El País
de Madrid
Por Luis Matías López
Desde Moscú
Mientras
Rusia lidera los esfuerzos para llegar a un acuerdo de paz sobre Kosovo entre Yugoslavia y
la OTAN, la Duma (Cámara baja del Parlamento ruso) votará hoy los cargos presentados
contra el presidente Boris Yeltsin y decidirá así si inicia o no el proceso de
destitución. El líder del Kremlin, acusado de genocidio y alta traición, corre peligro
de ser hallado culpable de uno de los cinco delitos graves: el de haber
desencadenado la desastrosa guerra de Chechenia. Mientras tanto, el candidato de Yeltsin
para premier, Serguei Stepashin, aumentó sus posibilidades de ser confirmado en el cargo
por la Duma.
La fragmentación de la Duma, los indicios de compra de votos y los temores a que Yeltsin
se aferre al poder incluso recurriendo a la fuerza, convierten en arriesgado el
pronóstico para las votaciones de hoy. Se da por seguro que no prosperarán cuatro de las
acusaciones: genocidio, destrucción de la capacidad de Defensa de las Fuerzas Armadas,
disolución ilegal de la Unión Soviética en diciembre de 1991 y bombardeo criminal del
Parlamento en octubre de 1993.
Sobre Chechenia, parece claro que se pronunciarán contra Yeltsin los comunistas, sus
aliados nacionalistas, la mayor parte de los liberales de Grigori Yavlinski, un tercio de
los agrarios y algunos independientes y disidentes de Nuestra Casa es Rusia, el grupo de
Viktor Chernomyrdin, actual enviado ruso para los Balcanes. Con la calculadora en la mano,
la suma arroja un total cercano a los 300 diputados, la cifra mágica (dos tercios del
total) necesaria para que se condene al presidente. La cuenta particular del presidente de
la Duma, el comunista moderado Guennadi Selezniov, le hace pronosticar que se pasará de
los 312.
Aunque así fuese, la destitución de Yeltsin seguiría siendo un asunto poco menos que
imposible.
Tras los dictámenes de los tribunales Supremo y Constitucional, la última palabra la
tendría el Consejo de la Federación, la Cámara alta que reúne a los líderes
regionales. Quince de éstos, incluido al general retirado y gobernador de Krasnoyarsk
Alexandr Lébed, se dirigieron el jueves a la Duma para intentar evitar el peligroso
escenario al que conduciría el veredicto de culpabilidad.
Yeltsin ha demostrado que no consiente que nadie le haga sombra despidiendo a Yevgueni
Primakov, el primer ministro más popular de sus ocho años de mandato, que había logrado
una envidiable estabilidad política. Este cese se ha convertido en el primer puntal de su
respuesta al desafío de la Duma. El segundo ha sido proponer para el relevo a su fiel
ministro del Interior, Serguei Stepashin, que se acreditó como halcón en la
guerra de Chechenia, y del que se teme que obedecería al presidente si éste recurriese a
una solución de fuerza.
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