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Por Carlos Galilea Desde Madrid Apareció en el panorama musical europeo de fines de los 80, con una voz emotiva y canciones arrebatadoramente melancólicas, que pusieron en el mapa el término morna. Hubo que buscar en el mapa su lugar de procedencia: Cabo Verde, un archipiélago a 500 kilómetros de la costa de Senegal. Entonces cantaba descalza, con un vaso de whisky y los cigarrillos siempre a mano. Ahora, Cesaria Evora tiene un nuevo disco, Café Atlántico, que grabó con músicos cubanos y brasileños. Con él está girando por España, y con él llegará por primera vez a la Argentina, para presentarse los días 29, 30 y 31 de mayo en La Trastienda (y es posible que haya funciones agregadas). Yo cantaba, bebía y hacía mil y una cosas. Dejé de beber, de fumar ... Sigo cantando, pero creo que eso no es un vicio, comenta, riéndose. Renunció al alcohol hace cinco años porque, según dice, ya había perdido muchas noches de su vida. En Café Atlántico se la nota más alegre. Es la misma Cesaria de siempre, asegura, sin embargo. Sólo que en vivo la música está un poquito más animada con los tres cubanos y nuevos caboverdeanos. El título del disco puede relacionarse con los cafés del puerto de Mindelo, en los que yo cantaba de joven, y también con todos los que me he tomado en Cuba, Brasil y Cabo Verde. La idea fue juntar en un café imaginario sonidos y ritmos de tres países separados, y unidos a la vez por un mar común. Cesaria Evora estuvo una semana en La Habana. Por Abdala, los estudios de Silvio Rodríguez, pasaron el flautista Maraca, el pianista Frank Emilio, el percusionista Tata Güines ... ése fue casi el único contacto de la artista con el lugar. Iba del hotel al estudio y del estudio al hotel, así que no daba para pasear mucho ni para conocer la ciudad. Los arreglos de cuerdas y vientos están escritos y dirigidos por Jacques Morelenbaum, cellista y arreglador de Caetano Veloso y coautor de la banda sonora de Central do Brasil. En Cabo Verde siempre gustaron la música cubana y la brasileña, explica. También viajó a Río de Janeiro para grabar con Marisa Monte una canción de Dorival Caymmi, con letra de Jorge Amado. Al final, eso se guardó para el próximo disco. Evora se lleva muy bien con la cantante carioca: Me invitó a comer a su casa. Cantamos juntas mornas como `Mar azul o `Sodade. Ella cantó en criollo y lo hizo muy bien. En San Pablo cumplió el sueño de conocer a Angela María, cantante muy popular durante los años 50. Estaba Caetano Veloso. No esperaba que salieran los dos al escenario a cantar conmigo. Fue una noche inolvidable, recuerda con los ojos brillantes. En cierta ocasión confesó que hubiera querido nacer en Brasil: Sí, porque se me hubiera conocido antes. Y aprovecha para quejarse de los antiguos amos de Cabo Verde: Cuando doy entrevistas en Lisboa siempre les digo: ¡Ustedes nunca hicieron nada por mí! Y continúan sin conocerme, aunque haya venido a cantar muchas veces, afirma, aludiendo a los cinco siglos de dominación portuguesa que Cabo Verde debió soportar hasta 1975. En la época colonial, todo era difícil. Amalia Rodrigues pasó por la isla de San Vicente en 1954 en un barco llamado `Veracruz, y no pudimos verla porque los policías no nos dejaban. En San Vicente, donde nació en 1941, nunca faltó la música. Escuchábamos fados, sambas, blues ... Había mucho movimiento en el puerto y desembarcaban ingleses, alemanes, españoles ... conozco casi todas las músicas antiguas en español. Me gustaba mucho una que cantaba Nat King Cole. Y se pone a canturrear: Yo tengo unos ojos negros ... tan alegres para otros y tan tristes para mí ... más quién quisiera. En la recopilación Best of, Cesaria Evora interpreta un delicioso Bésame mucho, que suena en la película con Robert De Niro Grandes Esperanzas. Ahora repite en castellano con María Elena: Yo lo intenté. Si quedó bien o mal, ustedes dirán, dice con coquetería. Cuando en 1987 se encontró con José da Silva, su actual productor, no podía imaginar lo que le iba a ocurrir. Me fui con él a París a la aventura. A ver si salía la cosa o no. Y salió. Pese a que con un artista de cierta edad podía resultar difícil, reconoce. Cuando Dios quiere ... Ahora, cuando no quiere, los santos no tienen nada que hacer. Desde entonces, viaja por todo el mundo con un pasaporte diplomático de color rojo: En Cabo Verde están muy orgullosos de mí, cuenta. Y en su casa siempre hay catchupa, plato a base de maíz, para el visitante. Hay de todo un poco, corrige, en español. Se sientan a la mesa y comen lo que haya. Hacemos comida europea, africana ... A pesar de que no hace tanto que su voz se hizo conocida en el resto del mundo, Cesaria ya piensa en jubilarse: Empiezo a sentirme cansada. Si fuese más joven no me importaría, pero no voy a estar en esto muchos años más, ni hablar. Cuando te llega la edad, seas bonita o fea, da igual: llegó. Cincuenta y siete años no es broma.
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