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LA VIUDA DEL PERIODISTA ASESINADO CREE QUE EL CRIMEN DE TRELEW FUE UNA VENGANZA
“Este es un mensaje para todos”

Entrevistada por Página/12, la viuda contó que no duda de que el homicidio fue una venganza por su actividad periodística. Agregó que estaba amenazada. Los deudos rechazaron una corona enviada por Spadone al velorio.

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Por Laura Vales

t.gif (862 bytes)  “Hoy fue Ricardo, pero mañana puede ser otro. Una muerte es una muerte y nadie tiene derecho a matar a nadie, pero acá de lo que se trata es de acallar a los periodistas que investigan, y no quiero que esto termine como el caso de José Luis Cabezas.” Norma De Benedetti, esposa de Ricardo Gangeme, no tiene dudas de que el asesinato de su marido fue una venganza por su actividad periodística. Pero también un mensaje para toda la sociedad.
–¿También usted recibió amenazas?
–Sí, también me habían amenazado. Y desde que mataron a Ricardo recibí más de 20 llamadas en las que me pasan la música de El Golpe. Ponen esa música y cortan, una y otra vez. Me dicen que puede tratarse de comunicaciones en espera, y tal vez lo sean... pero nadie contesta del otro lado de la línea y no sé qué pensar. En Trelew hay gente que está muy asustada, nadie quiere hablar, algunos amigos hasta cambiaron su número de celular. Están aterrados; si a alguien que investigaba lo mataron así, a cien metros de la policía, imagínese lo que puede sentir otra gente.
–¿Por qué su marido había rechazado la custodia policial?
–Eso es lo que dijeron, pero no sé si fue así. Yo vivo en Buenos Aires y Ricardo era el que viajaba, no nos veíamos todos los días.
–¿Estaba preocupado por las intimidaciones?
–Estaba preocupado por el trabajo, pero no solía comentar ese tipo de cosas. Después del último atentado, cuando Héctor Fernandes le tiró encima el auto, había tomado la precaución de estar acompañado la mayor parte del tiempo. Es evidente que el que disparó era alguien conocido. Ricardo estaba estacionando, nunca viajaba con la ventanilla abierta. Creo que bajó el vidrio porque conocía al agresor. El era consciente de las amenazas, no creo que haya bajado la ventanilla ante un desconocido que le preguntara la hora.
–¿Qué relación tenía con Héctor Fernandes?
–Eran conocidos. Fernandes tiene muchos negocios, entre ellos un café en el que se reunían, un lugar donde van todos en Trelew. Fernandes le pidió a Ricardo que le presentara a Carlos Spadone, y él los contactó. Los dos tienen mucho dinero y empezaron a hacer negocios juntos. Ya no sé si ahora son socios o no, pero sí que compartieron muchos negocios. Se asociaron para comprar barcos y también en un tema de unas tierras muy importantes al lado de la cordillera. Para algunas reuniones políticas que hacían en sus campos le pedían a Ricardo que invitase gente; eran comidas de negocios, no por motivos sociales. Los que se hicieron amigos fueron Fernandes y Spadone.
–Y lo despidieron a su marido del diario Jornada...
–Sí, esa es la verdad. No es cierto que se haya ido voluntariamente para abrir su propio periódico. Al contrario: estábamos montando una empresa y se quedaron con todo. Después dijeron que Fernandes no había comprado el diario Jornada y que no tenía nada que ver, y parece que es cierto, pero en aquel momento lo que nos plantearon fue otra cosa.
–¿Por qué pidió, durante el velatorio, que sacaran la corona que había enviado Carlos Spadone?
–Estaba muy nerviosa. Prefiero no hablar del tema.
–El tenía un juicio con Spadone.
–Tenemos varias cuestiones, pero no es el momento de contarlas.
–¿Cree que la Justicia tiene que centrarse en investigar a Fernandes?
–Y a mucha gente más... pero el juez que tiene la causa por el asesinato de Ricardo absolvió a Fernandes en una denuncia anterior, en la que un empresario local lo había acusado de golpearlo. La Cámara de Apelaciones revocó después esa sentencia, aunque no estoy al tanto de cómo está el caso hoy. Lo único que sé es que Ricardo había denunciado a Fernandes por algo más que una amenaza, porque le había tirado el auto encima, y nadie interrogó a Fernandes en ese momento... De todos modos, dedonde haya salido el disparo, estoy convencida de que no fue por un tema personal, ni económico sino una represalia por las investigaciones periodísticas. Y en esto, hubo un mensaje para todos: “Tengan cuidado, hoy lo matamos a él y mañana a cualquiera de ustedes le puede pasar lo mismo”.

