Runfla, que dirige Héctor Alvarellos, había
pactado un contrato por 30 funciones, de las que sólo realizaron 15. La compañía
aclaró que la firma del contrato se realizó 45 días después de lo acordado, que hubo
atrasos en los pagos (de tres meses, contados desde la firma) y no obtuvo una respuesta
personal a los reclamos. La Runfla sigue igualmente con sus presentaciones en Parque
Avellaneda de P.P.P.P. (Por Poder Pesa Poder), versión libre de Macbett (o el mal
político), de Eugene Ionesco.
La Asociación Argentina de Actores, que respaldó el reclamo, comunicó a su vez que fue
esa entidad la que a través del secretario gremial, David Llewellyn, acordó con el
encargado administrativo Nicolás Vasilladis la forma de contratación de las quince
funciones que completarían las treinta pactadas, y que se habló de una continuidad
con las quince primeras. Actores sumó a este conflicto otros reclamos por la demora
en los pagos a los integrantes del elenco Once corazones, el retraso en la aprobación de
dos contratos de La vida es sueño y tres de Locos de verano, obras todas programadas por
la dirección del Alvear. La entidad insiste en la necesidad de revisar el sistema de
contratación vigente, que entorpece la actividad artística y señala el
contrasentido de tener que sufrir estas penosas alternativas en la producción
nacional, mientras se prepara el Festival Internacional de Teatro.
El escrache de La Runfla ante el Presidente Alvear coincidió con el paro convocado por el
Sindicato Unico de Trabajadores municipales (SUTECBA) por incumplimientos de compromisos
de vieja data, como el de los pagos por antigüedad y por la plena vigencia del escalafón
municipal. Una medida que afectó a diferentes dependencias del Gobierno de la ciudad y
pospuso la función de Gran Abono de la ópera Aurora en el Teatro Colón.
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