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MILOSEVIC ACEPTARIA “UNA FUERZA MILITAR DE PAZ”, SEGUN LOS RUSOS
Chirac trajo una buena nueva desde Moscú

Según fuentes cercanas al presidente francés, que viajó a Rusia para reunirse con Boris Yeltsin, los rusos dijeron que Milosevic “estaría aceptando” la entrada de una fuerza de paz “militar” en Kosovo.

El presidente francés, Jacques Chirac, y su par ruso, Boris Yeltsin se reunieron durante tres horas.
Pese a las amenazas de Yeltsin, “Rusia no abandonará las negociaciones”, declaró Chirac.

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Página/12 en Francia
Por Eduardo Febbro Desde París

t.gif (862 bytes) El presidente francés Jacques Chirac fue a Moscú en pleno caos ruso y volvió de Rusia con una valija llena de perspectivas. Cuando falta apenas una semana para que se cumplan dos meses del inicio de los bombardeos de la OTAN contra la ex Yugoslavia, la diplomacia parece contar hoy con una próxima solución política de la crisis. En el entorno que acompañó al presidente a Moscú, el optimismo se basa en un cambio de actitud del líder yugoslavo Slobodan Milosevic. Este podría aceptar el despliegue de una fuerza internacional militar en Kosovo bajo cuatro condiciones: que esta fuerza funcione con el mandato de la ONU; que se respete la integridad territorial de Yugoslavia; que el poder de Milosevic no sea puesto en tela de juicio y que se le garantice al presidente yugoslavo una inmunidad judicial internacional.
Lo primero que hizo Chirac luego de aterrizar en París fue precisar con cierto alivio que, pese a las amenazas de Yeltsin, “Rusia no abandonará las negociaciones con vistas a poner término a la guerra de los Balcanes”. Chirac, que mantuvo una conversación de tres horas con el presidente ruso Boris Yeltsin, anunció: “hemos progresado. No queda excluido que los días venideros nos muestren que las cosas avanzan, y avanzan en la buena dirección, o sea, la dirección de la paz”. El mandatario francés, que se reunió además con el canciller Igor Ivanov y con el emisario ruso para los Balcanes, Viktor Chernomyrdin, reiteró su optimismo en más de una ocasión pero no quiso precisar los motivos de su confianza: “La diplomacia –dijo– exige un mínimo de discreción”.
Si la información que circulaba ayer en las cancillerías occidentales se confirma, se trataría de un cambio radical en la posición de Belgrado. Hasta ahora, Milosevic sólo aceptaba el despliegue de una fuerza civil, y no militar. Las definiciones ambiguas como “fuerza civil de seguridad” desaparecen en provecho del argumento de los occidentales. Fuentes francesas destacaron que este cambio es producto de las negociaciones que realizó Chernomyrdin en varias capitales occidentales. El entorno presidencial francés reveló que Chernomyrdin le dijo a Chirac que Milosevic “empezaba a darse cuenta de que es imposible hacerle la guerra a 19 países”.
De hecho y de una manera más realista, la concordia franco-rusa tiene su origen en la manera similar en que ambos países ven el montaje diplomático y militar con que se puede elaborar una solución. Al igual que Moscú, París defiende el principio según el cual, si se decide el envío de una fuerza internacional, ésta sólo podrá operar con los objetivos y en las condiciones fijadas por el Consejo de Seguridad de la ONU. Por otra parte, Francia también aceptó ahora uno de los principales argumentos rusos: dicha presencia internacional no podrá operar si Belgrado no da antes su acuerdo para que se despliegue en Kosovo. Como para que no quede ninguna ambigüedad al respecto, Jacques Chirac citó como válidas estas dos condiciones y agregó luego que resultaba obvio que dicha fuerza debería estar integrada también por Rusia. Además, los rusos ya no ponen más en tela de juicio la presencia, en el seno de la futura fuerza internacional, de los países que actualmente participan en los bombardeos de la OTAN.
Además del problema con China y su imperativa condición de que el ONU condene el bombardeo contra la embajada china en Belgrado, queda aún por resolver un “problemita cronológico” para que haya un acuerdo completo. Los rusos exigen que la OTAN detenga los bombardeos antes de que se elabore cualquier plan. Los occidentales dicen “niet”. París recalcó queparar los ataques sería como “darles oxígeno a las tropas serbias” y ello tendría al final un “efecto nocivo”.
Varias fuentes francesas descartaron cualquier cortocircuito ruso derivado de la crisis política que sacude a Moscú desde que el imprevisible Zar Boris destituyó al Primer Ministro. Sin embargo, la situación dista de ser sana para los Aliados atlantistas. Al cabo de dos meses de guerra, éstos vuelven a los brazos de la ONU en una crisis que la OTAN había desatado y gestionado sola, pasando por encima del Consejo. Como si fuera poco, y así lo reconocen varios diplomáticos, los occidentales, conscientes de que si existe una solución ésta pasa inevitablemente por Moscú, son hoy “rehenes” de una Rusia en pleno marasmo.

