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Los riesgos de quitarse rollos de una sola vez

Médicos estadounidenses advierten sobre   los abusos en la lipoaspiración, tras  analizar la muerte de cinco pacientes.

Los personajes de Botero, candidatos eternos a la liposucción.
En los Estados Unidos se hicieron 400.000 operaciones en 1998.

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Página/12 en EE.UU.
Por Mónica Flores Correa Desde Nueva York

t.gif (862 bytes) “Hay que sufrir para ser bella”, han advertido madres y abuelas desde que el mundo es mundo, cada vez que una generación de mujeres se inicia en los ritos plagados de leves tormentos que implican los tratamientos estéticos. Sufrir vaya y pase, pero morir es demasiado. Sin embargo, este es el riesgo que, según un estudio publicado en el New England Journal of Medicine, pueden correr los obsesionados por desprenderse de un saque de sus rollos y adiposidades. La liposucción, método tan de moda en la actualidad para terminar con la gordura de diversas zonas estratégicas del cuerpo, puede ser fatal, declara el estudio, donde se da cuenta de cinco muertes ocurridas en Nueva York inmediatamente después de cada operación.
Los muertos en aras de su concepto de la perfección, cuatro mujeres y un hombre, tenían entre 33 y 54 años y todos ellos fueron tratados por médicos diferentes. Tres murieron porque el pulso y la presión sanguínea disminuyeron abruptamente en medio de la operación. El cuarto tuvo un coágulo sanguíneo en el pulmón y el quinto murió debido a que se le administró una cantidad excesiva de líquido, el cual se introdujo en los pulmones, causándole un edema y ahogándolo. “¿Debe haber muertes por una operación estética?”, se pregunta en este estudio –destinado a poner a la defensiva a los integrantes de uno de los campos más lucrativos de la medicina– el doctor Rama R. Rao, del Centro Médico de la Universidad de Nueva York, quien realizó la investigación con el doctor Robert Hoffman y la médica forense Susan F. Ely. La respuesta, se deduce en este trabajo, no es dejar de liposuccionar gorduras sino extremar las precauciones del tratamiento.
La liposucción se ha convertido en la cirugía estética más común en Estados Unidos, con unas 400.000 operaciones realizadas sólo el año pasado. La operación consiste en insertar un tubo hueco en las capas cutáneas donde está localizada la grasa. Con una combinación de agua, lidocaína y otras sustancias qúimicas, se bombea bajo las capas de piel y se succiona la grasa. En los casos en que se extrae más de un kilo y medio de tejido graso, los médicos pueden verse precisados a usar varios litros de fluido.
Tras señalar que en la liposucción se usan dosis de lidocaína más grandes que las empleadas en otras cirugías, los investigadores opinan que las muertes sin clara explicación científica podrían haber sido producto de un exceso de esta droga o de su interacción con otras medicinas. La lidocaína hace descender el pulso cardíaco y se la utiliza para el tratamiento de taquicardias. Pero “lo más alarmante de estas muertes es que no se pueden explicar por un solo motivo aislado”, subrayó Rao.
En el paper, los autores destacan que se desconoce el número exacto de muertes y complicaciones que acarrea la liposucción, pues los cirujanos que llevan a cabo este procedimiento no tienen obligación de informar a ninguna autoridad oficial cuando la cita del paciente no es con el embellecimiento sino con la muerte. Es habitual, además, que estos tratamientos estéticos se hagan en los consultorios de los médicos, quienes no necesitan la aprobación previa ni la certificación de ningún equipo profesional para operar a aquellos dispuestos a pagar entre 3000 y 5000 dólares para conseguir una figura armónica o un cuerpo decididamente escultural.

 

Consecuencia de excesos o imprevisión

Dos cirujanos plásticos consultados por Página/12 coincidieron en que las muertes registradas en los Estados Unidos son producto de excesos de los médicos a cargo de las operaciones. Se hubiesen podido prevenir con estudios correctos y succiones menores, concluyeron.
Lejos de estigmatizar el método, los médicos evalúan la lipoaspiración como efectiva. Para Héctor Lanza, jefe de Cirugía Plástica del Hospital Eva Perón, “en una cirugía pueden extraerse hasta una medida de dos o tres litros de grasa por operación sin inconvenientes”. Superar este límite suele provocar complicaciones porque con la grasa se extraen proteínas y sangre. “Hay casos de lipoaspiraciones donde se succionaron hasta diez litros de grasa –sigue Lanza–. Esto puede provocar baja de presión y ritmo sanguíneo.” Ese fue el motivo de tres de las muertes en los Estados Unidos. Para evitar complicaciones, Lanza aconseja la lipoaspiración por sectores: “No hace falta hacer la panza y las piernas, todo junto”.
Manuel Viñal, jefe de Cirugía del Ramos Mejía, subrayó la necesidad de realizar estudios previos: “Como cualquier proceso quirúrgico, hay riesgos que serán altos o no de acuerdo con las condiciones físicas del paciente”. Por eso son necesarios chequeos generales para dar cuenta del riesgo y desaconsejar, si fuera necesario, la operación.
Uno de los casos más difundidos en el país fue el de Raquel Mancini. En el ‘96 cayó descompensada en un coma 2/3 mientras se sometía a un tratamiento de lipoaspiración.

 

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