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ESCANDALO Y NOSTALGIA EN EL REMATE DE LOS BIENES DE PERON
Para tener un poco del General

Primero hubo escándalo porque unos militantes comandados por Norma Kennedy intentaron impedir el remate y fueron detenidos. Después fueron saliendo a la venta los objetos –desde zapatos a discos–, por los que no se pagó demasiado.

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Por Pedro Lipcovich

t.gif (862 bytes)  Hasta los zapatos de Perón se han vendido. Ayer se remataron los últimos efectos personales del “Viejo”, que su viuda había cedido a una fundación. Como muchos remates de objetos de difuntos, éste fue precedido por una escena tragicómica entre los deudos: unos envejecidos militantes dirigidos por Norma Kennedy quisieron impedirlo y terminaron llevados a la rastra por la policía. Poco dinero se pagó por las cosas del General; muchos se llevaron un recuerdo por cincuenta o cien pesos. Entre los compradores hubo simpatizantes peronistas, coleccionistas de discos y de primeras ediciones; algunos de los autores que le dedicaron libros al General recuperaron su dedicatoria. Otras cosas quedaron sin venderse. Como en todos los remates similares, el bullicio inicial se fue enfriando a medida que los objetos –el chaleco rojo sin mangas, el reloj despertador, el llavero– convocaban por última vez la figura del ausente.
“¿Qué espera para firmar/ y en paz de una vez por todas/ a nuestro líder dejar?”, preguntaba al “Señor de los Decretos” (en alusión al Presidente de la Nación) el cartel enarbolado por el grupo de seguidores de la dirigente justicialista Norma Kennedy. Ella era terminante: “¡Ningún peronista comprará los zapatos de Perón!”. Una de las seguidoras de la Kennedy gritaba que “Menem no le pagó a Rotundo y Rotundo se quiere cobrar con las cosas de Perón”. Los kennedystas habían bloqueado la entrada a la casa de remates J. C. Naón y no dejaban entrar a los compradores, hasta que, a las 16.15, un grupo de policías se llevó al grupo de manifestantes mientras una de ellas, casi anciana, abría un bolso viejísimo y trataba de desplegar un cartel donde Perón, muy joven, sonreía para todos.
Mario Rotundo, presidente honorario de la Fundación por la Paz y la Amistad de los Pueblos,na15fo02.jpg (11017 bytes) dijo a este diario que “en 1990, la viuda de Perón donó estos objetos a la fundación. Desde entonces los ofrecimos en venta a autoridades del orden nacional y provincial, pero no hubo eco”. Según se anunció, el producto del remate se destinará a diversas entidades de bien público. El señor Rotundo, que suele oficiar de vocero de Zulema Yoma, en 1989 fue recaudador en la campaña presidencial de Carlos Menem, a quien luego acusó judicialmente de deberle dinero.
A las 4 y media la gente ya estaba entrando. La concurrencia era heterogénea. Graciela, que no es militante peronista pero “tengo mi corazoncito ahí”, quería “algún objeto que haya tocado él”. Una señora de elegantes arrugas parecía haberse quedado allí desde el día anterior: “Vengo a ver si quedó algo del remate de Lavalle Cobo o de Bullrich, porque ayer me fui a las seis y faltaban vender un montón de cosas”.
A las 16.52 salió a la venta el primer lote, una placa de oro 18 “de sus paisanos y amigos de Lobos en su 75 cumpleaños”: 1200 pesos pagó por ella un señor Guzmán. El segundo, un radiorreloj que salió en 300 pesos, fue comprado por Horacio, de unos 40 años, “como recuerdo”; él es “afiliado peronista desde hace mucho”.
Por 50 pesos, Jorge Rodríguez consiguió 12 discos simples, entre ellos Pinocho canta sus éxitos, de Juan Carlos Mareco, y Chiquillada de Leonardo Favio. El comprador, coleccionista de discos, comentó que “son placas difíciles de lograr: las de Mareco no se consiguen, y es el primer disco que grabó Favio; se valorizan todavía más por las dedicatorias a Perón”.
El remate se hacía lento “porque los precios son muy bajos”, según explicó a este diario un comprador profesional que finalmente no encontró nada digno de ser revendido. Cinco años después, con dedicatoria de Antonio Cafiero a Perón, fue comprado en 150 pesos por el secretario de Industria y Comercio, Alieto Guadagni, para regalárselo al autor. Para otros, como la edición original dedicada de la muy buena novela Al vencedor, de Marta Lynch, no hubo respuesta al ruego –“Tomo la oferta que sea...”– del rematador.
La sala, con sillas plegadizas, tenía el clima impersonal de una casa de velatorios, y la melancolía se acentuaba a medida que pasaban los objetos:el chaleco sin mangas de lana roja que se vendió en 70 dólares, las “veinte fotografías diferentes del año de su muerte, 1974”, que el comprador Jorge A. se llevó en 60 dólares. La primera edición del otrora best-seller Manual de zonceras argentinas, de Arturo Jauretche, dedicada al General, llegó a los 150 pesos. Mejor fortuna tuvo ¿Qué es el ser nacional? de J. J. Hernández Arregui, que el cual se pagaron 240 pesos.”Dijo Perón...”, las palabras que el General pronunció ante “el jefe de la comuna rosarina” en 1950, salieron por cien pesos.
A las seis y cuarto, aparecieron los famosos zapatos del General. Eran tres pares. El primero, de cuero negro hecho por Bally, en Suiza, fue comprado en 250 pesos por el médico Orlando Carnovale: “Sin ser peronista, me enorgullece tener algo importante de un hombre que hizo parte de la historia”, dijo a este diario, y aseguró su disposición a ceder los zapatos “el día que se haga un museo de Perón”.
Recién a las seis y media llegó el director del Museo Histórico Nacional, Juan José Cresto, quien poco después compró para la institución, por 1310 pesos, un pergamino dedicado al General por los trabajadores de Fiat Caseros y Palomar, “que representa bastante lo que fue el Movimiento Peronista en su momento”, según el funcionario. Amalio Reyes, un hombre, del poeta Cátulo Castillo, acompañado de una carta del autor a Perón fechada en 1971, fue comprado por 150 pesos por un joven que no había nacido entonces: “Es que la persona que busca el recuerdo no pudo venir”.

