El País
de Madrid
Por Anabel Diez
Desde Madrid
José
Borrell ha renunciado a representar a los socialistas como candidato a la presidencia del
gobierno trece meses después de que la militancia del PSOE lo eligiera en un proceso de
elecciones primarias frente al secretario general, Joaquín Almunia. Borrell no ha podido
superar el quebranto personal y político que le supuso el conocimiento de que dos ex
colaboradores y amigos, Ernesto Aguiar y Josep María Huguet, hayan cometido, al menos,
fraude fiscal. Desde hace tres semanas en el PSOE era un clamor el bajo estado de ánimo
en el que se encontraba inmerso el candidato, pero los miembros de la ejecutiva federal y
las personas del entorno del candidato insistían en que aguantaría. Soy un
corredor de fondo, dijo el miércoles en el Congreso.
Soy un corredor de fondo pero llegar a la meta no es el único objetivo. O no
debería serlo llegar a ella de cualquier manera. Para los socialistas el tiempo, los
hechos y las conductas, confirman o desmienten nuestra credibilidad, y no cabe otra regla
de conducta. Esto dijo ayer Borrell en la sede federal del PSOE de Madrid, donde
convocó a los medios de comunicación para anunciar su renuncia.
No he cometido ningún delito, pero sí quizás algunos errores, y de ellos
respondo. El cumplimiento estricto de la legalidad no puede ser un refugio para la duda
sobre mi comportamiento ético o moral. No tengo nada que reprocharme. Pero no quiero que
ni un solo voto, ni una sola voluntad progresista se pueda ver empeñada porque yo no sepa
tomar la decisión adecuada. Su alocución, sin posibilidad de hacer preguntas,
empezó a las dos menos veinte de la tarde y, diez minutos después, pronunció la frase
que casi nadie en su partido quería escuchar. Quiero anunciar que renuncio a
representar al Partido Socialista como candidato a la presidencia del gobierno en las
próximas elecciones generales. Lo dijo despacio, con una sonrisa triste, aunque con
apariencia de tranquilidad. La causa de la dimisión de Borrell ha sido la situación de
sus ex colaboradores, y amigos hasta hace unos días, Huguet y Aguiar. Pero, por si fuera
poco, hace días llegó a los medios de comunicación la posibilidad de que su ex esposa,
Carolina Mayeur, tuviera alguna relación financiera con los citados ex funcionarios.
Borrell lo negó al principio pero después reconoció que Mayeur había invertido en
forma legal un millón de pesetas (unos 6700 dólares) obteniendo ganancias de 120.000
pesetas (770 dólares). Los datos eran insignificantes e inocuos, pero ya se veía venir
próximos titulares del tipo: La ex mujer de Borrell participaba en el club de
inversiones de Huguet y Aguiar, según imagina uno de sus colaboradores. Y todo ello
dentro de la campaña electoral para los comicios del 13 de junio, y los medios de
comunicación preguntándole todo el día sobre el mismo asunto y haciendo caso omiso
sobre sus propuestas sobre empleo, seguridad social, vivienda. Este es el relato de uno de
sus colaboradores, que no oculta el pesimismo de Borrell sobre las posibilidades que
tenía de hacerse oír en términos políticos. Al principio de su intervención de
despedida se apreció el reproche contenido a los medios de comunicación. Muchas
gracias por estar aquí, nunca me habían prestado tanta atención y les agradezco la de
hoy y la de antes.
El discurso de seis folios que ayer leyó Borrell no pretendía ser un testamento
político ni un ataque a sus adversarios. Pero sí un alegato en favor de los principios
éticos que siempre han guiado su actuación.
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