 

Diga impeachment en ruso

Menos de 24 horas después de haber hecho renunciar al popular premier ruso Yevgueni Primakov, el presidente Boris Yeltsin fue formalmente acusado ayer de alta traición y genocidio contra su propio pueblo. Yeltsin no estuvo presente en la Duma (Cámara baja del Parlamento ruso) para escuchar el comienzo de los procedimientos del juicio político en su contra; envió a su representante parlamentario, Alexander Kotenkov. El comienzo del debate de tres días sobre la remoción constitucional del presidente de sus funciones fue un asunto curiosamente callado y pocos creen que el intento de juicio político llegue a dañar a Yeltsin. Un comité de la Duma, encabezado por Vadim Filimonov, expuso ayer los cinco cargos contra el presidente de Rusia, que ya soportó este tipo de acusaciones formales en el pasado: iniciar la caída de la Unión Soviética; ayudar a organizar una toma armada del poder en el momento de la disolución del Parlamento en 1993; abusar de su autoridad y causar muerte y destrucción al ordenar la operación militar de 1994 en Chechenia; debilitar deliberadamente la fuerza militar de Rusia; y llevar a cabo una premeditada política de genocidio por medio de políticas económicas de ajuste. La mayoría de los observadores están de acuerdo en que los cargos son legalmente defectuosos y que sólo el relativo a Chechenia puede obtener la mayoría de dos tercios necesaria para que el proceso pase a la próxima etapa después del voto del sábado.


 

SIGUE EL DEBATE SOBRE PROPAGANDA SERBIA Y DE LA OTAN
La cuestión es creer o no

Por E. F.

t.gif (862 bytes) El artículo publicado antes de ayer en el diario Le Monde por el escritor francés Régis Debray y en el cual, al cabo de una estadía de una semana en varios puntos de la ex Yugoslavia, manifestaba sus dudas sobre la “veracidad” de las violaciones cometidas por los serbios en Kosovo así como sobre la justificación de la guerra en los Balcanes suscitó en Francia reacciones virulentas. Dos de ellas son dignas de resumir: la de Alain Joxe, uno de los especialistas más notorios en temas de defensa, y la de Bernard-Henri Lévy, escritor, filósofo, y, en la época de la guerra de Bosnia (1992-1995), militante contra la purificación étnica.
El tono general del artículo de Régis Debray era una carta dirigida al presidente francés en la cual, refiriéndose a las “matanzas y vejámenes” cometidos por los serbios contra los kosovares, decía: “me temo, señor Presidente, que esas palabras sean un engaño”. Alain Joxe le responde en un artículo titulado “Contra el cretinismo internacional”. Indignado con Debray, Joxe lo trata de ignorante, señala su insuficiente conocimiento de la historia yugoslava y rescata una evidencia: Debray pretende, en nombre de su mero testimonio, descalificar el trabajo de las ONG, de los médicos y los periodistas que hicieron el negro balance de la purificación étnica. Joxe recuerda las transformaciones de Debray, que mudó de la izquierda “al campo de los nacionalistas”. El especialista francés lo trata de revisionista: por dudar del éxodo forzado de los albano-kosovares, reducir las cifras de desplazados, acusar a la OTAN de haber provocado un éxodo ininterrumpido desde que “comenzó en 1998 con poblaciones de 300 mil y 500 mil personas”.
La respuesta de Bernard-Henri Lévy es más cruel, ya desde su título: “Adiós Régis Debray”. El retrato que Debray hizo de Milosevic como si “el terror fuese un mito” fue considerado “grotesco” y “asqueroso” por Lévy. “Lo grave”, continúa el filósofo francés, “está en la alucinante inocencia con la que este maestro en mediología, experto en sospechas y en pensamiento crítico, se traga los cuentos más grandes de la propaganda serbia”. Al igual que Joxe, Henri Lévy le reprocha a Debray no sólo su ceguera sino la insolencia de presentar su “reportaje” como la expresión de una verdad ante la cual años de trabajo, de testimonios y miles de documentos acumulados no valdrían nada. La pregunta esencial que cierra este artículo es la siguiente: “siempre me pregunté sobre el enigma de esos escritores que, en un momento de sus vidas, se ven tentados por elegir lo peor”. ¿Cuál es la respuesta? Bernard-Henri Lévy adelanta varias: “¿Odio a la democracia? ¿Odio a Europa? ¿Odio a sí mismo? ¿Pasión por enceguecerse, por decepcionar? Suicidio en directo de un intelectual. Qué pena. Adiós Régis”.

 

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