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CUATRO PERSONAS ENCERRADAS A MERCED DE INTERNET
Sin ropa y con computadora

na19fo01.jpg (7140 bytes) En Londres cuatro personas están encerradas
por cinco días sin ropa ni comida: deben
demostrar que es posible vivir de Internet.
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Dos de los participantes captados por la cámara
Deben conseguir comida y entretenimiento vía Internet.

Por Horacio Cecchi

t.gif (862 bytes) Los protagonistas de la experiencia límite son dos hombres y dos mujeres. Están desde hace tres días aislados en cuatro habitaciones, sin otra vestimenta que una robe, sin alimentos y con un solo medio de comunicación al exterior: una computadora conectada a Internet. El test, coordinado por una psicóloga, tiene detrás a Bill Gates. Su intención es demostrar que para vivir no hace falta otra cosa que Internet. Y, claro está, una tarjeta de crédito con un límite de 375 dólares, que los cuatro conejillos de Indias utilizarán durante sus 100 horas de encierro para pedir, vía net, lo que más les plazca para sobrevivir: desde un sandwich de bacon & cheese o un rollo Swan de papel higiénico, hasta un juego de ajedrez o un boyfriend que aguarde a la salida del experimento.
Los cuatro voluntarios virtuales son Miss Robin Katz, la única norteamericana de la experiencia, una escritora de 46 años, residente en Londres; Emma Gibson, la benjamina del grupo y desocupada, de 30, recién emigrada de Australia; Glyn Thomas, británico de 45, y Martin Kennedy, un ex bombero inglés, de 67. Los cuatro son testeados y analizados por la doctora Helen Petrie, de la Universidad de Hertfordshire, experta en interacción de computadoras sobre la vida humana, quien desarrolló un programa que permite monitorear las respuestas de los voluntarios on line. Para ello, todos los días, durante un par de horas, Robin, Emma, Glyn y Martin chatean con el mundo entero, y el mundo entero chatea con ellos. En cada habitación, además, cuatro cámaras registran constantemente los movimientos en cada habitación.
La dirección http//msn.co.uk abre el espacio de chat para quien quiera conversar on line con los cuatro rambos virtuales. Durante una hora se registraron ayer esquizofrénicas conversaciones sobre el devenir de la vida. “¿Dónde está Glyn?”, insistía un tal Volkan, preocupado porque, mientras las cámaras registraban el rostro de Emma y el de Martin, en la cuadrícula de Glyn sólo aparecía un manto de oscuridad. El voluntario Glyn había colgado su robe sobre el ojo del visor. Por el lado de Robin, sólo aparecía su nuca.
“¿Glyn, esto sos vos?”, preguntó otro chateador refiriéndose a la trama de la robe sobre el visor, mientras que Martin intentaba calmar a los espectadores anunciando que “Glyn seguramente estará en breve con nosotros”. Pero Glyn demoró más de lo imaginado. Estaba más preocupado en cumplir sus proyectos para los cinco días: le había prometido a su sobrina dedicarse a buscar toda la información sobre juguetes alrededor del mundo, investigar la factibilidad de un viaje a Dublin, jugar ajedrez y chequear nuevos sitios en Internet. Emma, en cambio, pasa por una situación más crítica. Recién llegada de Australia, donde vivió varias temporadas, se mostró dispuesta a encontrar trabajo y oportunidades de aprendizaje. De todos modos, su vocación no parecía muy dirigida: le interesaba todo aquello relacionado con organizaciones de guionistas y cursos de navegación, aunque durante la chating session de ayer, no hizo más que preguntar a sus ocasionales interlocutores cuáles eran las mejores estaciones radiales musicales. Emma, además, entró dispuesta a encontrar un novio vía Internet. Propuestas tuvo. “Me dio miedo, la caótica masa de pervertidos y escolares que encontré en los chat-lines”, escribió en su diario del primer día.
Martin Kennedy, el más veterano, ex bombero de Dunstable, es también el más experto usuario de Internet en el grupo. El mismo se describió antes de cerrar la puerta del cuarto como un “silver surfer” (navegante de plata). Su plan es el de dedicar toda la semana a restablecer contacto con sus antiguos compañeros escolares de Glasgow, intentar descubrir su árbol genealógico y practicar tai chi con clases en directo. Robin Katz se impuso dos metas precisas: por un lado, aumentar lo más posible su colección de Gershwin en CD; por el otro, buscar nuevas oportunidades de trabajo, porque con la escritura no alcanza. Ella también está dispuesta a encontrar en esos cinco días, vía chateo, al amor de su vida. “Comida y ropa fueron la prioridad”, escribió Emma en su diario del primer día. “Voy a ordenar compras en un supermercado y ropa en un shopping channel. Después me voy a dedicar a los entretenimientos”. A última hora de ayer, Emma aún no había encontrado solución a sus problemas. Al menos, en la pantalla, aparecía vestida con su robe. “¿Estás casada?”, preguntó un visitante al sitio. “No”, contestó Emma.

 

Pararon los bancarios

Con fuerte nivel de acatamiento en Capital Federal y dispar adhesión en el interior, el gremio bancario concretó ayer el paro dispuesto para la primera hora de atención al público, en reclamo de mayores medidas de seguridad, ante la serie de robos a bancos ocurridos en los últimos días. El titular de la Asociación Bancaria, Juan José Zanola, reclamó a los empresarios del sector y al Banco Central que se encare una rápida modernización de las medidas de seguridad, para prevenir asaltos con riesgo para empleados y clientes. El paro, que se llevó a cabo entre las 10 y las 11, tuvo buen nivel de acatamiento en Buenos Aires y Santa Fe, mientras que en Mendoza casi no se sintió. Algunos huelguistas improvisaron una manifestación por las calles del microcentro porteño.

 

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