 

Una lista de recuerdos

Por P.L.
Unas simples hojas manuscritas fueron uno de los lotes mejor cotizados del remate: 470 dólares pagó por ellas Santiago E., y contenían, en orden alfabético, las palabras clave que usaba Perón para comunicarse por carta durante su exilio. El historiador Fermín Chávez explicó a este diario que “especialmente durante la etapa de Caracas, teníamos que escribir en clave porque la policía o el Ejército interceptaban la correspondencia”.
Chávez precisó que “a John William Cooke (político que acuñó la frase el peronismo será revolucionario o no será), entonces detenido en Santiago de Chile, se lo nombraba ‘Federico’. El mismo Perón firmaba como ‘Francisco de Lonardis’ o ‘P5’”.
Los objetos rematados ayer, en su mayoría regalos, y su variedad refleja la diversidad de las relaciones de Perón. Estaba la carta de la Masonería Universal del Rito Escocés solicitando la intervención de Perón ante las elecciones de 1958 en Italia. Estaba la primera edición Un hombre de papel, de Bernardo Verbitsky, dedicada por su autor. Había discos de Hugo del Carril, por supuesto, pero también de Los Iracundos y también de Astor Piazzolla.
Ya de entre las cosas que el General usó, se remató el ejemplar de la Carta sobre la independencia, de Jacques Maritain, anotado y subrayado por él. Y también los dos grabadores a los que Perón dictaba, desde el exilio, los mensajes que tuvieron en vilo a una generación.

 

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