 

Claves
* “Si a alguien que
investigaba lo mataron así, a cien metros de la policía, imagínese lo que puede sentir otra gente”, dijo Norma De Benedetti, la esposa de Ricardo Gangeme, a Página/12.
* La mujer pidió que retiraran la corona que había enviado el ex socio de Gangeme, Carlos Spadone, copropietario de las bodegas Menem.
* El abogado de la familia descartó una operación de “zona liberada” por parte de la policía (o sea que no sospecha un complot con participación policial) pero la cuestionó por falta de eficacia y rapidez.
* La Justicia de Trelew investiga en paralelo el asesinato de Gangeme y la denuncia de éste el último sábado contra el empresario Fernandes por presuntas amenazas.



Adiós con dolor y bronca

El cuerpo de Ricardo Gangeme fue inhumado ayer en el cementerio de la Chacarita, luego de ser velado toda la madrugada en una casa mortuoria del barrio de Palermo Viejo. Los restos de Gangeme, asesinado en Trelew, habían llegado en la medianoche del jueves al aeroparque, acompañados por sus hijos Pablo y Karina. “Mi viejo era a la vez mi maestro; ahora tengo que aprender a estar sin él, y tratar de convertirme en lo que él quería que fuera” dijo ayer a este diario Pablo Gangeme. “No queremos hacer conjeturas sobre quién estuvo detrás de su asesinato” agregó; “queremos más que nadie que se esclarezca su muerte, pero no sabemos más que lo que sabe la Justicia”.
Durante el velatorio quedó en claro que la relación entre Gangeme y Carlos Spadone estaba en las antípodas de la amistad que pregona el empresario menemista. A la sala donde los tres hijos del periodista, su mujer y un nutrido grupo de amigos y colegas despedían a Gangeme llegó una corona de La Razón, el diario de Spadone. La esposa del periodista asesinado, Norma De Benedetti, sufrió entonces un crisis nerviosa y ordenó que la retiraran de inmediato. “La corona llegó en un horario inusual, a eso de las seis de la mañana, y generó un incidente con los familiares. La retiramos de inmediato” confirmaron en la casa mortuoria de Malabia al 1600.
Entre quienes se acercaron a despedir a Gangeme estuvo el ex senador radical Hipólito Solari Yrigoyen, quien manifestó “no tener ninguna duda de que lo asesinaron por su actividad profesional. El no era un periodista clandestino que lanzaba libelos; no se casaba con nadie y donde pensaba que había irregularidades las denunciaba, ya sea del sector privado o del oficial”.

“No hubo zona liberada, pero sí falta de reflejos”
El abogado contra la policía

Por A.M.
Desde Trelew


t.gif (862 bytes) El editor Ricardo Gangeme y los empresarios Carlos Spadone y Héctor Fernandes alguna vez fueron buenos amigos. “Spadone habría usado a Gangeme para buscar un socio y hacer negocios en la Patagonia. Pero cuando tuvo que optar se quedó con Fernandes”, dicen los amigos de Gangeme en Trelew. Fernandes le dijo a Página/12 que sólo disentía con el estilo de denunciar “asuntos personales” que tenía el periodista asesinado. Sin embargo, la causa por usurpación y daño que le inició Gangeme a Spadone, a raíz de la compra conjunta de una costosa máquina impresora, es el único dato concreto que aparece en esta historia.
En mayo de 1997, mientras el fallecido editor todavía era el director del diario de Spadone La Jornada, conformaron una UTE –unión transitoria de empresas– para adquirir una máquina Manroland importada de Alemania por un valor de 1 millón y medio de marcos. Según relató a Página/12 un profesional vinculado al caso, pensaban utilizarla para imprimir folletos y láminas. Cada uno iba a poner 50 mil pesos y sacaron un crédito en el Banco Nación para pagar el resto. En representación de Gangeme firmó su compañera, la abogada Norma De Benedetti, con el nombre de Centro de Impresos Patagónicos –CIP–, y la sociedad se llamó Agrupación Centro de Impresiones. Los aportes por partes iguales no se concretaron y decidieron disolver la UTE.
Gangeme se fue de La Jornada (Spadone sostiene que a buscar nuevos rumbos y sus amigos dicen que fue despedido por alguna “oscura razón”) y allí comienza el conflicto porque los avales del crédito estaban firmados por él y De Benedetti. Nadie pagó la máquina ni levantó la garantía. De todos modos, la herramienta en cuestión llegó al país y entró por el canal verde de la Aduana a nombre de Editorial La Jornada. Fue colocada en un inmueble propiedad de Gangeme, al lado del edificio del diario, por el cual el periodista había firmado un contrato de locación antes de irse. Cuando Gangeme comprobó que alguien había roto las paredes de ese lugar (donde se imprimió hasta ayer El Informador) inició la demanda por daños y usurpación, e intimó a Spadone a resolver la cuestión y a no vender la máquina.
Pero la máquina desapareció de Trelew. En los próximos días, el empresario que inauguró los escándalos oficiales con su famosa “leche trucha” tendrá que concurrir a algún juzgado respondiendo una inminente citación en esta causa, que seguiría adelante con el impulso de la familia del fallecido director de El Informador Chubutense.

 

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